Impulsivo - Sevmione

Tú, yo y una madre - 1🍋🔉

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—Vamos, iremos por un café al comedor —Snape estaba vestido otra vez con su levita azul oscuro, se veía elegante y ordenado como siempre. La voz del mago era cuidadosa al extremo, no quería sonar tan mandón como ella pensaba en los secretos de su cabeza de rizos castaños.

No era su intención leerla como un libro pero al haber sido legerement tantos años a veces no podía evitarlo. Y podía hacerlo cuando ella se descuidaba ya que a veces ella tenía buenos muros arriba en defensa.

Minutos atrás se había dejado llevar en su carácter exigente para hacer que se quede, aunque en realidad quería ser con ella lo más relajado y natural posible y sobre todo respetar sus límites.

—Sí suena bien, un poco de té mejor y algo de comer porque tengo mucha hambre, profesor —Hermione contestaba en voz baja  con una sonrisa traviesa. Ya estaba más quieta y relajada, aún interiorizando ser más cercana al hombre del cual quizá se estaba enamorando muy rápido. Luego se puso a pensar que a este hombre quizá no le interesaba que otros se enteren de esa relación nueva, una claramente romántica. Eso la hacía sonreír porque en realidad nadie los conocía bien en esa enorme escuela profesional, la libertad estaba a donde quiera que ponían los ojos o donde quisieran sentarse a charlar.

Hermione tenía en el pecho ese reciente sentimiento de complacencia y además algo más parecido a la comodidad. Cerca a este mago alto y menos oscuro, se sentía protegida, valorada y admirada de una manera que jamás alguien más la había hecho sentir. Luego nacía en ella la necesidad de hacerle preguntas y así romper todas esas barreras que aún le detenían de la plena confianza porque Hermione pensaba que después de entregarse mutuamente iba a ser suficiente para ser más cercanos, no obstante apenas era el comienzo.

Salieron de la estancia donde dormía el hombre y fueron hasta la puerta, ella con una sonrisa suave y él serio y soberbio como siempre aunque cuando ella chocaba con sus ojos él no dejaba de verle intensamente. Aún era temprano y posiblemente el lugar de comidas estaba vacío quizá las personas dormidas en sus casas o la residencia estudiantil porque el desayuno empezaba a las seis y media sin embargo la mayoría llegaba por las ocho de la mañana.

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No había nada que pudiera avergonzar al hombre, su carácter podía demostrar que cada cosa que hacía lo hacía bien analizado. Estaba en esa universidad por simple voluntad y libertad de hacer las cosas como siempre hubiera querido, sin presiones, sin obligaciones de otros nada más de él mismo, y eso que había decidido por ella no escapaba de su control y carácter.

Había planeado conquistarla desde dos semanas antes, serio, importante pero sobre todo quisquilloso en qué necesitaba esa mujer. Y en ese camino de conocerla se dio cuenta que le gustó más ser escuchado atentamente, admirado de una manera impresionante. Porque charlar con alguien a menudo definitivamente te acerca y la joven Granger cada día que lo escuchaba se hacía más interesada en lo que él podía enseñarle y Snape se sentía más atraído a ella porque su voz en las preguntas no dejaban de ser banales.

Hermione tenía un corazón tan quieto y similar a la paz misma donde Snape podía nadar y a la vez su pasión por aprender le despertó al mago esa curiosidad en otras cosas completamente ajenas a la lectura en bibliotecas.

No, no se sentía atraído porque ella lo admiraba, se sentía atraído porque conocía cómo pensaba, cómo trabajaba, lo esforzada y dedicada además de esos ojos cafés a menos de un metro de él como si le gritaran atención, y esos labios de joven mujer como redes con mil anzuelos arrastrados hacia su ser pocionero, ese cabello de rizos peinados en aceite de argán embriagándolo constantemente y para convencerle a ser sacrificio vivo para Granger.