xiii

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Suspiró ante la sensación de los labios del más alto sobre la piel de su cuello, el agarre fuerte en su cintura mientras era arrastrado a ciegas hacia la cama. Yukhei le había hecho descubrir un mundo completamente desconocido y la ansiedad de volver a sentir todo aquello era la principal razón por la que había rogado una y otra vez. Mark no rogaba, no suplicaba por algo o alguien pero lamentablemente Yukhei no era algo que sus padres podrían darle por mucho que lo pidiera. 


 Sus manos subieron hasta los pectorales ajenos, recorriendo y descubriendo más del cuerpo ajeno, algo que no había hecho la primera vez. Presionó sus dedos contra sus hombros ante el fuerte agarre de las manos ajenas contra su trasero, riendo sin poder evitarlo cuando fue levantado del suelo, enredando sus brazos alrededor de su cuello mientras sus piernas eran sujetadas por Yukhei, volviendo a buscar sus labios para distraerlo con otro beso. 


Yukhei terminó por sentarse al borde la cama, Mark acomodándose sobre sus caderas separándose para bajar por su fuerte mandíbula y regar cortos besitos por la cálida piel ajena. Las manos ajenas seguían recorriendo su trasero y sus muslos mientras él empezaba a moverse lentamente haciendo círculos alrededor de la entrepierna ajena, logrando el efecto deseado cuando los dedos ajenos se clavaron en sus muslos mientras sentía un agarre en su mentón haciendo que alzara la vista.


— ¿Me vas a volver loco, sabes? — su única respuesta fue otro movimiento de su cadera, una de sus manos siendo valiente para tomar la creciente erección entre sus dedos para apretarlo suavemente. Yukhei gimió en respuesta, apretando más su agarre en su mentón logrando que soltara un quejido que el más alto calló con un beso.— Eres precioso, tan pequeño y bonito.


— ¿Te gusto mucho, mh? — logró decir Mark en medio del beso mientras sus manos se ocupaban de quitar el botón y deslizar el cierre de sus pantalones, liberando la erección ajena aún cubierta por la ropa interior. Sintió el grosor a través de sus dedos, suspirando ante la idea de volver a tenerlo dentro.— Me encantas demasiado Yukhei, voy a extrañarte...— murmuró con fingida tristeza mientras empujaba su mano de arriba hacia abajo por sobre la tela de sus boxers.  


Las manos del mayor lo levantaron de sus caderas, alejándolo por un momento de la erección ajena para ponerlo de pie, abrazándolo por la cintura para volver a acercarlo. Yukhei tiró de su suéter hacia arriba, manteniendo al menor enredado alrededor de su cuello mientras empezaba a recorrer su pecho y abdomen con sus labios y lengua, dejando suaves mordidas alrededor de sus costillas mientras su mano batallaba por deshacer el seguro de sus pantalones, tirando de ellos hacia abajo. Mark era un manojo de suspiros y cortos gemidos ante cada roce de la lengua o los dientes contra su piel, riendo por lo bajo al verlo batallar con sus pantalones por lo que lo ayudó con las piernas, pateando de manera desordenada sus zapatillas junto a sus pantalones, subiendo los brazos para terminar de quitarse el suéter pero siendo detenido por el más alto que lo observaba completamente nublado por la lujuria.— Déjate el suéter. —casi gruño, volviendo a sentarlo sobre su entrepierna. 


Se acomodó dejando un poco de espacio entre ellos, apoyando su frente en el hombro ajeno mientras bajaba la mirada hacía la entrepierna ajena, tirando suavemente de sus boxers para liberar completamente su erección. La carne se sentía caliente bajo sus dedos, haciendo que se relamiera los labios por unos segundos antes de volver a bombear suavemente, endureciéndolo casi por completo. Yukhei solo gemía contra una de sus orejas, sintiendo las mordidas en su lóbulo y detrás de su oreja, disfrutando de los graves sonidos que emitía tan solo con tocarlo. Sentía su propia erección ardiendo bajo la tela por lo que con cuidado se apresuró a liberarlo, empujando sus caderas tan solo un poco para lograr rozar las erecciones entre sí. Logró un largo gemido de parte de Yukhei y un pequeño salto de su parte, empezando a masturbar ambas hombrías con un ritmo más acelerado.— ¿Donde aprendiste a hacer esto, mh? —preguntó el mayor contra su oído, sintiendo su sonrisa cuando enredaba sus dedos entre sus cabellos y tiraba de su cabeza para que pudiera verlo. 

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