Sahyo 사지오

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"Nuestro pequeño secreto"

Narra Sana:

Como cada día, sólo te veo pasar por el largo pasillo moviendo tus caderas, creo que lo haces tan sexy a propósito, como si supieras que alguien te está mirando cada vez que lo haces, como si supieras que específicamente yo lo estoy haciendo, pero no creo ni que sepas quien soy.

Me centro en nada más que el ordenador, tecleo una que otra palabra sin sentido de vez en cuando, aburrida, mirando el reloj de pared esperando a que pase el tiempo y el momento de volver a casa llegue, aunque eso tampoco es muy interesante, no es como si me estuviera esperando alguien.

Suspiro, abatida totalmente.

- Perdona? Podrías llevarme un café a mi oficina? - preguntó una suave y educada voz frente a mi, levanté la cabeza y ahí estabas, con una sonrisita tímida en tus labios y sentí mi mandíbula caer con asombro.

Sacudí mi cabeza, consciente de que me estabas mirando, me recompuse y sonreí, para ti. Asenti, más que nada porque no me considero capaz de hacer algo más que eso, capaz si hablo la cago, y no está en mis planes arruinar algo que ni siquiera existe.

Te retiraste, como hace unas horas cuando llegaste a la empresa, elegantemente y con el mentón erguido.

Suspiré y fui en busca de tu café, en menos de cinco minutos ya estaba listo, el problema era la estúpida expresión que no se borraba de mi cara por el simple hecho de que te dirigieras a mi en persona y no por el interfono.

Patético.

Llamé a la puerta y un educado pase se escuchó del otro lado, empuje y camine hasta tu escritorio y deposite el café en el... pero la pregunta es ¿donde rayos estás tú?.

Miro hacia todos lados, como buscándote y siento una risita, volteo y ahí estabas, saliendo del baño, con tu blusa blanca transparentandose y dando un indicio del negro sujetador que se escondía debajo de la tela. Desvié la mirada, más que nada por una cuestión de respeto, aunque me habría gustado quedarme mirando sigues siendo mi jefa.

- yo... l-lo siento, el café está... está... - hago absurdos ademanes con las manos indicando la posición de la tasa desechable ubicada sobre la mesa.

- Sana, pierde cuidado - una leve risita se escapó de tus labios y sonreí inconsciente - puede voltearte.

Y eso hice, esta vez me tomé el atrevimiento de recorrer la mancha húmeda sobre tu blusa, bueno, realmente en el sujetador y escote que había debajo, completamente visible ahora. Mordí mi labio inferior.

- mis ojos están aquí.

Mencionaste y alce la mirada, grave error, tus endemoniados ojos me acusaron, pero no había nada de desaprobación en ellos, sólo me invitaban a acercarme.

Pero no podía, eres mi jefa.

- yo... - mustie débilmente,  con el poco autocontrol que me quedaba.

- se supone que debo esperar a que te acerques o lo hago yo? - preguntaste, y Dios, juro que en ese momento sentí mi corazón latir en medio de mis piernas.

Me acerqué, lentamente, sin apartar la mirada ni una sola vez, tus ojos me retaban a sorprenderte. Acaricie una de tus mejillas y acerque mis labios a los tuyos.

- y ahora que jefa? Quiere que la bese? - jugué mis cartas, sabía que estaba jugando con fuego, pero nadie ha dicho que me desagrade quemarme.

Jadeaste, sobre mi boca. Moví mis manos a tus caderas y las sujete con fuerza.

- hace... hace días que te miro, siempre viendome a lo lejos pero no haces nada, paso una y otra vez por delante y es como si no entendieras que quiero que me folles.

Tanta seguridad en tus palabras me hicieron temblar. Tiré de tus caderas, que chocaron con las mías deliciosamente, provocando un rose de nuestros centros jodidamente exitante.

Lami tu labio superior entonces, mis dientes se pronunciaron tirando esta vez de tu labio inferior con fuerza y al fin nos besamos. Luchando por mantener el control, chupaste mi lengua una vez tome las riendas.

Separadome del beso bruscamente, me cuestionaste una y otra vez con la mirada si habías hecho algo mal, tan segura para algunas cosas y tan sumisa para otras.

Me separé y moví una de las sillas frente a tu escritorio hasta estar en frente del gran espejo que poseía tu oficina, me custionaste con los ojos y lo volviste a hacer cuando cerre la puerta con pestillo.

Sonreiste una vez me acerque y entonces surgió la duda ¿esto te hacia tanta ilusión como a mi? Pero no te preguntaría.

Volví a besarte, apasionadamente, haciendo a nuestras lenguas dansar juntas por mares de placer interminable.

Mis manos recorren tu espalda, y por encima de la tela logro desabrochar el sujetador. Saqué la camisa de dentro de la elegante falda que portabas, dejándola completamente fuera, metí mis manos debajo, hasta llegar a ese sujetador que sólo pendía de tus hombros.

Tiré de el, importandome poco los tirantes que hicieron un sonido sordo al chocar con tu piel, jadeaste, no se bien si de dolor o de placer. Y al fin lo saque por donde había metido mis manos, y lo tiré lejos.

Aún con tu camisa mojada y esta vez sin sujetador, gracias a la blanca tela transparentada pude ver tus pechos, tus pezones erectos se mostraban. Lamí mis labios con vehemencia.

Volví a meter mis manos bajo la camisa y les di a esas grandes protuberancias en tu pecho un apretón, gemiste esta vez entreabriendo los labios. Masajee un poco con el fin de erguir un poco más tu pezones si es que eso es posible.

Saque nuevamente las manos y abruptamente tire de la camisa, haciendo que los botones salgan volando por los aires...

Mire con una sonrisa ladina a la silla olvidada frente al espejo y luego te mire a ti, alzando ambas cejas por tu expresión completamente excitada. Reí entre dientes.

- oh jefa... no sabía que me dejarías llegar tan lejos, no tienes ni idea de lo que te haré.








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Si quieren continuación comenten, sino lo dejo ahí y listo. Espero que lo hayan disfrutado, no olviden regalarme una 🌟. Bye bye.

Ah! Y cuidence del COVID cñorxs.

One Shot's; Twice [+18] (CORRECCIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora