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Continuación...
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-"Lindo nombre"- dijo Rashid -"Por lo que veo te gusta mirar hacía la ciudad. Es algo curioso"- menciono sonriéndole a Lamya.
-"Así es SAYIDI. Me gustaría ir allá."- Le respondió Lamya con el brillo de la emoción en sus ojos.
-"¿Qué estas esperando entonces? La ciudad es hermosa, puedes irte conmigo hoy mismo y por la noche prometo traerte de vuelta"- dijo Rashid tratando de sonar convincente -"Tus padres ni se enterarán. Apuesto a que justo ahora no saben ni donde estas".
-"De hecho les dije que vendría para acá a disfrutar de la vista solo un poco"-soltó Lamya -"Ellos saben que llegaré un poco tarde".
Lamya pareció pensarlo por un rato. No le vendría mal alejarse solo por unas horas para ir a la ciudad. Así podría mostrarles a sus padres que sabía cuidarse sola y que aquella ciudad no era tan mala como creían.
-"Te doy mi palabra preciosa FATA"- le dijo Rashid para luego salir de ahí.
Ambos emprendieron con dirección a Dubái. Rashid llevaba un viejo auto. -Ya cayó, ya tengo un negocio más- pensó Rashid mientras conducía.
Fue así como al igual que a Aamaal, se llevaron a Lamya. Una jovencita llena de sueños y esperanzas, con el simple deseo de poder ir a la gran ciudad. Un hombre egoísta que solo pensó en todo el dinero que obtendría por su nueva mercancía.
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