Parte 3

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La ciudad estaba iluminada, los chicos paseaban en las veredas tomados de las manos con sus novias y compartían sonrisas y cariños. Luca y yo seguíamos en el auto divagando con la música desde el parlante. Después de un rato llegamos frente un restaurante colorido llamado ¨ Stop ¨. Luca estacionó el auto al frente y se bajó inmediatamente, para abrir la puerta.

-Todo un caballero. Le dije.

-Como debe ser. Exclamó.

Cruzamos la calle y entramos. Había mucha actividad dentro. Buscamos una mesa cerca de una ventana y nos quedamos allí.

-¿Qué tal Rivera? ¿Te gusta mi elección?

-Es genial Luca, nunca había venido. Le dije sonriente.

Una mesera se acercó a nosotros, colocó el menú sobre la mesa y sin decir una palabra se alejó.

-Pues yo creo que pediré una hamburguesa y papas. Mencionó sosteniendo el menú en sus manos.

-Pediré lo mismo pero sin las papas. Añadí.

-¿Sin papas? Pregunto curioso.

-No me gustan.

-¿Estas jugando conmigo? ¿A que persona no le gustan las papas?

-A mi. Dije con una carcajada.

-Cada vez me sorprendes más Rivera.

-Ese es el punto. Dije coqueteando.

Nos miramos por un momento, hasta que la mesera interrumpió.

-¿Puedo tomar su orden? Dijo con poca gana.

-Claro, me ayuda por favor con dos hamburguesas, una porción de papas y dos malteadas de chocolate. Dijo Luca con una enorme sonrisa.

Anotó rápidamente en su libreta y se dio la vuelta.

-Yo no dije nada acerca de una malteada de chocolate. Exclame curiosa.

-No, pero en serio debes probarla, es deliciosa. Dijo con los ojos muy abiertos.

-Lo haré, pero déjame decirte algo.

-Soy todo oídos. Dijo inclinándose hacia mi.

-Tienes suerte de haber escogido bien el sabor de la malteada.

-¿Si?¿Por qué?

-Porque si pedías una de fresa, no podría haberla tomado, soy alérgica. Dije apoyándome en el asiento.

-Es oficial, soy lo máximo. Dijo Luca elevando sus hombros.

-Solo fue suerte. Bromeé.

-La suerte no existe niña, por otro lado, creo más en el destino.

Lo observé con una mirada dulce mientras sonreía. Conversamos durante un rato cuando nos trajeron la comida. Ambos moríamos de hambre así que no tardamos en empezar. Estaba tomando un poco de la malteada cuando alcancé a ver que entrando por la puerta se avecinaban las dos personas que menos deseaba ver en mi vida. Alex y Kate. ¿Qué hacía allí? Se suponía que debía irse a un campamento.

Tosí un poco y bajé la mirada. Luca se dio cuenta así que volteó la cabeza y los observó, de inmediato supo quienes eran.

-De acuerdo, definitivamente el destino no ayudó en esta parte. Dijo algo incomodo.

-¿Tu crees? Solo quiero irme. Dije desesperada.

-Hey, no vas a darles ese gusto. Luca se puso de pie y se sentó a mi lado, colocando su brazo alrededor de mi cuello.

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