Disclaimer: Kimetsu no Yaiba no me pertenece, lo único que me pertenece son los OC. Todo relacionado directamente con la obra le pertenece a Koyoharu Gotōge
Esta historia la subo tanto en Fanfiction como en Wattpad, pero es absolutamente igual en ambos
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En un mundo donde demonios y cazadores luchan en una batalla a expensas de un anonimato público, las personas comunes no asimilan su magnitud. Los que tienen conciencia de este mundo se vuelve su única preocupación el mantenerse alejados, o cazarlos.
Pero los demonios no solo se limitan a devorar humanos; los demonios aparecen con los rostros mas angelicales y puros que uno plantearía en primeras estancias. A veces, son esos demonios quienes encaminan el camino a una vida de dolor y lucha, más allá de las espadas. Los verdaderos demonios no son los que hacen cosas erróneas; son el que lo hacen y mantienen su vida tan campante y conveniente, sin repercusión alguna de sus acciones. Los demonios son inhumanos.
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El 20 de abril de 1907, en la ciudad de Nagakute, vivía una familia común. Su madre siendo una profesora de escuela pública para niños de recursos deplorables en una ciudad cuesta abajo y su padre, un aclamado capitán de las fuerzas armadas niponas. La fecha les era especial pues es el día de cumpleaños de su adorada hija, Akari Kibō.
Después de clases, su madre tenía que atender unos asuntos. Sabiendo que no había nadie en su hogar para cuidar de su pequeña y no poder llevarla por diferentes circunstancias, tuvo que dejarla con una vieja amiga de su madre que vivía a pocas cuadras de su hogar.
— Okāsan, la casa es por allá, ¿a dónde vamos? —
— No te preocupes, recordé que tengo un recado que atender, no me demorare ¿ok? — Recibió un asentamiento de la cabeza de la niña como respuesta. Pasaron por una tienda de té local que se acentuaba a unas tres cuadras de distancia de su hogar. En el lugar, una señora bastante mayor, puede tener 80 años, pero lo más probable es que más. Lleva un yukata simple de color azul, calzando unos Zoris y un bastón de madera en la mano derecha. Estaba atendiendo asuntos monetarios. Los saludo como cualquier vendedor, solo para darse cuenta de quienes eran.
— ¡Oh! Veo que eres tú, Lya-San. Espera... ¡No puede ser, ¿esa es Akari?! ¡Esta enorme! — Akari se sintió algo incómoda por la situación, planteándose una pregunta algo redundante ¿Por qué nos dicen que estamos gigantes si no medimos más de 1,20? Lo único que pudo hacer es dejar hablar a su madre mientras se escondía detrás de su pie tímidamente.
— Miyu-Sama, un gusto verte. Bueno, sí, creo que Akari ha crecido un poco de la última vez que nos vimos — La señora tras escucharla atentamente, cambio su mirada hacia Akari, sin intenciones prejuiciosas, simplemente una pequeña sonrisa que se marcaba aún más con las arrugas de su piel. Sosteniendo su bastón para no perder el equilibrio, se agacho un poco y extendió su mano hacia la joven. Akari, al principio reacia, pero al ver los ojos de su madre por unos momentos entendió que no pasaba nada malo; alzando su brazo para agarrar de la señora, esta última solo la cogió y la empuño de una forma delicada, juntando ambas manos.
En el proceso, Akari quedó maravillada de las manos, hipnótica si se puede comparar con algo; le resultaba sumamente curioso cómo dos manos, de dos mujeres que venían del mismo lugar, de la misma cultura, del mismo color de piel, se pudiera diferenciar tanto. Una mano, frágil y gastada, con los huesos marcados por la pequeña tela que apenas se podía tomar a consideración que era piel, con algunas cicatrices que nadie sabe cómo se las hizo; completamente opuesto a la otra; débil, pulcra, algo rechoncha por mantener muy presente la piel de bebé, pero bastante suave.
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La Slayer De Las Estrellas
AdventureTras la perdida de sus padres, Akari Kibō se embarcara en un mundo completamente nuevo, donde los demonios y los cazadores combaten sin fin para derrotar a Muzan... Con el objetivo de descubrir la verdad y resguardar su felicidad, estará dispuesta a...