Deja a Joan

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Llego a casa de Tània y no hay nadie así que me siento en el sofá y enciendo la televisión. Voy cambiando los canales hasta que me canso y lo dejo en TV3, donde están dando las noticias. Mi teléfono móvil empieza a sonar y descuelgo pensando que es Joan pero me sorprendo al no oír su voz.

- Gabi. - Reconozco la voz de Pol y maldigo en mi interior.

Desde nuestra última conversación en el insti he intentado ignorarlo y ahora por una estupidez como no mirar quien me estaba llamando tengo que hablar con él.

- Pol, qué sorpresa. ¿Necesitas algo?

- Sí, una explicación.

Vaya, una explicación es lo único que no tengo ahora mismo.

- Lo único que quiero saber es por qué no me lo has dicho y me has ignorado todo el día. Somos personas lo suficientemente maduras como para centrarnos en lo nuestro.

- No lo sé Pol, no te lo dije porque no vino al caso. - Le digo inventándome una respuesta creíble.

- Ya, ¿No vino al caso cuando nos liamos en la fiesta de...?

- Estaba borracha. - Digo interrumpiéndolo. - Ese día había discutido con Joan pero no hicimos nada. Lo siento si te di esperanzas pero entiende que renunciar a todo por alguien que te puso los cuernos no es fácil de asimilar ni de olvidar.

- ¿Tú me hablas de cuernos cuando he tenido que fingir una sonrisa ante mi amigo? - Me dice alzando la voz y sus palabras hace que empiecen a salir pequeñas lágrimas de mis ojos. - Dime la verdad, ¿por qué no me lo dijiste?

- ¿Qué quieres oír? - Le pregunto alzando la voz y sabiendo que si le digo la verdad, nada volverá a ser como antes, me siento culpable cada vez que veo a Pol, cada vez que veo a Joan. Esta situación es muy difícil para mí. - ¿Quieres que te diga por qué? No te dije nada porque quería, no te dije nada porque me sentía culpable, no dije nada porque sigo queriéndote pero también quiero a Joan. No dije nada porque ni yo sabía que sentía y sigo igual de confusa. ¿Era esto lo que querías oír?

- Deja a Joan. - Eso es lo único que me dice Pol.

- ¿Qué?

- Que dejes a Joan, no puedes querer a dos personas a la vez, te prometo que si lo volvemos a intentar, no te fallaré.

- ¿Sabes qué es lo peor Pol? - Pregunto e inmediatamente respondo. - Lo peor es que eres un egoísta, solo piensas en ti y siento que me quieres como excusa, porque no eres capaz de asumir que en tu fiesta de cumpleaños estuviste con Bruno haciendo cosas.

- Da igual si soy gay o hetero, ¿no lo entiendes? Lo importante es que te quiero y hazme caso cuando te digo que no me he arrastrado así por nadie.

- Hazme caso tú cuando te digo que ahora estoy feliz con Joan.

- Si en realidad estuvieras feliz con Joan no te hubieras lanzado a mis brazos en esa fiesta.

Sin responder cuelgo el teléfono y lo tiro al suelo, escondo mi rostro en las manos y lloro hasta quedarme dormida.

[...]

Despierto en la habitación en la que duermo habitualmente y me quedo en la cama mirando al techo esperando a que suene el despertador. Pienso en todo lo que pasó ayer, en la discusión que tuve con Pol y la charla de chicas que tuve con Tània. Recuerdo perfectamente las palabras de mi amiga: "¿No crees que si de verdad estuvieras enamorada de Joan, no tendrías ojos para nadie más?"

¿Es eso cierto? No creo, estoy enamorada de Joan tanto como lo estoy de Pol. ¿Por qué me pasa esto a mí?

De pronto suena la alarma y Tània empieza a moverse en su cama antes de levantarse. Yo me levanto tras ella y cojo mi ropa para cambiarme. (Multimedia)

Gabieleven 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora