Capítulo V

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Capítulo V: Siempre espera lo inesperado.

Estaba de nuevo en casa, tumbada en la cama, y juro que no sabía por cuánto tiempo más estaría llorando, sabía que no iba a llegar a nada, pero era la mejor forma que tenía para no acabar con mi vida. Luego de esa noche me había dando cuenta de muchas cosas, le había abierto los ojos y mucho más. Habían pasado 3 noches, había apagado mi celular y no tenía ni idea de qué hacer con mi vida.

Ayer había tenido la suficiente fuerza de voluntad para hacer las maletas y había estado a punto de irme hasta que Marcus había aparecido en la puerta mágicamente, como si supiera lo que estaba intentando hacer, y fue verdaderamente horrible. No había hablado con Dominick, no quería hacerlo. Marcus me había quitado todas las tarjetas, había cambiado las llaves de las cerraduras y había tomado las llaves de mi auto. Por alguna razón también había hecho no se que con todos mis bolsos y maletas.

Literalmente no tenía escapatoria, cada vez se volvía más y más controlador. Y a parte de todo, llevaba varios días sin comer, nisiquiera tenía apetito ¿Cómo mierdas había pasado de estar en un jodido cuento de hadas a caer en esta pesadilla?

– Madisson – gritó Marcus desde la cocina y me apresuré a ir.

Él estaba perfectamente trajeado y tenía en sus manos una taza de café. Probablemente iba a salir de nuevo, esperaba que de viaje o algo parecido, así me daba suficiente tiempo de ver qué hacer conmigo.

...

Dominick:

Golpeé por millonesima vez el saco de boxeo maldiciendo, es que simplemente no podía comprender que era lo que pasaba por mi maldita cabeza. Realmente si lo sabía, pero lo veía como una total y completa locura, era demasiado bizarro y cliché para ser cierto. Me encontraba en el gimnasio, uno de mis lugares favoritos después de la playa. Llevaba días demasiado molesto, y eso tenía una sola jodida explicación, Madison.

No entendía como demonios podíamos haber estado tan bien aquella noche y después todo se había ido a la mierda. Yo no era un jodido mounstro, jamás haría algo de lo que ella no estuviese total y completamente segura. Me había dolido y chocado ver cómo se disculpaba, como se quedaba sin hablar, como parecía ajena de un momento a otro a la verdadera realidad, a su verdadero entorno, pero sencillamente lo que había colmado mi paciencia fue cuando intenté abrazarla para intentar calmar lo que fuese que tuviera en la cabeza y ella hubiese reaccionado con tanto miedo.

¿Tenía yo acaso algún tipo de letrero en la frente que decía que le haría daño? ¿Cómo se puede estar tan jodidamente loca para pensar eso? De por sí, ya me había sonado el hecho de que me había detenido luego de ella tener la iniciativa a seguirnos besando sabiendo hacía donde nos podía llevar eso.

La había llevado hasta su casa, hermosa casa me atrevo a decir y no nos habíamos dirigido la palabra desde entonces, no atendía las llamadas, su jodido comportamiento me tenía mareado, solo quería una jodida explicación.

– Jodida diosa – mascullé lanzando la toalla con la que hace algunos minutos limpiaba mi sudor.

Cogí nuevamente mi teléfono y decidí marcarle una vez más, quizás me diera alguna señal de que era lo que estaba pasando, me había imaginado ya un montón de escenarios y la verdad el mejor de ellos era que tuviese una enfermedad venérea.

– Maddie, por favor – dije al instante que la llamada milagrosamente fue contestada, solo había silencio del otro lado de la línea.

– ¿Por qué llamas a mi esposa? – respondió la voz y me di cuenta de inmediato que la había cagado.

– No es tu asunto – contesté en el mismo tono amenazante.

– Más te vale mantenerte lejos de mi esposa Parker–

Atormentadas decisionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora