Capítulo 17.

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Natalia se prometió la noche que llevó a la rubia ebria a su hogar, que si ella se entregaba, le daría todo lo que quisiera.

Ahora, la tenía en su habitación, su cuerpo le quemaba, era la tentación. La tenía a su merced.

-Voy a hacértelo de tal manera que nunca más querrás ponerme en lista de espera- asegura. Una Alba caliente la recibe y comienzan a devorarse la boca como si les fuesen a arrebatar la vida.

Natalia estaba mareada debido al éxtasis, reparte suaves besos por su mentón deteniendo el paso en su cuello que se le antojó excesivamente apetecible. En un punto, mordisquea ocasionando que Alba elevara sus caderas y soltara un gemido. Pudo ver que le quedaría un chupetón pero nada que el maquillaje no pudiese cubrir.

Las prendas estorbaban, las dos se sientan para desvestirse. Natalia es la primera y la rubia se queda maravillada gozando de la vista, era perfecta para ella.

La ansiosa morena acorta la distancia, quitándole la ropa con una lentitud tortuosa, a medida que quedaba un espacio expuesto, ella le besaba con dulzura. Aspiraba su piel como si fuese una adictiva droga.

-Eres guapísima, Alba Reche- murmura mordiendo el lóbulo de su oreja. Ella hunde sus dedos en su cuero cabelludo obligándola a mirarla a los ojos, los suyos con las pupilas dilatadas desbordando deseo.

Natalia la acunó en sus brazos, sus tetas chocan sintiéndose plenas por primera vez. En un movimiento brusco la acuesta de espaldas y se sube a ella, dejando besos por su nuca. Cuando se distrae en los hoyuelos de su espalda baja, Alba siente como el roce de sus labios le quema el alma. Y gruñe fuerte a medida que masajea su trasero y lo palmea a su antojo.

-Joder- gime apretando las almohadas. Natalia se monta a horcajadas frotándose con su culo. Ambas jadean al unísono iniciando una melodía erótica.

Saber que era la piel aterciopelada de Alba que rozaba su entrada vaginal logra que llegue al orgasmo en cuestión de un par de minutos.

Menudo poderío, mujer.

En la misma posición, pasa su mano por debajo de la tripa de Alba tanteando en sus labios inferiores y la humedad le baña los dedos. Eso hace que se detenga, su intención era penetrarla pero eso no sería suficiente para saciar su sed.

-Sientate en mi cara- exige con la voz ronca cargada de lujuria.

Alba tampoco se hace de rogar, la lanza a la cama y literalmente le come la cara, las clavículas, los lunares de su estómago, los pezones, cada mínimo rincón. Siendo ella la que tomase el control.

Finalmente le obedece, dejando las piernas a los costados de su cabeza, abriéndose entera para ella, Natalia siente un mar en su propia entrepierna cuando detalla su monte de venus, se le secó la garganta. Sin tardar demasiado, la agarró por las caderas obligándole a sentarse con su lengua ya preparada. Al sentir el contacto húmedo de la morena en su cavidad, Alba chilla. Era una sensación indescriptible verle desde arriba cerrar los ojos, saboreando sus fluidos líquidos como si fuese el mejor manjar.

Jamás podría borrar esa imagen pornográfica de su memoria.

**

Horas más tarde, tras múltiples corridas y una pasión que se derramaba, las dos terminan abrazadas, fundiéndose como si fuesen una sola. Natalia las abriga con una sábana pero Alba prefiere el calor que emana su cuerpo. Le dolían hasta los huesos por la actividad física pero de sus entrañas no desaparecería esa satisfacción.

-Albi, ¿estás despierta?- pregunta bajito cuidadosa de no despertarle en caso de que fuese negativo.

Alba le responde afirmativa con un sonido de garganta. Otra vez se inician con el juego de caricias. La rubia en el hueco de su cuello, aprovecha para repasar el tatuaje de su mano con las puntas de sus dedos.

Invisible Veneno | (Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora