2-Reencuentros

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Harry salió de su casa arrastrando su maleta y hechizó el encantamiento Lumos con su varita.

Al camno de un minuto, el autobús noctámbulo pasó a buscarlo.

Se subió a este y un chico de unos veinte años, rubio y de ojos azules le cogió la maleta. El moreno recordó por un momento a Stan Shunpike, el antiguo encargado del autobús. Seguramente ya no trabajaba ahí.

-Bienvenido al autobús noctámbulo, transporte de emergencia para el brujo abandonado a su suerte. Extienda la varita, suba a bordo y lo llevaremos a donde quiera. Me llamo Charles Mcginnon. Estaré a su disposición está noche. ¿Cuál es su nombre?

-Harry Potter.

El chico lo miró sorprendido. Al reconocerlo, se avergonzó de no haberlo hecho desde el principio.

-Suba, señor Potter. ¿A donde vamos?

Harry subió al bus y se sentó en una de las camas de latón que habían instalado para que los magos sin hogar pudieran pasar la noche.

-Al caldero chorreante, porfavor.

El conductor del autobús se giró y vió a Harry.

-¡Harry! Me pareció oír tu voz. ¿Que tal estás?

El hombre se fijó en el conductor, para poder recordar quién era: Tenía unos 45 años, era moreno y blanco de piel. Le sonaba muchísimo....

-¡Stan Shunpike! ¿Ahora conduces?

El hombre sonrió, agradecido de que el gran Harry Potter lo recordara, después de tantos años.

-Sí, el viejo Ernie ya la cascó, así que me ascendieron y ahora tengo a Charles. Ese chico es una máquina.

El rubio sonrió.

-Me alegro de que te vaya bien.

-¿Y tú, Harry? ¿No estás casado? Eso leí en el profeta hace unos cuantos años. ¿Que haces aquí, a estas horas?

Al moreno se le borró la sonrisa y suspiró.

-Mi mujer me ha echado de casa.

-No jodas, tío, lo siento. ¡Vamos al caldero chorreante!

Se volvió a girar y miró la carretera. Cuando estaba dispuesto a arrancar, Harry lo detuvo.

-¿Podrías ir....despacio, por favor?

-¡Claro que sí! ¡Y también te exfolio la cara con cremas y te hago la manicura! ¡Agarrate, princesa!

Harry así lo hizo y Stan empezó a conducir a toda velocidad, tal como Enrie lo hacia.

Al cabo de dos minutos llegaron al bar y aparcaron en medio de la calle.

-¡Ya estamos! ¿Ves, Harry? Si hubiéramos ido despacio habríamos tardado media hora o más.

El hombre se esforzó en sonreír en medio de su mareo.

-Claro.

Charles le bajó la maleta y Harry bajó detrás.

-Bueno, Stan, ya nos veremos.

-¡Eso espero! ¡Adiós!

El autobús se fue a toda velocidad y Harry entró al Caldero Chorreante con su maleta.

Entró al local y alquiló una habitación de una cama simple. Hacía mucho tiempo que no dormía en una de esas.

Subió a su habitación y dejó su maleta, para luego volver a bajar y meterse en el bar.

La familia Potter-MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora