El aroma de Kagome inundó sus sentidos de golpe y ella vio sus ojos mutar nuevamente, esta vez a un dorado intenso, monstruoso, lleno de pasión.
De forma desesperada, sedienta tomó sus labios. Kagome respondió con igual sed enredando sus dedos en su cabello de plata. La dejó ir para probar su cuello y la sacerdotisa dejó caer su cabeza hacia atrás para darle acceso, todo el posible, todo para él.
Tan inundada estaba en este alivio del contacto con otra piel, con poder por primera vez, en tanto tiempo, ser vulnerable, tan ahogada estaba en este descanso inmenso que no noto cuando Sesshomaru se detuvo. Y de pronto, se sintió avergonzada. ¿Qué había ahora en esos ojos dorados que la escrutaban? ¿Decepción?
Sesshomaru la veía realmente por primera vez desde su encuentro y de inmediato se recriminó por no haber notado lo obvio: las ojeras prominentes, la mandíbula tensa en un acto inconciente, los labios rotos, deshidratados. En un movimiento rápido le bajó el haraposo kimono hasta la cintura, desnudándola sin advertirle, y aun que su mirada se posó primero en sus pechos firmes, en sus pezones duros que ya lo esperaban, no pudo ignorar la piel golpeada, enrojecida, rota.
La miró entera y tomo conciecia que estaba ante una mujer humana que llevaba días en alerta, horas en combate y no pudo comprender cómo seguía en pie, como le propuso, en ese estado aparearse.
La vio desecha, sucia y hermosa como nunca, brillante como era ella siempre, y supo que hace ya tiempo estaba perdido.
Despejó con su mano los cabellos que cubrían su rostro y juntó sus frentes ante los ojos confusos de ella sabiendo que Kagome no era capaz de interpretarlo.
- Estás herida –susurro el youkai haciendo el hecho realidad y Kagome notó de pronto su piel desgarrada, todos sus músculos acalambrados-Yo me llevaré tu dolor- le dijo el Lord antes de besarla de nuevo. Succionó su labio inferior hasta que Kagome le abrió paso a su lengua demoniaca que exploró su boca sin prisa, pero sin tregua.
Se separó con un gruñido permitiéndole recuperar el aliento antes de recostarla sobre su estola. Enredó su mano entre sus cabellos, jalándo de ella suavemente, pidiéndole su cuello. Kagome se lo entregó con gusto.
Sus labios pasearon por su mandíbula y luego por su cuello deteniéndose, succionándola, dejándo nuevas marcas que esta vez no le dolerían.
Un gemido anticipado escapó de su boca cuando lo sintió descender hacia su pecho. Avergonzada se llevó la mano a los labios. Sesshomaru detuvo su travesía para ascender nuevamente a su rostro.
-Los brazos sobre tu cabeza, miko- le ordenó. Su cuerpo obedeció de manera inconciente y la punta de la estola del Daiyoukai se enredó entre sus muñecas. -Quiero escucharlo todo-le dijo al oído antes de empezar a descender.
Sus palabras la atravesaron como un escalosfríos y Kagome cruzó las piernas intentando aliviar el cosquilleo que se intensificaba en su sexo. Sesshomaru aspiró profudo la escencia de su humedad y un gruñido se coló entre sus dientes al tiempo que desgarró lo que quedaba del roído kimono.
-Sesshomaru espera... no, no, no, estoy sucia- Con desesperación Kagome intentó alejarse, pero el demonio la sostenía firme de las caderas.
-Abre las piernas, Kagome- le dijo en un susurro gutural. Temblorosa, obedeció sin comprender qué tenían las palabras de este demonio que controlaban su cuerpo casi en contra de su voluntad.
Sesshomaru besó la piel interior de sus muslos despacio. Kagome tuvo que cerrar los ojos ante la vergüenza de sentir que se mojaba como una veinteñera.
Cuando la lengua del demonio se posó sobre su sexo Kagome intentó cerrar las piernas en un acto reflejo, pero los hombros de él se lo impidieron y, para su horror, para su placer, él le separó los labios con sus dedos para tener acceso directo a su clítoris ya inflamado. La estola del youkai se apretó contra sus muñecas a modo de advertencia y Kagome entendió qué él haría con ella su voluntad.
La lamió primero entre los labios, una, dos, tres veces como queriendo probarla y luego, con la punta de la lengua comenzó a jugar con ella, dibujando pequeñas "s"s y "o"s es su punto más sensible. Las piernas de la miko tiritaban mientras la tensión empezaba a acumularse. Sabía que la estola del demonio donde descansaban sus caderas se estaba empapando, pero ya no le importaba, la vergüenza se había esfumado.
-"Por favor..."- suplicó, pero el demonio no la escuchaba y siguió torturandola con pequeñas dosis de placer. Desesperada Kagome comenzó a mover sus caderas de arriba abajo buscando el alivio que Sesshomaru le negaba. Él apoyó su lengua firme contra su clítoris permitiéndole que siguiera restregándose con frenesí a la vez que le introducía dos dedos ritmicamente. Kagome se sintió gemir como animal en celo cuando el orgasmo la atravezó.
Antes de que lograra recuperarse Sesshomaru la alzó tomándola de la cintura y tras acomodarse contra el árbol la posicionó sobre su pene erecto. Se detuvo un segundo para verla a los ojos, y a Kagome le pareció que le pedía permiso. Con sus manos ya liberadas se apoyó sobre los hombros del demonio y dejó que su masculinidad la penetrara. El youkai dejó escapar un gruñido ahogado y la sostuvo firme, como si temiera que escapase, pero la dejó acostumbrarse a él antes de empezar a moverse. Kagome le siguió el ritmo mientras sentía cómo olas de placer recorrían su cuerpo.
Sesshomaru enredó sus garras en su nuca y la atrajo hacia si para besarla con fuerza, obligándola a probar su propio sabor.
-Tócate- le ordenó al separarse -tócate para mí, quiero ver cómo te corres.
Kagome en un gesto que le pareció absolutamente ajeno a ella acercó su dedo índice y corazón a los labios del demonio, el se los lamió exitado. Sin quitarle la mirada comenzó a acariciarse imitando los movimientos de su lengua y sintió como una nueva tensión se acumulaba en su vientre.
Sesshomaru la veía extasiado mientras su rostro se transformaba y comenzó a embestirla ya sin delicadeza, desesperado él también por liberarse, pero la esperó, y cuando la sintió correrse rugió mientras se aliviaba él también.
Se dejaron caer sudorosos sobre la hierba, enredados, y sin ánimos de separarse.
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Sensō no hana (Flor de la Guerra - SesshomaruxKagome fanfic)
RomantizmKikyo no está muerta; Kagome logra salvarla y la sacerdotisa se une al grupo para acabar con Naraku. Kagome dice adiós y se interna en las Tierras del Oeste para empezar una nueva vida, entonces, estalla la guerra.