capitulo 12. Día

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kagome despertó con una frase rondando en su mente "tu vida cambiará y estaré  observando desde las sombras"

no había duda de que esto era verdad a su alrededor se observaban trozos de madera, vidrio y demás escombros de lo que alguna vez fue una hermosa recámara, ahora sólo quedaba la sombra de lo que en algún momento fue de ella. Poco a poco comenzó a recorrer con la vista los estragos que había dejado durante su lucha por recuperar el control hasta detener su mirada en la puerta, podía distinguir sus músculos tensos listos para atacar, su mano sobre la empuñadura de la espalda, todo su rostro mostraba tensión, era extraño verlo en posición de guardia sin razón aparte hasta que las piezas encajaron, lo cual le causó un poco de gracia al comprender que el peligro que había dentro era ella misma

-No tienes de que preocuparte, ya estoy bien-

Con rapidez se acercó a ella sin soltar la empuñadura de la espada

-Muestrame tu oido- ordeno con frialdad

Su cuerpo se tenso ante la orden, recogio su cabello y giro su cabeza dejando espuesto su cuello y oido.

-No te muevas- dijo casi en un susurro, rápidamente perforó su oido en la parte superior, colocando un arete diminuto de tres piedras.

-Auch, Que haces? - por instinto comenzó a alejarse del Daiyokai

-Te dije que no te movieras- dijo severamente sugetando el rostro de Kagome contra su pecho, ella podía oler el exquisito aroma que desprendia su ser, esto aunado con el agarré de él la ponía muy nerviosa

-Está bien no me moveré solo sueltame- dijo mientras colocaba sus manos en el torxo de el para lograr tener un poco de distancia entré ella y el cuerpo de él

El Daiyokai la soltó pero no movió su cuerpo ni un centímetro, ella nuevamente dejo al descubierto su oído para que terminara con su labor.

-Es un arete que te ayudará a suprimir tu poder, tendrás que usarlo hasta que seas capaz de controlarte- indico mientras terminaba de asegurar el arete a su oído.

Ella no podía consentrarse en lo que le decía, toda su atención estaba dispersa entre el aroma que rodeaba al Daiyokai, la respiración regular que mantenía todo el tiempo mientras que la de ella era entrecortada, el sonido fuerte e irregular de su corazón de ella contrastaba con el tranquilo latido de él,  la sensación de dolor de su oído y el calor de los dedos del Daiyokai al tocar su piel, todo era tan inquietante porque percibía todo esto de manera tan nítida como si sus sentidos se fueran aumentado a tal grado que el escaso minuto que le tomo al yokai asegurar el pendiente para ella fue eterno.

Al terminar su tarea el yokai se alejo unos pasos

-fue culpa mía lo que pasó, no se volverá a repetir- dijo mirándola a los ojos

-no sé a qué te refieres, Cómo puede ser esto tu culpa, como sabrías que algo así habitará dentro de mí- para Kagome solo era otro efecto secundaria de haber albergado la Perla de shikon en su cuerpo.

-lo sabía porque esto es parte del ritual que utilice para salvarte, te contaré lo que pasó en ese entonces; cuando te encontré estabas a punto de morir,  tu corazón apenas latía y utilice mi sangre para que adquiriera la habilidad de recuperarte pero también adquiriste todos las demás características que tengo. Ahora eres un mitad demonio y mitad humana-

-y mi poder de sacerdotisa no afectó el que me dieras tu sangre? No simplemente mi cuerpo debería haber purificadora tu sangre y además lo que pasó anoche es lo mismo que pasa Inuyasha cada vez que pierde el control?- eran tantas sus dudas que no sabía cuál era más importante

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