Sesshomaru salió de la carpa sin esperar respuesta.
-Jaken- llamó al sirviente que lo esperaba afuera. -Necesito que reúnas a un grupo de youkais hembras que resguarden esta carpa, y asegúrate que sean discretas.
-Sí señor Sesshomaru, en seguida- respondió nervioso.
"Es la primera vez que soy rechazado por una hembra, y encima una humana. Quizás, sea solo cuestión de tiempo", una mueca parecida a una sonrisa apareció en su rostro mientras se adentraba en el bosque.
A pesar de los eventos de la noche anterior Kagome durmió como una piedra. Los primeros rayos de sol se colaban por su carpa. Sería otro día largo, no podía recordar la última vez que no lo fue.
Repasó los eventos de la noche anterior y se llevó la mano al abdomen, repasando con sus dedos el camino que Sesshomaru había recorrido.
"¿Y si no hubiera opuesto resistencia, hubiera sido tan malo?", se incorporó despacio y vio que le habían dejado junto a su lecho un nuevo kimono. Se deshizo de las prendas rasgadas que llevaba y se terminó de quitar los vendajes, sus heridas ya estaban completamente cicatrizadas y su energía estaba al 100%. Antes de salir conjuró una barrera protectora sobre su cuerpo, casi deseó encontrarse con Iwao, esta vez estaría preparada.
Afuera el campamento estaba despertando. Se dirigió a la improvisada enfermería que había montado Rin para revisar el estado de los heridos.
-Perdimos cinco guerreros anoche, pero el resto se recuperará- le informó Rin mientras preparaba una pasta medicinal. En su tiempo con Kaede la joven acompañante de Sesshomaru había aprendido todo sobre hierbas medicinales y también había iniciado sus lecciones de sacerdotisa, pero al cumplir los 17 decidió regresar con el Lord del Oeste.
-Rin, por favor reúne a todos quienes tengan poderes purificadores aunque sea en lo más mínimo, debemos contar con todos los recursos para enfrentar esta batalla- pidió Kagome.
Minutos después una docena de hombres y mujeres se agruparon frente a ella. Kagome evaluó sus auras, ninguno tenía gran poder, pero tendrían que arreglárselas. Durante la mañana les explicó cómo crear barreras protectoras en los escudos y armas. La mayoría tendría que trabajar en parejas y trios, lo que retrasaría el proceso, pero al menos no tendría que hacerlo sola.
Les enseñó, además, cómo generar una cúpula de energía individual para protegerse, y a juntar sus auras para crear una barrera que pudiera cubrir el diámetro del campamento. Por supuesto, no les serviría en absoluto si eran atacados por demonios del nivel de los lords, pero al menos podrían defenderse de youkais comunes.
Durante la tarde Kagome hizo correr la voz y los youkais formaron grupos, esperando pacientes la preparación de sus armas. Los últimos del día fueron los Lords del Oeste.
Kagome se acercó a la carpa principal donde encontró a Iwao, Eiji y Hiro. Estaban sentados tomando, el olor a alcohol se le metió en la narices y su corazón se apretó un poco al recordar las noches de fiesta con la gente de su aldea, antes que estallara la guerra, antes de que los masacraran a todos.
-¿Dónde está Sesshomaru?- preguntó Kagome.
-Probablemente siente que no necesita de tu... protección- se burló Eije.
-Por tu tono, me imagino que tú tampoco- respondió la sacerdotisa dando media vuelta para abandonar el lugar.
-Kagome, por favor no escuches a este imbécil, está borracho. Tu ayuda es muy apreciada- la detuvo Hiro con su voz de seda, el más diplomático de los tres.
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Sensō no hana (Flor de la Guerra - SesshomaruxKagome fanfic)
RomanceKikyo no está muerta; Kagome logra salvarla y la sacerdotisa se une al grupo para acabar con Naraku. Kagome dice adiós y se interna en las Tierras del Oeste para empezar una nueva vida, entonces, estalla la guerra.