Prólogo: Una mirada atrás

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Hace dieciocho años...

Con una amarga sonrisa comencé a desarmar el peinado sacando uno a uno los ganchos que lo sostenían, saqué el velo y corona de mi cabeza y los puse sobre la cama, luego me saqué el vestido que me estaba ahogando por lo apretado que me quedaba con cuidado de no dañarlo, lo dejé junto a lo otro y en el piso coloqué los zapatos. Yo no era ni sería más esa Gabriela.
Ya en ropa interior busqué en el closet un par de shorts viejos y camiseta holgada que no había empacado aún, me vestí y salí de la habitación con mi maleta a cuestas, dejé en la mesa del comedor una nota para mis padres y con llaves en mano me dispuse a buscar a mi verdadero destino.

-¿Necesitas un aventón, princesa? –La pregunta llegó a mi espalda mientras yo cerraba la puerta de la casa. No necesité darme vuelta para saber quién era.

-¿Cómo lo supiste? –Le pregunté a Elliot cuando este vino frente a mí.

Sin decir nada Elliot estiró la mano hasta mi pecho y tomó el colgante que me había regalado lo acarició y acto seguido buscó mi mano izquierda, al no ver el anillo depositó un beso en ella.

-Te lo dije antes y lo repito ahora, princesa. Siempre que me necesites y para lo que me necesites, soy tu amigo, tu confidente o tu chofer para perderte en esta locura. Tú eliges.

Envolví mis brazos alrededor de su cuello y con lágrimas en los ojos asentí efusivamente.

-Gracias.

-Ven –Dijo tomando mi maleta –Te sacaré de aquí.

Elliot condujo a través de la ciudad en dirección a las afueras, sabía que me llevaría a un lugar seguro, por mucho tiempo con su silencioso cariño y su paciencia infinita me había demostrado que era una persona de fiar.

Aún así mi mente no paraba de pensar mientras miraba por la ventana sin realmente prestar atención en nada. Mi vida estaba a punto de cambiar de una forma que jamás imaginé, había dejado al hombre al que amaba detrás decidiendo proteger algo más preciado y mantenerlo lejos de sus mentiras, su inestabilidad y su falta de sentido común. Además de mis maletas y mi corazón roto llevaba conmigo el tesoro más grande que alguna vez la vida me había dado y estaba convencida de que sin importar lo duro que fuese lucharía cada segundo de mi vida por darle paz, amor y seguridad. Acaricié lentamente mi vientre y sonreí sabiendo que por siempre tendría un pedacito de ese amor que me había marcado para toda la vida pero que estaba segura de que ahora me haría más feliz que nada en el mundo.

Ya era de noche cuando llegamos a la casa de playa de la familia de Eliot.

Mi fiel amigo no me presionó en ningún momento. Durante los días siguientes se mantuvo atento pero respetuoso de mi espacio, no me insistió para hablar del asunto, ni tampoco intentó convencerme de hacer nada para lo que no estuviera preparada. Para el tercer día luego de llorar todo lo que una mujer sensible puede llorar en una situación así decidí tomar una larga ducha sentarme a comer en la mesa del desayuno con Eliot y llamar a mis padres para asegurarles que me encontraba bien.

-Estoy mejor –Dije tras colgar la llamada ante la atenta mirada de Eliot. Sabía que él se moría por preguntar así que continué en un tono inexpresivo -Lo encontré el día anterior en nuestro apartamento con una mujer desnuda... no hay que ser un genio para saber lo que estaban a punto de hacer...

Eliot palideció pero mantuvo la expresión impasible esperando el momento oportuno para decir algo. Admiraba su paciencia, yo ya habría explotado ante la mitad de una bomba como esa.

-No pude hacerlo... –Dije sin poder evitar que se me quebrara la voz –Esa noche casi no pude dormir nada y... pensé, pensé como una loca, busqué mil motivos para ponerme ese vestido de bodas y decir el "sí, acepto"... me inventé mil excusas para ayudarlo como suelo hacer siempre porque aunque cueste admitirlo estoy malditamente acostumbrada a perdonarlo –Llevé una mano a mis labios sonrojándome por no creer que había dicho aquella palabrota delante de Eliot quien nunca usaba malas palabras, aún así él solo sonrío comprensivamente –Ninguna fue viable... y cuando me vi vestida de novia y a mi familia emocionada... me aferré a aquella carta y sencillamente decidí no hacerlo, no podía. Te juro que no podía.

Finding Me #ADOO3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora