final.

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Luna llena: Final.

El recuerdo de otra familia.
Las noches en las que esperábamos a Suni, entretenidos con videojuegos. Cuando íbamos los tres juntos a comer pasteles en una cafetería mientras yo me frotaba los ojos soñolientos. Los cómics divertidos que me pasaba Hyungwon cuando estaba atontada después del trabajo. La risa hasta las lágrimas de Suni al leerlos. El olor a tortilla en la mañana de un domingo despejado. El tacto de la manta con la que alguien me cubría cuando me quedaba dormida en el suelo. Los bajos de las falda y las bonitas piernas de Suni al pasar, que veía vagamente cuando me despertaba sobresaltada.
Aquella noche en que Hyungwon la trajo en coche a casa, borracha y que la llevamos hasta la habitación... El festival de verano, cuando Suni me arregló. El color de las libélulas rojas que revoloteaban por el cielo del atardecer.

Los recuerdos verdaderamente entrañables viven y brillan. Con el paso del tiempo reviven con angustia.
Comimos juntos tantos días y tantas noches.
Una vez Hyungwon dijo:
"¿Por qué me sabrá mejor la comida cuando estoy contigo?".

Yo me reí.
"¿No será que satisfago tu apetito y, de paso, el apetito sexual?", dije.

"No,no,no, qué va, qué va", dijo Hyungwon riéndose a carcajadas.
"Seguramente será porque somos de la familia, por eso."

Y volvió aquella atmósfera alegre que había antes entre los dos, a pesar de la ausencia de Suni.
Hyungwon comió el katsudon y yo tomé el té. La oscuridad ya no era muerte. Con eso bastaba.

—Bueno, me voy.

Me levanté.

—¿Te vas?— dijo Hyungwon sorprendido—. ¿Adónde? ¿De dónde has venido? Dime.

—Sí— le dije, burlona, haciendo un mohín—, te digo. Esta noche es real.— Entonces no pude detenerme—: He venido corriendo desde Busan hasta aquí. Escucha, Hyungwon. No quiero perderte. Nosotros, siempre, pese a haber estado muy solos, hemos vivido en un mundo cómodo e irreal. La muerte tiene un peso demasiado grande y a nosotros, que somos jóvenes y no teníamos que conocerla, nos ha aplastado. A partir de ahora, si estamos juntos, quizás acabes viendo lo sucio, lo molesto y lo doloroso, pero, Hyungwon, si tú quieres, iremos los dos a un lugar más alegre y maravilloso. Piénsalo con calma cuando estés mejor. No desaparezca de esta forma.

Hyungwon dejó los palillos y dijo, mirándome fijamente a los ojos:

—No volveré a comer un katsudon como éste en mi vida... Estaba buenísimo.

—Sí— sonreí.

—Me he comportado de una manera vergonzosa. La próxima vez que nos veamos, te demostraré que soy un hombre, que soy fuerte.
Hyungwon también sonrió.

—¿Partirás un listín de teléfonos ante mis ojos?

—Eso, eso. O levantaré una bicicleta y la arrojaré lejos.

—O empujarás un camión y lo lanzarás contra la pared.

—Eso es una salvajada.

La cara sonriente de Hyungwon brillaba, y supe que posiblemente lo había empujado "un poco", aunque no fueran más que unos centímetros.

—Bueno, me voy. El taxi acabará dejándome.

Y me dirigí a la puerta. Me llamó:

kitchen ;; chae hyungwonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora