Violetas.

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Geralt asistió al funeral a los pocos días junto a Yennefer.
La maga lloro mientras Geralt la consoló en silencio, aunque sintiese su corazón en la garganta y como el mundo volvía a ser un lugar cruel y sin salvación, Geralt no lloro por la muerte de Ciri.
Ella misma lo había dicho, vivió una vida tranquila sin preocupaciones, temores ni nada de lo que arrepentirse; se fue tranquila.
Sin miedo, rodeada de sus hijos y nietos.
Y con la esperanza de ver a su amado Dara en el más allá una vez más.
Todo aquello que le negó a Jaskier.

Años pasaron, cientos y Geralt cada día se levantaba vacío.
Sin deseos de vivir.

El amanecer jamás volvió a ser hermoso sin Jaskier al brillar con los primeros rayos de sol.
El atardecer perdió su belleza sin Ciri contándole las historias sobre las estrellas.
La vida misma perdió su sentido.

Geralt vagaba sin rumbo, cumpliendo contratos; embriagándose hasta perder el conocimiento y seduciendo a la muerte con la esperanza de que alguno de los monstruos con los que se enfrentaba acabaran con su miseria.
Sin éxito alguno.

Yennefer lo seguía de cerca  solo para ver con impotencia el pésimo estado mental y físico del brujo.
Ella lo obligaba a caminar por uno de sus portales junto a su típica yegua llamada Sardinilla, Yennefer se preguntó si el caballo también había reencarnado. La yegua era idéntica a la Sardinilla que ella conoció y al mirarla a los ojos podía jurar ver el mismo cansancio de Geralt.

Yennefer hacia todo por ayudar a  Geralt a combatir su depresión.
Siempre que Yennefer lo encontraba; Geralt estaba inconsciente ya sea por embriaguez o por una herida mortal que jamas lo mataría. La pelinegra arrastraba a Geralt al baño y le ayudaba a asearse, le cortaba el cabello y lo ataba como siempre, lo vestía, alimentaba... hacia todo por traerlo de vuelta.

Pero era duro y muy difícil intentar ayudar a un hombre que ya está muerto por dentro.
Yennefer obligaba a Geralt a continuar, a aceptar contratos y mantenerlo en constante movimiento; fue testigo de cientos de discusiones tontas de Geralt y Jaskier y si algo recordaba con total claridad eran las palabras del brujo.

"Un brujo muere cuando es demasiado lento como para responder y se asienta en un lugar".

Geralt durante años se asentó en una destartalada cabaña en medio de un viejo bosque infestado de monstruos. El mensaje era claro.

"Quiero morir".

Cuando Yennefer logró sacarlo de allí, ambos se volvieron inseparables.
Compartieron su dolor y de un viejo odio y amor nació una inquebrantable amistad.

—Geralt—hablo Yennefer.

Geralt miraba un punto en la nada sin escucharla realmente, sumido en pensamientos que ni siquiera Yennefer tenía el poder de leer.

—Geralt.

Nada.

—Geralt tengo un trabajo para ti.

Geralt giró su cabeza prestando atención.

—Necesito que consigas unos ingredientes para mi—indicó Yennefer—. Tus pociones de Gato, están por acabarse y tengo otros pedidos que entregar.

Geralt asintió.

—Iré al siguiente pueblo y conseguiré lo que necesitas—respondió Geralt.

Yennefer sonrió asintiendo con la cabeza.

—Se que tienes miedo de salir y volverlo a ver... pero ya han pasado unos cientos de años Geralt...Se que no tenemos la respuesta—decía Yennefer ayudando a Geralt a ajustarse la armadura—. Pero hay que intentarlo.

Patience.-[ Geraskier] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora