Capítulo 19.

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Alba recargó el tanque con gasolina y compró un montón de snacks para el viaje. En el maletero no cabía ni una aguja, llevó más ropa de lo pensado por si de casualidad se le antojaba hacer ese viaje a Pamplona.

Rafi iba de copiloto tejiendo un gorro de lana para ella, Marina iba en los asientos traseros meneándose con cada canción que sonaba en la radio. A veces ella se le unía e iniciaban una especie de karaoke.

-Vas muy calladita, tata. ¿Qué la modelo te comió la lengua?- Alba le lanza una mirada inquisitiva por el espejo retrovisor. Rafi también se interesa en saber la respuesta.

-Ni el chumi le ha dado tiempo de comerme porque yo debía amanecer para traeros así que no me presionéis y por favor comportaos delante de padre- suena amenazante pero sin perder su gesto cariñoso porque les amaba y probablemente se estaban preocupando por sus intereses.

La Rafi le da una palpada en la mano que no estaba al volante como reprimenda por el primer comentario grosero.

-Tú eres quién se guarda las cosas como si nosotras fuésemos el mismísimo Satanás- bufa audible Marina aprovechando para secar las uñas que recién se había pintado con esmalte.

Alba siente una pequeña presión en el pecho porque era totalmente cierto. Frunce los labios mirando de reojo a su madre que le regaló una sonrisa para animarle.

-Está bien, vale. ¿Qué queréis saber?- chillan en conjunto y su hermana alza los puños en alto, acreditándose la victoria. Ella se muerde la sonrisa para no darles mucho gusto.

-Lo normal, hija. Dónde os habéis conocido, su historial, de qué vais...-

Alba carraspea su garganta, sopesando lo que iba a soltarles porque aún ni ella sabía exactamente qué eran. Sólo tenía la promesa de una Natalia demasiado segura de que lo suyo era especial y ella no lo arruinaría. Incluso antes de que se marchase, pactaron el respetar su no relación. Con la comunicación siempre de por medio cuando hubiesen dudas o tentaciones.

Que por mucho que se esforzó en disculparle, tampoco iba a olvidarse que al mínimo quiebre ella huyó a enredarse con una tía.

-Nos conocimos en un bar, nada muy excéntrico- una mentira.

-Su historial está bastante limpio, Natalia es una tía meticulosa, atenta, dulce. Tiene muchos puntos a favor- otra mentira a medias.

-Y no hemos concretado lo nuestro, decidimos dejarlo sin etiquetas. Vamos a nuestra bola, familia- por fin una verdad.

Marina mira la reacción intrigada de su madre y ella también entrecierra los ojos.

-Ya veo, qué bien por vosotras. Quiero que algún día de estos la traigas a casa, una madre siempre debe juzgar por sí sola- la Rafi tenía el rostro templado, hablaba en serio. Alba rechista los dientes, desganada.

-Es demasiado pronto- inquiere con la vista fija al parabrisas. Sus dos parientes se echan a reír llenando el espacio con frescura.

-Ay, tata. Eres una inocente de los cojones. Que madre ya la ha invitado y la guapa tenía una carita de ilusión, es obvio que respondió que ella encantada- otra vez se ríen y más fuerte cuando ella les ve con reproche. Natalia tampoco es que ayudara mucho y eso le molestaba.

-Esa morena atrevida me va a oír- murmuró arrugando el ceño.

Aunque en el fondo le gustaba que ella quisiera adentrarse en su círculo, sin miedos.

**

Natalia hace su maleta mientras la Mari cocinaba una lasaña, que olía exquisito. Esas eran las únicas atenciones que su mejor amiga le daba y sólo porque se iría de viaje. Ella lleva esa sonrisita bobalicona que ni las constantes burlas de su colega le arrebatarían. Estaba con ese típico subidón que te retroalimenta, te da las ganas para comerte el mundo. Increíble que ese gnomo rubio pudiese tanto con ella.

Invisible Veneno | (Albalia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora