Finding Me #ADOO3

Capítulo 2: Un pasaporte sellado

-Sabemos que debimos decirlo antes... -Dijo papá luego de que mi madre soltara la bomba –Pero el miedo fue lo que nos detuvo. Además, ya estás en la edad y quiero que sepas que has sido, eres y serás siempre mi pequeña aunque realmente no nos una un lazo sanguíneo, nos une un sentimiento que es mucho más fuerte.

-¿Mamá? –La miré con lágrimas en los ojos -¿Es verdad?

Vi la pena en su mirada antes de que me evitara y asintiera.

-Me mentiste...

∞

Mi padre había tenido razón. Mamá había vuelto a la habitación justo cuando papá y yo habíamos terminado de hacer las maletas, su rostro estaba rojo e hinchado, posiblemente por las lágrimas furiosas que había derramado pero se encontraba más tranquila y cuando nos quedamos solas corrió a abrazarme y a pedirme disculpas por haberse exaltado.

-Te amo tanto que duele –Dijo con voz ahogada.

-Yo también te amo a ti.

-Te queda bonito el color chicle –Dijo de pronto y ambas reímos ante aquella apreciación.

-Gracias, mami.

-Mi pequeñita –Acarició mi rostro –Eres el más grande de mis tesoros, tengo tanto miedo de perderte.

-Mami, ¿Por qué lo harías? Es solo un curso.

-Tú sabes que puede ser más que eso... -Ver el miedo en sus ojos llorosos me hizo temblar pero asentí, era como un secreto a voces, ambas lo sabíamos aunque no lo dijéramos –Solo no quiero que te hagas daño. Yo tomé decisiones hija, que aún no sé si fueron o no las más acertadas y sé que con ellas te hice mucho daño... pero créeme que te amo más que a la vida misma y que sin importar qué nunca seré yo quien corte tus alas.

-Mami...

-Tú solo prométeme que vas a estar bien y que si algo va mal volverás a casa o yo iré a buscarte y no me importa cuántas guardias tenga que suspender, tú y tus hermanos siempre estarán primero ¿Vale?

-Estaré bien.

-Con eso me basta.

∞

-Pasajeros del vuelo 105 con destino a Caracas-Venezuela por favor abordar por la sala B –Escuchamos fuerte y clara la llamada de mi vuelo desde el parlante.

-Espero que sea esto lo que de verdad necesites, pequeña –Las palabras de mi padre me reconfortaron mientras se levantaba para acompañarme y se arreglaba el moño de su corbata.

El empresario Eliot Harvis siempre iba impecable con su rubio cabello bien peinado y ese porte atlético que derretía a todas las mujeres como mi madre. "El poder de un buen traje" Solía decir él pero yo sabía que no era eso sino su encanto, podía entender perfectamente como había conquistado el corazón de mi madre y ahora que sabía toda la historia era imposible quererlo menos.

-Lo es, papá. Te lo prometo.

-Te lo prometo yo también. Salúdame al tío Zack y dile de mi parte que para cuando venga estaré esperándolo con mi mejor colección de discos de vinil, whiskey antiguo y mi mesa de billar.

-Seguro que eso le hará mucha ilusión –Sonreí.

-Cuídate princesa y pase lo que pase no olvides que te amo.

-Y yo te amo a ti papi –Lo abracé fuertemente y me despedí antes de atravesar la puerta que me conduciría a las respuestas para todas esas preguntas que aún no había formulado.

Papá se había encargado de que el vuelo fuese en primera clase y se negó a dejarme pagar por el pidiéndome que guardara mis ahorros para gastos más necesarios. Él era un buen hombre y se esforzaba por estar ahí aunque me encontraba segura de que él tampoco lograba comprenderme tal como mamá. Suspiré mientras miraba por la ventana, había una emoción dentro de mí que no me permitía hacer como los demás viajeros y dedicarme a dormir, iba a la tierra de mi madre, esa de la que tanto había escuchado hablar pero nunca había pisado, Venezuela.

No pude evitar que una sonrisa se dibujara en mis labios, estaba dispuesta a que este viaje iba a ser para disfrutarlo, conseguir algo de espacio para mí y pasar tiempo con mis abuelos, sonreí ante la idea.

Rebusqué en mi equipaje de mano el ejemplar de Agatha Christy que estaba leyendo, me comía las uñas por descubrir quién era el asesino esta vez, sin embargo antes de poder hallarlo me topé con algo que me sorprendió, esto debía ser obra de papá.

Vi el cuaderno negro y desgastado, reconocía con facilidad los diarios de mi madre, no sabía si sería lo correcto abrirlo o no. Un trozo de papel sobresalía de la portada, lo extraje con cuidado y sonreí una vez más al ver la preciosa letra de mi madre.

"Dicen que la versión oficial de una historia puede cambiar infinidad de veces con el pasar del tiempo, irse desvaneciendo los recuerdos o ser intercambiados por otros, ya que la memoria humana tiende a fallar. Es por eso que dejaré que te cuente la historia alguien que no puede mentirte porque sigue estando allí encerrada entre todas estas páginas. Esa es la Gabriela que tú no conoces, es quien era antes de convertirme en tu mamá. Espero que en ella encuentres la lupa que te muestre el camino hacia la verdad.

Quien te ama como nadie, Tu mamá"

Leí un par de veces más la nota hasta que decidí colocarla de vuelta en su lugar y guardar el cuaderno, no sentí que fuese el momento para empezar a leerlo. En su lugar me coloqué los audífonos y dejé que la vieja música del legendario Freddy Mercury dictara los pensamientos del resto de mi viaje.