Capitulo 5: Después del Incendio...

857 111 72
                                    

Despertar es un proceso.

A medida que los párpados de Atsushi comenzaron a agitarse, los colores o más bien la ausencia de ellos, se hicieron cada vez más claros. Recordó la última vez que había estado en este tipo de contexto.

Había tenido lugar un poco antes de que abandonara el orfanato.

Ese hombre que tenía...

Atsushi apartó esos recuerdos. Podía luchar contra el fuego cualquier día (pero si podía evitarlo, lo agradecería), pero el pasado era demasiado poderoso para él. En realidad, muchas cosas lo eran, pero ninguna de ellas era tan terrible como su vida anterior.

Respiró y se centró en su entorno. Estaba en la habitación de un hospital, pero eso ya lo sabía. Ahora que la pregunta "dónde" había sido respondida, necesitaba descubrir el "por qué".

La puerta se abrió y entró un joven enfermero.

—Oh, estás despierto.— Observo con simpleza. —Voy a ir a por algunas cosas y hablaremos, ¿de acuerdo?

—Por supuesto.

El hombre sonrió y se fue.

Atsushi se pasó una mano por el pelo. Era más corto y desordenado. Como si se hubiera tomado una bomba en la cara.

El fuego.

Se le vinieron a la mente vívidas imágenes del infierno. Cómo había tratado de ayudar al anticuario. Cómo la culpable se parecía mucho más a una víctima de lo que cualquier criminal tenía derecho.

No se había curado o, más bien, había dejado de curarse. Su cuerpo ya no le dolía, pero una sensación persistente aún perseguía cada centímetro de su ser. Si su habilidad no le hubiera fallado, nadie habría descubierto cuán gravemente había sido herido.

Sin embargo, el pasado no podía ser cambiado y aquí estaba, en una habitación que apestaba a antiséptico y dolor. Se suponía que esto no iba a pasar.

«Kunikida-senpai me va a matar» se dio cuenta Atsushi con horror.

Dazai se movió hacia adelante cuando su oponente casi logró golpearlo en el pecho

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Dazai se movió hacia adelante cuando su oponente casi logró golpearlo en el pecho. Dio un salto y levantó el pie para patearlo en la cara. Resuena en todas partes, la respiración irregular de su enemigo, los rápidos movimientos de su cuerpo y la música de fondo.

Su estado fue satisfactorio. Podría durar unos minutos más. Finalmente iba a ser capaz de derrotarlo después de una hora de trabajo. Renunciar no era una opción. Miles de vidas estaban en juego. Él podría-

Alguien le arrebató la consola.

—¡Por el amor de Dios, caballa, estamos en un maldito hospital! ¡Deja de molestar a todos con tu molesto juego o al menos bájale el volumen!— Gritó Chuuya.

De Novelistas y Perros CallejerosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora