IV

775 90 22
                                    

—Lan Zhan, hazme espacio, yo también quiero dormir en el colchón —declaró Wei Ying, como si esa no fuera la declaración más devastadora que había escuchado Lan Zhan en todo el día... y eso era decir bastante. Apenas había logrado pasar el día con Wei Ying a una proximidad más bien cercana, lo que en general era una mezcla entre el cielo y el infierno, pero especialmente hoy era una tortura. Lan Zhan creía estar haciendo un buen trabajo al interpretar su terror puro como estrés por la mudanza, pero era difícil de decir cuando Wei Ying estaba en el mismo bote: un poco estresada, un poco privada del sueño y... ¿y qué más? ¿Había algo más? Por una vez, Lan Zhan no estaba segura de cómo debía leer a Wei Ying. Sus bromas y su coqueteo parecían bastante normales, pero ¿podría ser que ahora también significaran algo más?

Wei Ying todavía no sacaba el tema del obsequio. Lan Zhan la había atrapado observándola pensativa en más de una ocasión, pero no estaba segura de qué significaba eso. No estaba segura de lo que significaba nada. Justo ahora, su relación generalmente sólida se sentía como un escritorio desarmado de Ikea sin instrucciones ni guías.

Quizá Lan Zhan había pasado demasiado tiempo cerca de sus muebles el día de hoy.

Todo acerca de su relación con Wei Ying siempre le había parecido como un estudio de paradojas. Pese a lo que Wei Ying parecía pensar sobre su primer año de conocerse, nunca se había tratado de un odio-amor para Lan Zhan; simplemente era que sentía muchas cosas en todas las direcciones por cada parte de Wei Ying, por lo que sus reacciones se presentaban de maneras contradictorias. Siempre era más fácil para ella expresar frustración antes que afecto, porque la vulnerabilidad era una ventana que raramente se sentía cómoda abriendo. Gracias a esto, cada reacción parecía haber sido de molestia a partir del segundo en que conoció a Wei Ying en su primer año: esa chica exasperante y hermosa con su risa chispeante, que no tomaba en consideración las reglas, que era una genio musical por lo que se saltaba las prácticas más a menudo de lo que cualquiera de los superiores en sus programas podrían permitirse, y que tenía un evidente interés (de algún tipo) en Lan Zhan.

Aunque compartieron habitación durante todo ese año, la primera vez que Lan Zhan encontró a Wei Ying fue en el área verde del edificio de música. Wei Ying estaba sentada hasta el punto más alto de una colina, recargada contra un árbol y tocando pasajes amenos en su flauta. Lan Zhan no reconoció la pieza, pero se quedó sin aliento ante el sonido tan pleno y a la vez tan ligero que producía Wei Ying, ante las frases que daban vueltas con la briza mientras tenían una conversación con un instrumento que no se escuchaba. Guardando el mayor silencio posible, Lan Zhan subió la colina, llegando desde el lado en que Wei Ying no podía verla, y se sentó contra el mismo árbol, espalda a espalda con Wei Ying. Bajó su mochila y sacó un folder de orientación que fingió leer detenidamente, dejando que la música de la flauta le inundara.

Unos minutos después, la música se detuvo y una cabeza se asomó por un lado del árbol, a centímetros del rostro de Lan Zhan.

—Hola —dijo Wei Ying—. Soy Wei Ying.

Lan Zhan no había sido capaz de decir una sola palabra y sencillamente la miró en respuesta.

—¿Sabes? —continuó Wei Ying—, si viniste hasta acá para escucharme, al menos podrías hacerme un cumplido mientras estás en ello. —Le guiñó un ojo.

Lan Zhan se había sonrojado, aun sin encontrar palabras.

Quería decirle: "Fue hermoso".

Quería decirle: "Tú eres hermosa".

Quería decirle: "Por favor toca conmigo. Escribiré un dueto para nosotras".

Pero lo que en realidad salió de su boca fue: "Sinvergüenza". Luego se levantó y se fue, ignorando a Wei Ying, quien se había puesto de pie a trompicones y trataba de seguirla, llamándola sin mucho éxito. —¡Espera, no me dijiste tu nombre!

Una entusiasta amante de los conejos | WangXian wlwDonde viven las historias. Descúbrelo ahora