La familia Potter-Malfoy

1-"Papá, ¿te vas?"

-Tú...tú....¡¿Cómo has podido?! Yo...¡yo te quiero! ¡Tú me quieres! ¿¡Que demonios haces?!

Harry se rascó la nuca, incómodo, mientras su esposa le gritaba entre sollozos.

-Yo...lo siento, Gin, pero....

-En tu puta vida. ¿¡Me oyes?! ¡En tu puta vida me vuelvas a llamar así! ¡Ni Gin, ni cariño, ni mi vida, ni mi amor, ni pelirroja, ni nada! ¡Tú y yo....tú y yo hemos terminado, Harry Potter!

Cada vez el ambiente estaba más tenso. La mujer que había amado durante tantos años estaba frente a él, con la cara y los ojos rojos, a juego con su cabello. Parecía que lo odiaba, pero el moreno supuso que sería por el cabreo del momento. Ginny no podía odiarlo siempre, ¿O sí?

-Ginny, lo siento, no debí besar a Draco estando contigo.

-Si te crees que vamos a ser una pareja feliz después de esto, estás muy equivocado. Por mucho que te disculpes. Hemos roto, ¡habértelo pensado mejor!

El hombre la miró a los ojos y pensó que la pelirroja se alegraría de oír que él tampoco quería seguir con su matrimonio. Al fin y al cabo, a nadie le gustaría tener a su ex de pesado ¿verdad?

-No....no quiero seguir contigo, de todas formas. No te molestaré. Sólo seré el padre de James, Albus y Lily, nada más.

Al contrario de lo que él pensó, a Ginny no le gustó para nada esa respuesta. Se echó a llorar de nuevo y lo miró con rabia.

-Pues lárgate de esta casa.

Después de decir estas palabras, agitó su varita y la maleta de Harry apareció abierta sobre la cama de matrimonio en la que solían ser felices.

La pelirroja se fue sollozando al salón, dejando al hombre solo.

Harry empezó a empacar su ropa cuando su hijo mayor, James, entró al dormitorio.

El chico ya tenía 13 años, pero aún no tenía sombra de bigote. Era moreno, pecoso y tenía los mismos ojos verdes que su padre, aunque estos no estaban tapados por gafas. El chico veía bien por el momento. Llevaba un pijama de Gryffindor y miraba a su padre, aparentemente asustado.

-Papá....¿te vas de casa?

El hombre lo miró y dejó de hacer su maleta de inmediato. Chasqueó la lengua y se acercó a él.

-Siento haberte despertado, Jamie, mamá y yo hemos discutido y sí que me voy.

El moreno miró el suelo.

-No lo vais a arreglar, ¿A que no? Lo he...lo he oído todo.

Harry lo miró tristemente, seguramente el chico había oído que su padre le había puesto los cuernos a Ginny y se sentía decepcionado con él.

-No....no creo, hijo, pero eso no tiene porqué ser malo.

-¿Quien es....quien es Draco, por cierto?

-Yo...este....Draco venía conmigo a Hogwarts, estaba en Slytherin y no éramos muy amigos, pero después empezamos a llevarnos bien. Muy bien.

-¿Dejas...dejas a mamá por un hombre?

Oh, Merlín, que larga iba a ser esa conversación.

-Sí, bueno, es que...Draco y yo salimos por un tiempo en Hogwarts, antes de que empezara a salir con tu madre, y nos queríamos mucho.

-Y entonces...¿por que te casaste con mamá?

-Bueno, es que...al padre de Draco no le gustaba que saliéramos, así que tuvimos que dejarlo y entonces me enamoré de tu madre.

Técnicamente no le había mentido, a Lucius no le gustaba su relación y, aunque él no fuera la principal causa de su ruptura, quería que ellos dos cortaran. No iba a decirle a su hijo que Draco había estado relacionado con Voldemort o no les gustaria.

-Ya veo...¿Entonces te vuelve a gustar ese hombre?

-Sí.

-Y mamá y tu vais a...¿divorciaros?

Harry suspiró.

-Eso me temo, lo siento.

El chico sonrió tristemente.

-No te preocupes...es mejor eso que si se lo hubieras ocultado, ¿no?

-Claro, por eso se lo he dicho.

Al chico se le borró la sonrisa cuando una idea horrible se le pasó por la cabeza.

-Papá...Albus, Lily y yo....Podremos verte, ¿verdad?

-Yo...eso depende de tu madre, cariño, háblalo con ella. Yo haré todo lo posible por pasar tiempo con vosotros.

James abrazó a su padre, intentando no llorar.

-¿Donde...donde te quedarás?

-No...no lo sé, pero encontraré algo. Al fin y al cabo, soy el mejor amigo de la ministra de magia y el chico que venció, seguro que me quieren en algún sitio.

El tono fingido de superioridad de Harry padre consiguió su objetivo: hacer reír a James.

-Vale, te creo.

-Bien...

Se separaron del abrazo y Harry le puso una mano en el hombro a la joven versión de si mismo que tenía delante.

-Ahora tú eres el hombre de la casa, James. Debes cuidar de tus hermanos, ¿sí?

El chico asintió, decidido.

-Así me gusta. Ah, por cierto, ¿Podrías fingir que no sabes nada delante de tu madre, mañana por la mañana? Y, diga lo que diga, finge que la crees, ¿vale?

El chico se quedó algo confuso.

-Mamá....¿mamá nos mentiría?

-No, no, pero...puede que maquille un poco lo sucedido para no haceros daño.

-Entiendo....¿Nos escribirás cuando tengas casa?

-Claro que sí, hijo, y os indicaré donde vivo para que podáis venir a visitarme cuando queráis. ¿Te parece bien?

El chico asintió.

-Vale, será mejor que te acuestes, no quiero que mamá te vea despierto.

-Vale....Papá...

-¿Que?

-Te quiero muchísimo.

-Yo también, cariño, y a Albus y a Lily. Más que a nadie en este mundo. Díselo a los dos por la mañana en mi lugar.

-Vale. Buenas noches y suerte.

-Buenas noches hijo.

James se fue a su habitación con el corazón en un puño, se metió en su cama y puso la oreja para saber cuándo se iba su padre.

El hombre acabó de hacer la maleta, la bajó de la cama y salió de su dormitorio. Se despidió de su hijo saludándolo desde la puerta con una sonrisa forzada, intentando no derrumbarse para que su hijo pensara que estaba bien. El chico le correspondió el saludo y entonces Harry se fue por el pasillo. Pasó por el dormitorio de Albus, se acercó a la cama de este y besó su frente. Lo mismo en la otra habitación, con su pequeña y adorable Lily.

Cuando pasó por el salón para dirigirse a la salida de la casa, se detuvo a mirar a Ginny.

La mujer estaba sentada con las piernas cruzadas como los indios en el sofá y tenía una copa de whisky en la mano. Miraba a Harry con los ojos rojos, frunciendo el ceño.

El moreno suspiró, cansado y triste a partes iguales.

-Recuerda: Yo también soy su padre.

No dejó que la mujer contestara y salió por la puerta de la que era su casa.