CAP. 3

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–Daniela– susurré, más para mí que para alguien. Gire sobre mis talones, y se veía igual que ayer por la mañana noche, llevaba puesto un conjunto muy primaveral, un jean de mezclilla con una blusa amarilla y sus típicos converse. No ha cambiado, pensé.

–Al parecer el destino quiere que nos encontremos– dijo muy sonriente mientras se acercaba a mi, yo por instinto retrocedí.

– Me temo que si– dije un tanto fría y dura, pero sin exagerar, lo último que quería era una Daniela molesta, aunque pensándolo bien ya no debería importarme.

En ese momento llego a mi lado Laura para informarme que me estaban esperando las modelos. Tome aire e intente concentrarme en mi trabajo, tenía que estar relajada después de todo el que ella estuviera aquí no debía influir en mi.

Terminé con todas las modelos, por suerte no me topé más con Daniela, eran ya pasadas las seis de la tarde y el lugar se estaba haciendo un poco más frío, estaba guardando mis cosas, salí y vi parada a Laura con unas chicas.

–Lau, me voy, ¿vienes?– le pregunté acercándome a ella. Sabía que me refería a que no volvería hasta inicio de semana próxima, había planeado también ese viaje para ver a mis amigos y Laura insistió en acompañarme.

Se despidió de las chicas con las que estaba y se acercó a mí. – Hace un rato  me llamo Marc, al parecer no puedo irme este fin de semana, aún no han terminado conmigo– después de que dijo su cara era de preocupación, y entendí el porque seguía con aquellas chicas.

–No te preocupes Lau, no pasa nada– le dije en tono sereno, al final sabía que ella era la imagen principal de aquella campaña y no podía irse.

Quedamos en que yo volvería en los próximos días, había hablado anteriormente con la marca para ausentarme ese fin de semana, ellos sin problema aceptaron, después de todo aunque yo fuera la fotógrafa tenían aún que seguir con algunos modelos que no estaban en su totalidad, y con respecto a Laura ella debía ajustar todos los conjuntos de ropa para las siguientes semanas.

Subí toda la mochila que llevaba en la parte trasera del auto, al asegurarme que estuviera cerrado me gire y ví una silueta de una mujer muy cerca de mi, salte por el susto y ella empezó a reírse de mi, aún no reconocía la voz de aquella mujer, en ese momento maldecía mi miopía. Se acercó un poco más y distinguí a Daniela con una expresión de burla en su rostro.

–Como siempre tan distraída– soltó acompañado de una pequeña carcajada mientras se acercaba a mí.

–Hay cosas que no cambian– dije con una sonrisa forzada.

–¿Ya te vas?– preguntó para cambiar de tema. Yo sólo asentí, no quería que esa conversación durará mucho y que terminara en algo incómodo. –Tú también vas a dónde los chicos, ¿cierto?– no sé a qué venía esa pregunta pero no quería ser grosera y solo dije que si. –No quiero molestar pero quisiera pedirte un favor– para ese punto ahora ella estaba nerviosa y  su expresión había cambiado a una de suplica, conocía muy bien a Daniela y sabía que quería algo.

–Depende de qué se trate.

–¿Podría ir contigo?, No tengo auto y no me gusta mucho la idea de pedir un taxi.

No supe que contestar todo el día la estuve evitando y ahora debía manejar 5 horas con ella a mi lado, genial, pensé. Al seguir ahí parada sin saber que decir, me rendí y pensé en que no podía ser tan malo.

–Esta bien, vale que yo te llevo– dije y ella sólo asintió con una sonrisa en su rostro. Por un momento no supo si  subir en la parte de atrás o subir en el asiento del copiloto, al fin le hice una seña de que subiera en el lugar  del copiloto, lo dudo un poco pero al final subió. Solté un largo suspiro y caminé hacia la puerta del conductor, subí, abroche mi cinturón y encendí el motor al igual que las luces.

El ambiente era un poco tenso, me estaba arrepintiendo de aceptar llevarla conmigo. Estaba por hablar pero ella se me adelantó.

–Y, ¿qué has hecho en estos años?– me preguntó la ví por un par de segundos regresando la vista a la carretera viendo cómo caía la noche y la luna se hacía presente. Suspiré y le contesté.

–Bueno después de lo que pasó decidí aceptar la beca e irme a estudiar, conseguí un trabajo, terminé la carrera y todas las puertas se me abrieron, los proyectos comenzaron a fluir y yo no los desaproveché– sabía que eso la iba a incomodar, intenté disipar lo anterior cuando encendí el estéreo, estaba sonando una canción que no conocía sin embargo no me desagradaba.

–¿Y tú? ¿Qué hiciste después de lo que sucedió?– a pesar de que ya no me dolía, quería saber qué provocó el que ella me abandonará hace ocho años.

–La verdad de que casi lo mismo que tú, sólo que yo no tenía una beca mis padres decidieron que era bueno el estudiar en una mejor escuela.

–Entiendo– eso era lo que todos sabían y nunca entendí bien, se suponía que ella estudiaría en una muy buena escuela aunque no sabía en dónde.

La música seguía sonando y el sueño no me invadía aunque no podía decir lo mismo de ella.

–En la parte de atrás hay una frazada puedes tomarla si quieres, duerme aún falta tiempo para llegar.

–No, quiero acompañarte un rato más– dijo bostezando. Solté una risa que ella vio con el ceño fruncido.

–Duerme, cuando lleguemos te despierto, ahora descansa– le dije mientras veía hacia enfrente, ella no dijo más e inclinó el asiento para estar en una mejor posición.

Las próximas dos horas me las pase pensando en los últimos días en los que volvió Daniela a mi vida, la veía de reojo cada que podía me estaba acercando a una gasolinera. Llene el tanque del auto para después ir a la tienda de autoservicio a comprar algo para el resto del trayecto, con suerte llegaríamos antes de que amaneciera, compré, salí con la bolsa de comida y un café en la mano, casi no había probado nada en el día.

Casi al llegar al auto pensé en Daniela y en que no había comprado nada para ella. Volví a la tienda y compre lo mismo que hace unos minutos, ahora llevaba dos bolsas de lo mismo.

Subí al auto y volví a emprender camino hacia nuestro destino, Daniela seguía durmiendo. Comí casi todo lo que compre para mí, estábamos casi llegando a la caseta que daba bienvenida a Puebla. Decidí despertar a la chica que venía a mi lado, pare en la orilla de la carretera, y antes de poder girarme hacia ella recordé cuando estando en el último año de preparatoria nos escapamos un fin de semana a una cabaña cerca de un lago, una sonrisa involuntaria salió de mi.

–¿Qué nos pasó?– susurré para no despertarla —aún— quería entender todo lo que había sucedido en los últimos años que estuvimos separadas.

Desvíe todos esos pensamientos pues ya no tenían sentido, de todas formas qué caso tenía entender algo que pasó hace muchos años.

–Oye Dani, ya casi llegamos– la vi removerse en su lugar antes de abrir los ojos de a poco.

–¿En dónde estamos?

–En una caseta, ya casi llegamos– volví a mirar hacia enfrente, verla despertar se me hacía una escena demasiado nostálgica.–Te compre algo de comer– dije recordando la bolsa que tenía para ella.

–Gracias– y ahí estaba ella, semi-despierta, con su cabello revuelto, y con la luz natural de la luna entrando por la ventana que tenía a su lado. Seguí avanzando hasta pasar por la caseta, pague la cuota correspondiente.

Un sonido de satisfacción me hizo girarme hacia un lado, Daniela se veía muy concentrada en lo que había en la bolsa que antes le dí.

Un risita de mi parte fue la que interrumpió el momento de Daniela comiendo como si alguien se lo pudiese quitar.

–¿De qué te ríes, eh?– me decía mientras me golpeaba en mi brazo, yo solo negaba y ella me veía confundida.

–Si sigues así, te golpeare más– amenazó con el ceño fruncido.

Pare mi risa y seguí conduciendo, ella ya no había hecho otra cosa más que estar en su teléfono. El resto del camino no hubo más interacción entre ella y yo, aunque el silencio no era incómodo, y pensé que tal vez podría acostumbrarme a convivir con Daniela Calle, al menos solo un fin de semana.

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