Capítulo 5

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No podía moverse, una fuerza invisible la restringía. Kagome intentó acostumbrar su vista a la oscuridad del bosque.

-Por fin te tengo para mí solo Miko. Te he tenido en la mira desde que llegaste- la voz masculina pertenecía a una figura que la observaba desde unos metros de distancia. Cuando se acercó Kagome lo reconoció en seguida: Iwao.

Kagome notó que el Lord estaba usando el poder de su báculo para aprisionarla. Esos ojos que tanto rechazo le habían provocado ahora los tenía a menos de medio metro de distancia.

-¡Qué es lo que quieres, déjame ir!- espetó la joven.

-Eso va a depender de ti hermosa- dijo acariciando su mejilla. Kagome inútilmente intentó rechazarla.

-Qué valiente eres de andar por ahí sin un macho que te proteja- dijo Iwao riendo, como si la situación le pareciera un chiste- ¿o es que acaso estabas esperando enamorarte- Kagome abrió los ojos como platos recordando la conversación con sus amigas.

"No me gusta a dónde va esto", pensó nerviosa, intentando liberarse. Iwao tomó sus rostro con ambas manos y acercó su rostro al de ella, uniendo sus frentes.

-Yo sé lo poderosa que eres Miko. A diferencia de los demás, yo nunca necesité que demostraras nada- susurró Iwao acercándose a su oído y acabando con la distancia entre sus cuerpos. A Kagome se le revolvió el estómago, no soportaba su olor.

-Aparéate conmigo Miko, conviértete en mi compañera y juntos podremos tomar el control de todas las Tierras del Oeste-continuó con un tono lujurioso, bajando la mano hasta su espalda baja y apegándola contra su cintura.

-Únete a mi, anda, deja que te marque, conmigo estarás siempre segura, te trataré como una reina- Iwao tomó a Kagome de la nuca y la besó en los labios, introduciendo su lengua a la fuerza.

Kagome reprimió una arcada mientras la lengua del demonio recorrió su boca, entonces mordió fuerte, apretando con todas sus fuerzas.

-¡Perra estúpida! ¿Qué demonios te pasa!- gritó Iwao alejándose, cubriendo su boca sangrante.

-¡Yo nunca me uniría a un ser tan despreciable como tú!- respondió liberándose por fin del hechizo que la aprisionaba.

"Prefiero morir antes de ser tocada de nuevo por esta bestia, aghh aún puedo sentirlo en mi boca", pensó Kagome escupiendo al suelo.

Iwao soltó una carcajada que le puso los pelos de punta.

-Querida Miko, si yo no puedo tenerte, entonces, todos van a tenerte, y cuando acaben contigo vas a suplicar que te marque- dijo, y Kagome vio como desde los árboles se asomaban una decena de youkais.

Kagome logró dejar fuera de combate a tres con sus poderes purificadores, pero eran demasiados. Dos la sorprendieron por la espalda agarrando sus brazos. Un tercero se le acercó por el frente y con sus garras le rajó la parte superior del kimono.

-¿Qué vas a hacer ahora miko?- dijo Iwao burlándose mientras observaba el espectáculo. Kagome estaba acorralada, no podía pelear con todos a la vez, no con sus niveles de energía tan bajos.

-No, suéltenme- pataleó moviendo los brazos como desquiciada. El tercer youkai ya estaba sobre ella -¡No! ¡No! ¡SESSHOMARUUUUU!- gritó con todas sus fuerzas.

"¿Por qué? ¿Por qué en un momento como este, estoy pensando en él", se dijo cerrando los ojos con fuerza.

De pronto sintió la presión en sus brazos desvanecerse. Cuando abrió los ojos los youkais estaban en el suelo.

-Ya te divertiste suficiente, Iwao- Sesshomaru había acabado con las bestias que la sostenían y ahora cubría a Kagome con su cuerpo, como escondiéndola de la vista del otro Señor del Oeste.

-No sabía que tenías afecto por la humana, Lord Sesshomaru- dijo Iwao irónico.

-Deja tus juegos, imbécil, tenemos una guerra que ganar, no estamos para distracciones. No quiero que te acerques a la Miko- sentenció Sesshomaru.

-Hmm, eso lo veremos- lo desafió el youkai- que descansen, Miko, Lord Sesshomaru- dijo sarcástico Iwao desapareciendo tras una reverencia exagerada.

Arrastrándola de un brazo Sesshomaru metió a Kagome en la carpa. Decir que estaba furioso queda corto.

"¡Ese asqueroso bestia inferior, cómo se ha atrevido a tocarla! ¡A impregnarla con su hedor", gritó en su mente apretando los puños.

-Sesshomaru...- empezó Kagome.

-¡Esto es inaceptable!- gruñó el demonio. La sacerdotisa retrocedió unos pasos, hasta que topó con la base del lecho de pieles. Confundida, llevó los brazos al pecho en un instinto protector.

"¿Y a este qué carajo le pasa?, ¿porqué está así?, puedo sentir su rabia consumiéndole el aura", pensó asustada.

-Sesshomaru, lo que ocurrió no fue mi culpa...-intentó explicar.

-¡Ya sé que no fue tu culpa!- gritó el demonio avanzando hacia ella, cortando la separación entre ambos. Kagome tenía a Sesshomaru a pocos centímetros de distancia. Su respiración agitada lo hacía ver más grande, más bestial y por primera vez en mucho tiempo Kagome se sintió infinitamente pequeña.

"Cálmate. No te descargues con ella, está aterrada", se dijo el Lord intentando relajarse.

-Sé que no fue tu culpa- repitió más compuesto-, pero esta situación no puede prolongarse. Eres una distracción para los youkais Miko, y no puedo poner en riesgo la victoria de esta Guerra por un asunto de instintos. Tu aroma es cada vez más notorio, está expandiéndose por todo el campamento- explicó Sesshomaru cogiendo entre sus dedos el cabello de Kagome.

"Tu olor se está convirtiendo en un problema, incluso para mí", pensó el youkai acercándose aún más a la sacerdotisa. "Podría tomarla ahora, sería fácil, podría aparearme con ella y acabaría con este problema", reflexionó el Lord.

Antes de que Kagome pudiera reaccionar Sesshomaru la cogió de la cintura y la obligó a recostarse entre las pieles. Kagome estaba paralizada, quería decir algo, cualquier cosa, pero todo estaba pasando demasiado rápido.

-Tu aroma... es realmente un problema- le dijo el demonio en un susurro. Metiendo su mano entre las telas rasgadas. Con sus garras comenzó a romper los vendajes, teniendo cuidado de no lastimarla. Shhrr, Shhrr, el rasguido de la tela sonaba deliciosa en sus oídos, como si estuviera abriendo un regalo. El pecho de Kagome quedó expuesto, Sesshomaru se acercó a ella y aspiró profundo. La respiración rápida de la sacerdotisa provocaba que su tórax se elevara, dándole más acceso a Sesshomaru. Su olor a lavanda, sudor y miedo lo puso duro y Kagome pudo sentirlo entre sus piernas.

-Sesshomaru, por favor para...- suplicó la joven empujándolo con fuerza, pero el demonio estaba ido y su peso sobre su cuerpo era demasiado para ella. Sesshomaru tomó sus muñecas con una mano y las fijó sobre su cabeza. Continuó bajando, rozando con su nariz su abdomen plano, absorbiendo su aroma como si quisiera memorizarlo.

-Hnn- un gemido escapó de los labios de Kagome y Sesshomaru se lo tomó como un incentivo para continuar, esta vez dejando un rastro húmedo con sus labios.

-No, por favor no, así no Sesshomaru, te lo ruego- Kagome no pudo soportarlo más, las lágrimas le empaparon las mejillas, y entonces el youkai se incorporó para verla a los ojos. Kagome corrió su rostro incapaz de mirarlo a la cara. El demonio mantuvo la posición unos segundos antes de levantarse y liberarla. Kagome cubrió rápido su desnudez con las pieles.

-Se acabó el tiempo Miko. Estos ataques serán constantes y los otros youkais, como ya experimentaste, no serán tan generosos como yo.- dijo Sesshomaru dándole la espalda y dirigiéndose a la salida. En la entrada de la carpa giró su rostro hacia la joven.

-Kagome, elige a un demonio de categoría, si vas a ser parte de mi comando no puedes aparearte con un youkai inferior. Espero que lo tengas claro- su tono de voz era el de siempre, como si los eventos recién pasados, no hubieran existido.

FIN DEL CAPÍTULO

Sensō no hana  (Flor de la Guerra - SesshomaruxKagome fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora