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Telas lo rodearon y lo envolvieron. Un pequeño mueble apareció ladrando, las telas volaron por todos lados, el perro mueble tomó una de las telas y la estiró, esta era de la cintura de Charles, apretandolo y casi sacándole el aire completamente.

—¡Perfecto! —lo había envuelto en un gran traje que tenía un gran metal debajo de toda la tela, parecía más un vestido que otra cosa.

T'challa, Steve y Bucky salieron lentamente del cuarto.

—eso, sencillo y discreto —dijo Bucky saliendo y cerrando la puerta cuando el perro mueble salió.

—¡lleva mis saludos al maestro! —pidió Ororo antes de caer dormida.

Charles arrojó aún lado la peluca blanca y salió por debajo del traje. Corrió a la ventana para ver si por ahí podía escapar. Una gran bajada lo esperaba.

Volvió a entrar a la habitación, mirando las telas dispersas por el suelo.

Mientras, en el pueblo, el día acababa, los pueblerino estaban en la cantina, en el centro de esta un hombre junto al fuego y junto a él un doncel.

—imaginalo, Anthony—le dijo Víctor —una cabaña rústica, mi rica cena asandose en el fuego, niños hermosos correteando y un hermoso doncel da un masaje a mis pies —sonrio ante su imaginario paraíso —¿y Charles que me contestas —recordó furioso —"jamás seré tu esposo" —

Tony suspiro —recuerda que hay otras personas— se forzó a señalar a las tres mujeres que miraban atentas a Víctor.

—un gran cazador no pierde su tiempo con liebres —dijo sin regresar a verlas.

—vaya que altera el verte, tan cabizbajo y triston. —Víctor lanzó una daba muy cerca de Tony —ser como tu todos quieren, aunque les des un trompon— majaseo sus hombros —no hay nadie que cause tal admiración de todos eres el campeón —le lanzó una moneda a una mujer y está empezó a dirigir a la banda —y es muy fácil saber la razón —

Llamando a todos los hombres los hizo unirse a alabar al hombre.

—nadie es hábil como el —dijo uno.—nadie es ágil como el —

—nadie tiene un cuerpo como el tuyo—una de las mujeres salto sobre el y Tony la empujó al suelo.

—no tienes comparación —le alabó el doncel. Se sentó en la barra en medio de grandes hombres que se giraron con sus cervezas —tu preguntale a cualquier muchacho—

Las persona gritaban y lo alababan. Víctor se levantó de su asiento —agradezco su apoyo, gracias Anthony—

—es sencillo entregarte mi apoyo —Víctor le extendio la mano y Tony se enrollo en su brazo hasta hacer que lo abrace —¿es mucho? —

—si—acepto Víctor. Todos volvieron a gritar su nombre, como si fuera un rey victorioso de una batalla.

Tony soltaba monedas por toda la cantina para que todos apoyarán y bailarán al compás de una canción que lo alabara, pago a hombres para que pelearán con Víctor y perdieron y todo mientras este se lucia y todos lo adoraban.

Pronto el ánimo de Víctor se vio en el cielo igual que su orgullo, tomó asiento luego de tan gran espectáculo, Tony se sentó junto a él.

—oh, Anthony eres el mejor —le sonrió —¿como es que nadie a intentado atraparte? —

—yo tampoco —miro a otro lado.

Un viejo hombre entró exhausto a la taberna —ayúdenme, tienen que ayudarme —pedía a cada persona que pasaba frente a él.

La Bella y la Bestia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora