Todo comenzó en una noche oscura mientras yo iba rumbo a la casa de mi madre por la carretera. Me sentía tranquila pero ansiosa por verla. De repente, una luz deslumbrante me cegó, haciendo que perdiera el control y chocara contra un tráiler. Salí despedida a unos 5 metros de altura y caí en un pozo. El conductor del tráiler, desesperado y sin saber qué hacer, huyó del lugar.
A pesar del impacto, seguía con vida. Estaba asustada y sola, sin escuchar a nadie cerca. En un momento de desesperación, decidí gritar. Sin embargo, mi conciencia me decía que nadie me respondería. Pero justo en mi último grito, un chico se bajó de su carro para ayudarme. No sabía qué hacer, así que decidió llamar a las autoridades.
Cuando llegaron los rescatistas, intentaron sacarme del pozo, pero debido a su falta de equilibrio, me dejaron caer nuevamente, y me desmayé. La policía me preguntó qué había sucedido y cómo había llegado allí. El chico que me ayudó estaba nervioso y angustiado. Él explicó que cuando llegó, yo estaba gritando pidiendo auxilio, pero no entendía cómo había llegado a esa situación.
Los investigadores se preguntaban qué había ocurrido. De repente, un señor mayor se acercó y reveló la verdad.
Todo parecía perfecto, pero de pronto un trueno me despertó, dejándome en shock porque pensé que era parte de la realidad. A la mañana siguiente, aún estaba asustada. No solía soñar con este tipo de cosas; mis sueños solían estar relacionados con mi familia o las series que amaba. Me pareció extraño tener un sueño así, como si fuera una señal de algo que estaba por suceder. Sin embargo, no le conté nada a mi madre, ni siquiera lo que pensaba.
Decidí distraerme para olvidar el sueño. Caminando hacia un paseo, me encontré con mi mejor amiga. Le conté lo sucedido y ella me dijo:
—No te preocupes, todo estará bien. Los sueños a veces no significan nada y son solo mentiras
La conversación entre nosotras terminó ahí, sin más opiniones. Continué mi camino hacia casa, pero de repente vi a una chica con los mismos rasgos físicos que yo. Ella me advirtió:
—Ten cuidado, porque así serás dentro de 10 años, o incluso menos
Asustada, apresuré el paso para llegar a casa. Aunque no le di mucha importancia a sus palabras, mi conciencia me decía que no debía ignorarlas. Quizás había algo más detrás de ese encuentro, algo que no quería que me sucediera.
Pasaron días desde lo ocurrido, y no le había contado a mi madre lo que sucedió aquella vez. Decidí no hacerlo para no preocuparla, ya que está un poco enferma. Salí de casa rumbo a la escuela, pero al llegar, tuve una sensación extraña, como si algo malo me fuera a pasar. Como de costumbre, no le di importancia. Para mi mala suerte, ese día yo Yamila no tenía suerte. En el camino a la preparatoria, me pasaron varios incidentes pequeños, como quedarme sin gasolina y tropezarme al bajar del carro.
Además de la escuela, tenía otras cosas que hacer, como ir al supermercado, pasar por un chequeo médico y terminar la tarea. Después de completar todas mis responsabilidades, la noche ya había avanzado y eran cerca de las 2 de la mañana. Fue entonces cuando un camión se cruzó en mi camino, encandilándome los ojos y llevándome al hospital. Mi madre recibió una llamada informándole que estaba en estado grave. Los médicos no sabían si sobreviviría o no. Tanto mi madre como mi padre estaban extremadamente tristes, ya que yo era su única hija. Pasaron 10 años sin que despertara, y los doctores no daban ningún diagnóstico. Sin embargo, mis padres nunca perdieron la esperanza de que algún día despertaría.
Finalmente, despierto con los ruidos de mis padres gritando.
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Ilusión Pérdida
De TodoIlusión perdida es un libro que abarca diversos géneros y explora la complejidad de las emociones humanas: Se trata de diferentes historias que te llevan a que hay límites entre la realidad y la fantasía que dibujan los personajes. Cada protagonista...