Ojos de Plata

Una vida normal

Según los medios de comunicación, el 90% de la población está tecnológicamente mejorada...  yo digo que eso solo demuestra nuestra debilidad como raza, necesitamos la tecnología para estar al frente de cualquier ámbito, olvidando lo que nos hace humanos, olvidando ese sentido de superación y de aspirar a más. Ganarnos las cosas por nuestra propia mano y sentir el orgullo de nuestro trabajo bien hecho, eso es lo que hemos olvidado...

Hoy, como todos los días, me dirijo a mi local, Detrás de una panadería humilde en el distrito Dahl, Suu atiende a sus clientes de siempre, ella es ya una señora mayor, casi en sus 70. Puede parecer una mujer débil, pero detrás de esa apariencia frágil hay una mujer con huevos que es capaz de apuntarte con una escopeta a la cara si estacionas mal tu moto, cosa que ya me ha pasado. Paso a la parte de atrás del mostrador y la saludo con un abrazo.

El simple giro de una pieza de pan en la estantería de atrás del mostrador abre una puerta secreta en el pasillo de atrás del negocio, la vista de mi lugar jamás a sido un deleite para los bricomaniacos. Cables colgando del techo, una luz azul celeste que viene de mis pantallas y el sonido constante de los generadores de mis maquinas, Sigo tratando de quitarle el olor industrial con aromatizantes y otras cosas pero los ventiladores de mi computadora consumen rápidamente cualquier buen olor que haya aquí.

Después de algunas horas abierto me volvieron a hacer la misma pregunta gastada de siempre; ¿por que vendes tecnología de aumento pero no usas ninguna?, si hay algo que me cansa más que ver los mismos circuitos de aumento, es esa pregunta. Esta vez vino de un cliente recurrente, Wilhelm, cree que el mundo se le arrodillará si le pagas suficiente dinero. Un chico delgado, rubio, con cara perfilada y ropa impecable, Casi una oda a la metrosexualidad, su padre, el señor Kernell, es uno de los magnates menores más grandes de la ciudad, por muy irónico que suene. Vino por su actualización mensual de software y una nueva dosis de su tónico genético que le evitan tener que esforzarse por músculos cada semana en un gimnasio.

-Qué te importa Will, solo toma tu mercancía y sientate allá- le respondo.

-Pero Darrow, no éramos amigos? -Dice mientras alarga las palabras en tono burlón- Anda, ríete conmigo, mira esta chica que fue a mi fiesta ayer, mira lo borracha que se pus-

-No me interesan esas estupideces, Will! -Le interrumpo- Sientate allá, en la silla de Conexión antes de que te quedes sin actualización y te saque a patadas de mi local! y por ultima vez, Mi nombre es Darnell, No Darrow!

Me mira con furia pero se sienta en la Silla de conexión, este niñito no soporta que le respondan de mala manera pero sabe que conmigo no debe joder, si lo hace puedo fácilmente dejarlo sin su dosis genética y quedaría como un fideo para el plazo de una semana, este vanidoso prefiere morir antes de que lo vean mal.

La silla de conexión es algo fascinante desde un punto de vista tecnológico y técnico, pero a la hora de usarla es un arma de doble filo... Funciona conectando un cable al procesador neurológico del paciente (algo vital para cualquiera que necesite ser aumentado, les permite controlas sus partes mecánicas y también para que no se atraviesen el pecho con dichas partes...) y una vez conectado, el paciente cae en un coma inducido en secciones de su cerebro, por si alguna corriente eléctrica viaja a donde no debe por los neurotransmisores del Gleipnir y no dañarle la cabeza al pobre desgraciado que esté conectado.

El Gleipnir es un pequeño dispositivo que, una vez conectado, permite jugar con la red neuronal de una persona. Diseñado por las mentes más brillantes del Mundo y Blah Blah Blah... Básicamente es mi herramienta en forma de adaptador de telefono para editar la mente de las personas y como dije, suena muy bonito así, pero en practica, todo es muy diferente. Tener acceso a la mente de alguien puede darte acceso a sus recuerdos, pensamientos profundos y temores...