Bots, Autodestrucción y Marca

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Probablemente tu mundo y el mío no son parecidos, básicamente porque mi mundo empezó cuando el tuyo había sido destruido, Las grandes guerras del océano y la rebelión de los Bots hizo que de la Tierra que tú conoces solo quedase polvo y estructuras, de las que apenas sacamos materiales para vivir.

Las grandes guerras empezaron cuando el petróleo se acabó, muchos países se pelearon entre ellos para conseguir lo poco que quedaba, y empezaron a destruirse, eso hizo que las bombas nucleares arrasaran continentes enteros, lo que provocó hambre, y el hambre nos convirtió en caníbales, haciendo que nos comiéramos entre nosotros, nos transformamos en sucios animales, pero animales vivos.

De modo que no solo debías protegerte del gobierno, que nos esclavizaba con los Bots, máquinas con aspecto humano, que buscaban insurgentes, sino de todos los que cuando los Bots abandonaban los cadáveres, corrían a arrancar alguna parte para poder comer.Todos los días los Bots mataban gente que eran acusados de fomentar rebeliones. Era una vida dura hasta que llegaron los clanes.

Los clanes le dieron un sentido al caos extendido. Se dividieron en Mandato, Protección, Esoterismo y Alimentación, pero la gente no quería vivir sin las proteínas de la carne y con los animales extintos, la única forma de conseguir carne, era comiendo carne humana. De modo que hacían matanzas organizadas para que los que no trabajasen o cometieran algún crimen, fueran asesinados por las masas y preparados como cena. Para cuando llegamos a esto, todos éramos conscientes de que podíamos convertirnos en comida.

Todos los clanes elegían cuatro familias de poder que destacaban en algo. Cada familia debía luchar todos los años por su puesto. Pero había una en mi clan que no había cambiado desde antes de que yo naciera. La familia de Protección. Mi familia. Mi hermana Briana y yo fuimos entrenadas por la familia para ser fieras guerreras, y cada una hacía honor a la fama de la familia. No éramos para nada iguales, Briana era morena, bajita, de ojos oscuros y cuerpo estrecho y delicado, lo que la hacía muy rápida y compensaba su falta de músculo, debido a que su compasión le impedía comer la carne de sus iguales. Yo soy totalmente diferente. Soy más alta que ella aunque tampoco mucho más, pelirroja y mis ojos tan grandes y verdes me daban una mirada felina que la gente temía sobremanera, y con razón, muchos hombres habían muerto bajo mi espada antes de que se dieran cuenta de que debían tener cuidado con lo que decían, por lo que la compasión no era precisamente uno de mis fuertes. Soy esbelta y tengo más curvas de las que considero necesarias, pero lo que más me hace diferente es la marca que me acompaña desde que nací.

En mi clan, las mujeres nacidas en Navidad llevan una marca de por vida, que crece y acentúa su rasgo más característico. Mi marca se encontraba cuando nací en mi pelvis y se fue extendiendo de modo que a mis 18 años la marca llegaba desde mi muslo a mi cadera. La marca acentuaba no solo mi fuerza, debido a que era un tribal, sino también la lujuria que para mi pesar despertaba.

Cada marca, estaba asociada a una profecía, pero la mía era la única que no debía ser cumplida. Mi nombre es Éiren. Y con mi profecía el mundo volverá a ser destruido. Esta vez, para siempre.

La Profecía de los MarcadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora