verdad a la luz

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        Un día de verano en España, yo, Alana, estaba con mi mejor amiga Dani. Nos reunamos todas las tardes para pasar tiempo juntas, estudiar, hablar y leer. Éramos inseparables; nuestros padres siempre andaban juntos, lo que generó una bonita amistad entre nosotras. Como en toda amistad, teníamos problemas, pero eran pequeños y siempre buscábamos la manera de no hacerlos grandes.

No era casualidad que siempre nos tocará estar juntas en los equipos del colegio. Algunas chicas nos tenían envidia por ser inteligentes, pero no le dábamos importancia. Dani y yo compartimos nuestros secretos, lo sucedido en nuestras vidas y nuestros amores. Todo parecía maravilloso, aunque no sabía que Dani no era lo que aparentaba ser. Me tenía envidia porque yo siempre conseguía lo que quería, mientras que sus padres no podían darle todo lo que ella deseaba. A pesar de ello, decidí no darle importancia y seguir con mi vida.

Un día, Dani entró sin permiso al cuarto de Ángela buscando algo que quería. Lo encontró y se lo llevó a escondidas; nadie se dio cuenta. Yo estaba buscando un collar y una bolsa, pero nunca los encontré.

Los problemas eran obstáculos a superar. La familia estaba planeando un día de campo cuando Dani y yo tuvimos un pequeño percance. Nos enojamos porque Dani no cumplió con sus tareas y reprobó una materia. No quería verla ni en pintura, pero nuestros padres decidieron llevarnos para que se nos pasara el enojo. Durante el día de campo, olvidamos nuestra disputa y hasta ayudamos a levantar la leña, pasándola muy bien.

—Qué bien que nos trajeron juntas

—comenté. —Sí, pero casi no me dejaban venir

—respondió Dani. —Me da gusto, amiga —dije.

Regresamos a la reunión con las familias para prender el fuego y hacer una fogata. Cuando nuestras familias se juntaban, era maravilloso. Nos gustaba estar todo el tiempo juntas; éramos como hermanas y compartíamos todo, incluso cosas íntimas. Después de un día lleno de felicidad, nos reconciliamos y olvidamos nuestros problemas. Lo que no sabíamos era que se estaba preparando otro viaje, donde estaría alguien inesperado. Había tenido un sueño en el que algo me estaba a punto de suceder, pero no recordaba cómo terminaba porque me despertaron.

Un día normal, Dani y yo nos encontramos con un chico encantador. Tenía unos bonitos ojos azules y una sonrisa inolvidable. Se presentó diciendo:

—Hola, perdón, venía distraído. Me llamo Samuel.

Las chicas se quedaron calladas por un rato hasta que decidieron hablar.

—Hola, yo me llamo Dani y ella es Alana. Un gusto, Samuel —dijo Dani.

—Igualmente. Perdón, pero llevo un poco de prisa —respondió Samuel.

—Ok, no te preocupes —dije yo.

—Nos vemos algún día —se despidió Samuel.

No podía dejar de pensar en Samuel, en sus hermosos ojos y su encantadora sonrisa. Lo que no sabía era que Dani también se había enamorado de él; las dos estábamos enamoradas del mismo chico. Dani, que iba sola, vio venir a Samuel y pensó que era el momento de declararle su amor, pero decidió esperar a otro momento. Se escondió de él para no decirle lo que tenía en mente. Sabía que, si le hablaba, le diría todo lo que sentía por él. Decidió invitarlo al paseo familiar que tenía planeado conmigo y toda la familia. Al principio, él no quería ir, pero al final Dani lo convenció. Después de eso, cada quien siguió su camino.

Los familiares de mi amiga y los míos ya estaban listos para abordar el avión cuando mi hermana Valeria escuchó a Dani hablar. Valeria reaccionó grabando la conversación, pero decidió no decir nada para evitar un conflicto y no arruinar el viaje que ambas familias esperaban con ansias.

Transcurría el tercer día del viaje y Valeria aún no encontraba el momento adecuado para hablar, siempre surgía algo que lo impedía. Entonces, Dani desapareció y Samuel se fue con ella a dar un paseo, solo los dos. Preocupada, mi hermana decidió informar a nuestros padres. Al contarles y mostrarles el audio, decidieron salir a buscarlos, pero era demasiado tarde: mi mejor amiga había dejado inconsciente a Samuel y me había disparado.

Cuando llegaron al lugar, la policía y otras personas ya estaban allí. En el camino, encontraron a Dani y no la dejaron ir, ya que sabían que ella era la responsable. Tras explicarle a la policía lo sucedido, Dani fue condenada a 20 años de prisión, mientras que los demás ya habían prestado declaración.

Era un día normal y yo caminaba sola cuando alguien me tapó los ojos; era Samuel con una sorpresa. Quería decirme algo que jamás imaginé.

—¿Quieres ser mi novia? — preguntó.

­—Sí, quiero—respondí.

—Me haces el chico más feliz —dijo él.

Estuvieron mucho tiempo juntos, pero Samuel solo jugaba con Ángela. Ella lo descubrió al planear una trampa para probar su fidelidad, haciéndose pasar por otra persona en WhatsApp. Comenzó con un simple 'hola' hasta que él confesó que solo estaba con ella por una apuesta con sus amigos.

Desde ese momento, Ángela dejó de confiar en los demás. Su hermana Valeria la animaba para que no cayera en depresión ni pensara en el suicidio. Ángela, cansada de desilusiones amorosas, consideró el suicidio, pero justo entonces llegó su madre.

Ilusión Pérdida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora