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Luna llena: 4

Aquella entrevista, en la que no había habido precisamente coincidencia de intereses, terminó dejándome un amargo sabor.

—Yang Mi, tú no has hecho nada malo, en absoluto— dijo Hyejin con aire preocupado, viniendo a mi lado.

Y JinAh dijo con dulzura mirándome fijamente:

—¡Qué chica tan rara! Creo que se ha vuelto loca de celos. Anímate, Yang Mi.

Y yo, sin moverme, me quedé de pie en la cocina donde penetraba la luz de la tarde y pensé que estaba en una situación lastimosa: ¡Ay, ay, ay!

Al salir no había llevado conmigo el cepillo de dientes y la toalla, así que volví a casa de los Chae. Hyungwon había salido.
A mi aire, me preparé curri y me lo comí. Hyungwon llegó cuando estaba dando vueltas distraídamente a la respuesta que me había dado a mí misma: Para mí, cocinar y comer aquí es lo más natural del mundo.

—Hola— dije.

Él no sabía nada, ni tampoco tenía culpa alguna, pero no pude mirarle a los ojos, no sé por qué.

—Hyungwon, tengo que ir a Busan pasado mañana, por el trabajo. Así que me voy a casa. Quiero ordenarla antes de irme, cuando vine la dejé patas arriba. Ah, todavía queda curri, puedes comértelo.

—Ah, bien. Te llevo en coche— sonrió Hyungwon.

El coche arranca. Las calles quedan atrás. En menos de cinco minutos estaré en mi apartamento.

—Hyungwon— dije.

—¿Sí?— dijo con las manos en el volante.

—Té. Vayamos a tomar un té.

—Pero, ¿no tenías prisa? ¿No tienes qué hacer el equipaje? A mí me es completamente igual.

—No, tengo muchas ganas de tomar té.

—Bien, vamos. ¿Adónde quieres ir?

—Pues..., ¡ah, sí!, vamos a aquella cafetería donde hacen té inglés, la que está encima del salón de belleza.

—Está en las afueras, está lejos...

—No importa, creo que es un buen lugar.

—Bien, vamos.

No sé la razón, pero Hyungwon estaba muy amable. Como me sentía muy vulnerable, creo que si le hubiera dicho: "Vamos a ver la luna a Arabia", hubiese contestado: "Sí, vamos".

La pequeña cafetería de la segunda planta era clara y tranquila. Las paredes eran blancas y la calefacción estaba encendida. Fuimos hasta el fondo y nos sentamos uno frente a otro.
No había nadie y sonaba suavemente la música de la banda sonora de una película.

—Hyungwon, ahora que lo pienso, ¿te has dado cuenta que es la primera vez que entramos juntos a una cafetería? Me parece rarísimo— dije.

Hyungwon puso una cara de asombro. Tomaba té Earl Grey, que a mí me desagradaba por su mal olor. Recordé que por las noches en su casa se percibía a menudo este olor, parecido a jabón.
Cuando yo estaba mirando la televisión, con el volumen muy bajo en la medianoche silenciosa, Hyungwon, muchas veces, salía de la habitación y preparaba té.

kitchen ;; chae hyungwonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora