Desperté agitada nuevamente, estaba sudando y mi cabeza daba vueltas, tenía mucho miedo por lo cual rápidamente prendí la luz, los ojos me dolieron por la repentina iluminación pero no los cerré, no quería volver a estar a oscuras, agarré mi almohada y lloré por unos minutos. Cuando me calmé un poco bajé de mi cama con dificultad, me dolían los golpes de ayer y además no tenía gran estatura, medía 1,59. Busqué mis pantuflas y me las coloqué tratando de no tocar mucho mi talón que se encontraba lleno de cortadas, agarré mi peluche y fuí al baño, otra vez había entrado Samantha a apagar la luz, la prendí y me miré al espejo, estaba hecha un desastre, mis cortos cabellos de color marrón claro estaban desordenados y enredados, mis ojos se hallaban rojos, seguramente habré vuelto a llorar dormida, mis mejillas estaban coloradas y una seguía morada por la cachetada que me había dado una chica sólo porque, según ella, su novio le había terminado la relación por mí. Ese día si que había llorado, pobre chica...
"Una vez más, yo había arruinado todo."
Abrí la ducha y luego de quitarme la ropa y de dejar a mi peluche en la silla rosada del baño, entré en ella, la calidez del agua destensó mis hombros y me relajó, usé el shampoo de vainilla y caramelo y luego el acondicionador de la misma marca, enjabone mis brazos, torso y piernas con un jabón de rosas luego de peinarme salí de la ducha, el frío me hizo taparme con la bata rosada que reposaba en uno de los ganchos. Sequé mi pelo con una toalla, abrí la puerta y regresé a la pieza para sacar un vestido de color celeste con puntitos blancos y unos zapatitos de color blanco con un pequeño liston del mismo color, unas medias largas blancas hasta la rodilla y ropa interior de algodón celeste limpia, me vestí luego de secarme y volví a entrar al baño...
"¿Cómo cubriré estas marcas?"
No creía que la base de maquillaje tapara tanto, pero lo intentaría, me puse la base, un poco de rubor, deliñe mis ojos y me puse sombra rosada, asombrosamente quedó bien por lo que cepillé mi cabellera nuevamente y fui al tocador de mi habitación a ponerme el collar de copo de nieve de plata con zafiros que me habían regalado mis padre cuando nací.
Agarré una campera de color celeste, quizás demasiado grande, para cubrir mis hombros.
Busqué con la vista mis lentes de color rosado que reposaban sobre la mesa de luz y los puse dentro de mi mochila rosada con dibujitos lindos, me fijé en el pizarrón que reposaba sobre la puerta y vi que hoy en el colegio tendría biología, lengua, matemáticas, cívica y los talleres a los cuales me había inscrito, el de jardinería, literatura y música. Sonreí para mis adentros, esperaba que hoy fuese un día sin problemas, mis ojos se llenaron de lágrimas y mi mirada fue a parar a una foto de mi madre, una bella mujer de ojos oscuros y cabellos largos y rojos como el fuego, Zaphire Armstrong y mi padre un hombre joven de cabellos iguales a los míos y con mis mismos ojos de color aguamarina cambiantes con la luz, yo era idéntica a mi padre Chris Frostkiss excepto por mi rostro el cual era casi igual al de mi madre, ojos grandes, pestañas largas, cara ovalada y nariz pequeña algo respingona con el puente alto. Físicamente no me sentía atractiva, cuerpo muy delgado, y sin mucho busto, piernas largas y manos de pianista, mi tez era blanca casi enfermiza. Si yo no hubiese heredado el color de pelo y ojos, quizás hubiese sido todo diferente, pero eso ahora no era importante. Tomé el celular y lo puse dentro de uno de los bolsillos de mi saco, tomé mi mochila y abrí la puerta con cuidado, la cerré y fuí hacia la cocina, bebí un jugo de naranja y comí unas galletitas de chispas de chocolate. Luego de lavar el vaso fui a la secundaria, tenía un poco de miedo y me escabullí en una multitud.
Cuando llegué al salón y me senté del lado de la ventana, contemplé el patio y sonreí al ver jugar a un grupo de chicos y chicas.
Sonó el timbre y el salón comenzó a llenarse, todos me miraban, muy pocos con pena, un poco menos de la mitad con aburrimiento y la mayoría con odio, supe, cuando me arrojarón un borrador, que este no sería un buen día.
"¿Por qué tuve que nacer, si sólo molesto a los demás con mi presencia? Quisiera morir y así dejar de lastimar a los demás"
Soy June Frostkiss, tengo 17, toda mi vida he sabido que yo no era más que una carga, si no hubiese existido, mi madre no hubiese sufrido tanto la muerte de mi padre "eres su fantasma, sólo un peso muerto, eres un error, él seguramente se suicidó porque no te soportaba, tonta, inútil, ¿por qué no te rompes? Sólo estás aquí para torturarme con su recuerdo, por eso eres igual a él, te quitare esos estúpidos ojos" Sólo he llorado, impotente desde que tengo uso de razón, sólo hubo 3 personas que me quisieron de verdad, sin embargo ya no existen.
Sólo soy una muñeca, me mueven para jugar conmigo, pero si pueden olvidar el dolor propio al verme más miserable que ellos, por mi esta bien.
"Sólo así seré útil y quizás feliz "
Lo que June no sabía era que los coleccionistas odian ver muñecas de porcelana tan bellas en manos mediocres
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El dragón que se enamoró de la princesa.[Pausada por estancamiento mental]
RomanceEl príncipe soñado no existe y June Frostkiss lo tenía más que claro, siempre humillada por el género masculino, ya desde sus 14 años se había cansado de buscar al común y amable blondo con el cual todas, de niñas, soñamos. Si no existía tal rumor ¿...