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Wei Ying despertó a la mañana siguiente con Lan Zhan deslizándose fuera de sus brazos y saliendo de la cama. Aún en su bruma de sueño, Wei Ying gruñó y estiró ambos brazos en dirección a Lan Zhan, haciendo ademán de querer agarrarla.

—Lan Zhan, regresa —se quejó—. Me voy a enfriar. Es muy temprano todavía.

—Sigue durmiendo —dijo Lan Zhan—. Desempacaré unas cuantas cajas de la cocina para poder preparar el desayuno. Te despertaré cuando esté listo.

Wei Ying rodó hasta quedar sobre su estómago y enterró la cara en la almohada. —Mmmm, ¿puedes hacer waffles? —preguntó con una voz amortiguada. Apenas escuchó la respuesta de Lan Zhan al deslizarse una vez más hacia sus sueños... aunque un instante después brincó fuera de la cama.

Lan Zhan estaba desempacando más cajas. Wei Ying todavía no había podido descubrir dónde estaba escondido el vibrador. Si lograba encontrarlo conveniente y accidentalmente, podría iniciar conveniente y accidentalmente una conversación completamente casual al respecto con Lan Zhan; no podía perder ni una oportunidad para desempacar. ¿Qué tal si estaba en la waflera? Sería mejor asegurarse. Se sentó y salió de la cama a regañadientes, con el cabello levantado en todas las direcciones. Maldición, estaba tan cómoda.

Llegó trastabillando hasta la cocina justo a tiempo para ver cómo Lan Zhan se enderezaba de pronto de donde estaba en cuclillas frente a una caja.

—¿Estás despierta? —preguntó Lan Zhan, que parecía un poco sorprendida. Llevaba una almohada en una mano y un tazón de vidrio en la otra.

—Sí, creí que podría ayudarte —dijo Wei Ying—. ¡Oye, sí tenías otra almohada! ¡Debiste sacarla anoche! Dámela, puedo llevarla a la habitación por ti. —Estiró una mano para tomarla, pero Lan Zhan dio medio paso hacia atrás y puso el tazón en manos de Wei Ying en su lugar.

—No, tú toma esto —habló Lan Zhan; sonaba un poco apresurada—. Yo me llevaré esto y tú... ¿por qué no empiezas por bajar los ingredientes de la alacena por mí? En caso de que yo no pueda alcanzarlos. —Se giró y apresuró el paso hacia la habitación, aún con la almohada bajo el brazo.

—¿Qué...? ¡Pero tú eres más alta que yo, Lan Zhan! —gritó Wei Ying, desconcertada—. ¿Cómo podría alcanzarlos yo si tú no llegas?

—Sólo ve si puedes encontrar la harina, ¿de acuerdo? —respondió Lan Zhan, ya en la otra habitación.

Wei Ying negó un poco con la cabeza, tratando de espabilarse. Era muy temprano para esto. Empezó buscando en la alacena que habían llenado apenas el día anterior. —¿Por qué no puedes utilizar una mezcla preparada como todos los demás? —exclamó. No hubo respuesta.

Por fin, Wei Ying pudo ver la harina en el estante superior de la alacena. Lan Zhan definitivamente podría haberla alcanzado, pero Wei Ying no podía. Se subió al mueble de la alacena y trató de equilibrarse sosteniéndose del refrigerador con una mano para apoyarse. Justo cuando estaba por tomar la harina, Lan Zhan apareció en la habitación y jadeó ligeramente.

—¡Wei Ying! ¡Te vas a lastimar! ¡Baja de ahí!

—¡Ya voy! —Wei Ying bajó de la alacena con la harina en una mano—. Estoy bien, estoy bien. ¡De todos modos tú eres más alta que yo! Seguro que podrías haberlo hecho sin subirte.

Por un segundo, Lan Zhan pareció legítimamente culpable. Qué bendición. —Lo lamento —dijo.

—Nah, no te preocupes —la tranquilizó Wei Ying—. Pero en serio, yo podría haber llevado esa almohada por ti. Oh, bueno. ¿Hay algo más que debería buscar?

Una entusiasta amante de los conejos | WangXian wlwDonde viven las historias. Descúbrelo ahora