Capítulo II: De nuevo al ruedo.
Había pasado algunos días de la intensa conversación que habíamos tenido Marcus y yo a la llegada de su viaje. Las cosas habían cambiado drásticamente desde entonces, y la verdad me gustaría decir que lo esperaba pero la verdad, no contaba con que el se enteraría que había salido aquella noche.
Me sentía enfrascada, como si estuviese dentro de una pequeña pecera que generaba claustrofobia, tenía miedo, no mentira al decirlo, Marcus no era la persona más tranquila del mundo cuando se encontraba molesto, y mucho más cuando ésto se ligaba a los efectos del alcohol. Tragué saliva y me dirigí a la habitación que compartíamos, desde que llegó no había dejado la casa, era como si esperara que algo saliera mal para tener la excusa perfecta para llamarme nuevamente zorra pero no tenía motivos, simplemente no había pasado nada esa noche y gracias al cielo que no fue así.
Él estaba en el baño y su teléfono sonaba con insistencia, no quería tocarlo, sabía que el que busca encuentra y la verdad, a este punto mi estabilidad emocional valía mucho más que cualquier cosa. Sin embargo era demasiado insistente y la curiosidad de saber que pasaba estaba me estaba carcomiendo, miré la puerta del baño y estaba cerrada así que me levanté hacia la mesa de noche, estaba a dos pasos de contestar cuando la puerta del departamento también empezó a ser tocada con insistencia, me asusté de inmediato, era tarde, ambas cosas eran demasiada coincidencia.
Marcus salió del baño ya vestido y fue directo a su celular, donde vio algo que le hizo gritar maldiciones, los golpes en la puerta eran más insistentes y el solo caminaba de un lado para otro.
– Abre la puerta Madisson, preguntas que quieren y niegas cualquier pregunta que te hagan sobre mi, o sobre nosotros – dijo de la nada y antes de que pudiera negarme lo ví agarrar su pistola de la mesa de noche y cargarla.
– Yo... – empecé a decir con voz temblorosa pero él solo me guiaba hasta la puerta.
– Abre – murmuró y sentí un escalofrío paralizante al sentir el frío del arma justo en mi costado.
Si mis niveles de miedo ya eran altos, no sabía que pensar en ese preciso instante. Abrí la puerta y mis manos temblaban descontroladamente, pero intentaba parecer serena. Habían dos hombres vestidos completamente de negro, e impecables parados en el umbral.
– ¿Marcus Adams?– preguntó uno, a lo que estuve a punto de negar su existencia tal cual me lo habían indicado, pero Marcus pareció reconocer esa voz y me hizo un lado para abrir la puerta entera.
– Imbécil casi me matas del susto – río Marcus como si nada hubiese pasado mientras dejaba pasar a aquellos dos hombres a nuestro hogar.
Sentía que el aire me faltaba y que la habitación se hacía cada vez más pequeña, tenía ganas de llorar, estaba segura de que todo mi cuerpo temblaba en ese momento, Marcus me echo una mirada, y luego a los dos hombres que ocupan ahora asientos en nuestro comedor y se dirigió hacia ellos.
Me fui de inmediato a la habitación y me eché a llorar ¿Que diablos había pasado? ¿Acababa Marcus enserio de haber puesto mi vida en juego? No paraba de temblar y sentía que me asfixiaba, joder, ¿Qué mierda había pasado?.
....
Cada vez intercambiaba menos palabras con mi esposo y cada vez su consumo de alcohol se iba incrementando, las reuniones nocturnas se volvieron algo rutinario y cada vez nuestra casa por las noches parecía un centro de recreación. Por mi parte, me la pasaba asustada, cada vez que se abría la maldita puerta pensaba lo peor, no podía creer que seguía respirando el mismo aire que la persona que había levantado su arma contra mi.
Esta noche debía acompañarlo a una cena de negocios, la verdad la idea no me entusiasmaba de un poco pero quizás, salir de ese infierno un momento me haría tranquilizarme un poco. Tomé una ducha y me mire al espejo, todo estaría bien, él no era capaz de hacerme daño, nunca lo haría, en ese momento el no estaba en sus 5 sentidos, me repetía cada vez, queriendo creermelo.
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Atormentadas decisiones
عاطفيةA veces cuando él amor se acaba, la pasión es reemplazada por odio, rencor y las cosas se pueden tornar un poco violentas si no se actúa en él momento. Hay momentos en la vida en los que tienes que disfrutar, sin embargo, no sabemos las consecuencia...