Capítulo 3

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Inhaló y exhaló. ¿En qué momento pensó que decirle la verdad a Ecko sería una buena idea? No estaba borracho y se sentía 10 veces más en pedo que antes de esa ducha.

No se le ocurría una excusa. Ya le dijo que sabía del engaño, pero ahora no tenía nada para decir que no fuera la verdad, y sabía que el otro no dejaría de preguntarle hasta sacársela.

Se mordió la mejilla interna, dirigiendo su vista al otro unos momentos antes de desviar nuevamente la mirada.

—Lit. —le llamó el otro, y sostuvo su mano. El nombrado se sintió derretir. Eso era jugar sucio. —Sabes que sea lo que sea me lo podés decir, ¿No?

En ese mismo momento, las lágrimas que Mauro venía conteniendo hace años, se desbordaron. Era injusto que Ignacio lo derrumbara con tan solo tomarle la mano y decirle unas palabras bonitas.

Que iluso de él creer que lo había superado.

—L-lo siento, yo... —llevó una mano a secarse las lágrimas, pero el otro le abrazó, y el platinado solo pudo acurrucarse y llorar más fuerte.

No quería decirle la verdad; quería simplemente quedarse allí, siendo rodeado por esos brazos que tanto tiempo anheló, teniendo la certeza de que no lo perdería.

Y allí, acurrucado en su pecho, escuchó como poco a poco los latidos de su corazón se sincronizaban con los del mayor.

De algún modo, eso le dio la valentía que necesitaba.

—Me gustas... —murmuró bajito, notando como los músculos del otro se tensaban. Derramó más lágrimas, sabiendo que con solo decir esas dos palabras, tal vez lo había perdido para siempre— Nunca me dejaste de gustar... —susurró, dejando que el otro se separase, aunque este le sujetaba los brazos y lo miraba confundido. Lit ya se había empezado a preparar para dejarlo ir. —Estuve con ella todo este tiempo porque me ayudaba a no pensar en vos... Llegó un punto en el que creí haberte superado, aunque sabía que me estaba mintiendo a mi mismo... —suspiró, recordando— Solo ella lograba despejarme un rato de tu recuerdo, y cuando descubrí que ella me estaba siendo infiel no le di importancia. En realidad, yo ya le estaba siendo infiel, después de todo, vos eras la persona que estaba en mi mente todo el tiempo...

Se mordió el labio inferior, procurando no llorar.

—Lo sien... —Unos labios lo interrumpieron. Sus ojos se abrieron como platos, y observó, atónito, como el otro se separaba— ...to. —se sintió un idiota por terminar la frase luego de aquello, pero sinceramente, se encontraba más confundido que nunca.

Aunque, claro, no se quejaba de ser interrumpido. Si iba a ser de esa forma, Ecko podía interrumpirlo las veces que quisiera y el se lo agradecería, porque besarlo había sido como probar un poco de ese paraíso que tanto tiempo se le había sido negado. Lo malo era que ahora estaba empezando a hacerse ilusiones.

—Mau. —el mayor sonrió, y las preocupaciones del platinado se esfumaron tan rápido como una estrella fugaz pasando por el cielo— No pidas perdón... El que debería pedirte perdón soy yo, no solo por besarte sin pedirte permiso antes, sino también por... —inhaló y exhaló— Cuando te me confesaste, hace tiempo, nunca tomé en cuenta tus sentimientos. Solo te rechacé con un simple "no me gustás" y siquiera me preocupé por saber si te sentías mal... Y cuando empecé a sufrir porque creía que ya no sentías lo mismo, me arrepentí mucho. De decirte que no y por no haberme interesado por tus sentimientos. —las manos del más alto bajaron a tomar las del menor, que lo observaba en silencio y con los labios entreabiertos, con los ojos fijos y casi sin parpadear, con esa cara de bobo que a Ecko tanto le gustaba— Me gustás desde hace mucho, y no puedo sacarte de mi mente. Sufría por verte con ella, pero no me acercaba porque eras feliz, o eso creía, y no quería arruinarte de nuevo esa felici... —ahora Ecko fue el interrumpido.

Pero vamos, ¿Quién podía culpar a Lit? Antes había sido besado por el amor de su vida y luego este le dijo que sentía lo mismo, ¿Cómo iba a poder contenerse de besarlo? Más cuando se mostraba tan triste de cosas a las que Lit le había restado importancia.

Esta vez, no se separaron.

Los brazos del menor rodearon el cuello del ajeno, quien rodeo finalmente aquella estrecha cintura con sus brazos, permitiéndose gozar aquel momento tan anhelado.

Sus labios encajaban y sus cuerpos igual. Ambos mimaban al otro mientras sus labios devoraban los foráneos con anhelo, con cariño, con dulzura, y más importante, con amor.

Finalmente tenían aquello que tanto tiempo quisieron.

Se tenían el uno al otro.

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N/A: Bueno, originalmente acá iba a terminar esta historia. Pero se me ocurrió una idea para seguirla, aunque todavía no haya podido empezar a escribir, por lo que es probable que tarde un poco más en subir la continuación, así que espero que me tengan paciencia
>.<

¿Les gustó hasta ahora?

Recuerden follarse la estrellita, ndeah

Querido amigo [Litcko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora