Capítulo 4: Vida Complicada

25 2 1
                                    


De vuelta dentro del aeropuerto tropecé por no sé qué número de vez con alguien, haciendo que el bolso azul claro que llevaba en sus manos se cayera, sentí pena de inmediato y me incliné a recogerlo.
-Lo siento, lo siento mucho, hoy parece que tropiezo con todo –Dije tratando de no sonar tonta.
-¡Oh por Dios! Pero si eres tú… Te he estado buscando por todo el lugar –Su voz me pareció vagamente conocida pero nada se comparó con la forma en que mi cara se iluminó una vez que reconocí su rostro.
-¡Tía Denisse! –No lo pensé dos veces y la abracé con fuerza. Denisse era la mejor amiga de mi mamá, yo la adoraba aunque habíamos compartido poco, mamá no tenía hermanos, pero con la tía Denisse y el tío Rubén que vivía en españa era como si tuviera un millón de tíos a la vez.
-Eh, Helena… ¿Dónde has estado? Te he buscado por tantos sitios que… te juro que estuve a un segundo de llamar a Eliot, pero niña ¿Qué te has hecho en el cabello? –La expresión en el rostro de la Tía Denisse fue tal cual como la de mi madre, horror en su máxima potencia.
-No es nada –Dije sonriendo mientras volvía a abrazarla –Debo buscar mi equipaje.
-Está bien, está bien… vayamos por él –Recogió de mi mano el bolso que le entregaba –Oye jovencita tu, Eliot y yo tenemos una conversación pendiente porque la llamada que recibí en la mañana de Gabriela me dijo de todo menos bonito y quiero saber porque motivo Gabriela no sabía que tu pensabas venir para acá...

Encontrar el equipaje nos llevó cerca de dos horas, ya me encontraba cansada, hambrienta y desorientada cuando por fin iba en el auto de mi tía Denisse. Tras su insistencia había terminado contándole sobre cómo había sido mi llegada al país, desde las chicas en el baño hasta el robo del móvil, ella me escuchó atentamente y solo se reventó en risas cuando terminé de contarle.
-¿Qué te parece si vamos a comer algo? –Preguntó cuándo la luz del semáforo cambió a verde.
-Debo ir a una casa de cambio –Dije simplemente.
-Nena podemos ir luego, tus abuelos no estarán en casa hasta el lunes y hoy es viernes, podemos divertirnos un poco, sé que a Reinaldo y a Elizabeth les encantará tenerte en casa, al fin y al cabo que tienen casi la misma edad.
-No quiero incomodar, he traído dinero suficiente puedo quedarme en un hotel hasta que mis abuelos vuelvan y luego tomar un taxi a su casa. –Agradecía la oferta de mi tía Denisse pero no me gustaba incomodar a los demás.
Ella soltó una carcajada.
-Por Dios niña, no puedes andar por ahí sola. Fíjate, te quedaste sola una hora y casi te linchan en el baño y te robaron un móvil que me costaría un año de trabajo poder comprar, ¿Tú crees que puedes cuidarte sola hasta el lunes? –Continuó riendo –No me malinterpretes, pequeña pero… aquí no es como ninguno de los países que has visitado anteriormente, eres muy ingenua para estar sola, además que si te escuchan el acento no quiero ni pensar lo que pudieran hacer…
-¡Tía! –Me quejé –Me lo he preguntado todo el día ¿Qué hay con mi acento? Yo no siento que tenga algo de malo.
-Tienes mucho que aprender… pero antes, vayamos a comprar algo para la cena antes de ir a casa y mientras tanto ¿Por qué no me cuentas qué haces tú aquí en Venezuela? Eliot me dijo algo del curso de fotografía pero vamos que viviendo en Buenos Aíres no creo que aquí tengamos mucho con que competir. Me encanta poder pasar tiempo contigo pero quiero la verdad, Helena.
No contesté, esta era la parte que menos me gustaba de las relaciones interpersonales, ¿Por qué la gente siempre estaba deseosa de saber? A veces solo no era asunto de ellos, a veces solo se trataba de algo personal y no de algo de lo cual hablar.

Dominic.

Estacioné la moto frente al pórtico de su casa, ella tenía sus brazos alrededor de mi cuerpo y sin inmutarme tomé sus manos y las separé de mí.  La escuché suspirar enfadada antes de bajarse de mi Ducati y quitarse el casco, tenía un precioso cabello rojizo; aunque siempre me habían gustado los cabellos oscuros en las mujeres Avalon era algo así como la excepción a esa regla, con sus pequeñas pecas se miraba adorable, sin embargo cuando se ponía tan insoportable como hoy, lo único que deseaba era dejarla ir.
-Bebé… no te vayas bravito conmigo –Hizo puchero deteniéndose junto a mí mientras deslizaba su dedo índice bajando desde mi cuello.
-Ava… no empieces…
-Pero si no estoy haciendo nada, bebé… solo estoy siendo buena contigo. Vamos, acompáñame dentro, seguro podemos encontrar algo divertido que hacer. –Detuve su mano cuando iba de camino a mi cinturón, esta chica era realmente increíble.
-No me gustan estos juegos y lo sabes, así como te he dicho más de una vez que no me llames bebé –La miré directamente a lo más profundo de sus ojos castaños –No tengo ganas de jugar.
-No entiendo porque te pones así por una tonta… -Quise reírme ante sus palabras, Avalon tenía apenas diecisiete años y ya se creía que era una adulta –Me pondré celosa, cariño.
Definitivamente tuve que reírme y de la nada ella se unió a mi risa, tanteé en mis bolsillos hasta dar con los cigarrillos, saqué uno y le ofrecí uno, ella lo tomó como siempre y se acercó para que le diera fuego.
-Nena, no tienes por qué ponerte celosa –Dije sosteniendo su rostro entre una de mis manos –No soy una cosa que pueda ser de tu propiedad, soy una persona.
La vi ahogarse con el humo luego de mis palabras, no era tonto como para no darme cuenta de que la había molestado pero ella sabía disimular muy bien.
-Bajo estos shorts está lo único que a ti te interesa en este mundo y nadie puede dártelo mejor que yo –Me guiñó un ojo y no pude evitar darle un vistazo a sus kilométricas piernas y a su precioso trasero, esa chica era ardiente.
-Touché –Acepté sonriendo –Mientras tengas eso claro no habrá problema entonces.
-¡Avalon! –Llamó la voz que menos me gustaba escuchar a esta hora del día – ¡Ava!
-¿Ves? Por eso no me gusta traerte a casa –Me deshice de mi cigarrillo y encendí la Ducati.
-La mayoría del tiempo no la soporto… -Se quejó por lo bajo desechando también su cigarrillo.
La figura de una elegante mujer rubia se hizo ver pasando por el pequeño jardín de entrada hacia el pórtico de la casa, la mamá de Avalon era una mujer preciosa, cabello rubio lacio que llevaba muy corto, ojos grises color tormenta y un cuerpo envidiable a pesar de estar ya en sus cuarenta; era muy celosa con su pequeña hija y yo era una de esas personas que no estaban en su lista de cosas buenas para Avalon.
-Debo marcharme, ambos sabemos que no soy la persona favorita de tu mamá –Dije tratando de huirle a su figura.
-Ya te he dicho que no es mi madre –Se quejó Avalon. No quise tener esa discusión de nuevo, sabía que en realidad era la sobrina de la señora Kana, y lejos de lo que la mente inmadura de Avalon pensara yo sabía que aquella mujer no era una mala persona, solo quería lo mejor para la bebé de su hermana, solo una persona con buen corazón era capaz de acoger a una bebé en su seno y cuidar de ella, eso hacía una madre y a veces también lo podía hacer un padre.
-Quieras o no es la única mamá que realmente conoces, te llamo luego nena –Le di un pequeño beso en la frente antes de salir de ahí.
-¡No puedo creerlo! –Escuché a su madre en la distancia – ¿Otra vez con ese tipo, Avalon Reneé? Estás perdiendo tu tiempo, como sigas por ese camino acabaré llamando a las autoridades no te creas que no me sé que ese tiene los dieciocho bien pasados.
-Eso no es tu problema y mas te vale que te dejes de amenazas absurdas que ambas sabemos jugar a ese mismo juego.


Conduje por los alrededores de la ciudad sintiendo paz en mi recorrido y acelerando cada vez con más furia para sentir esa sensación de volar más alto con cada potente rugido de la Ducati. Fascinado recordé el rostro inocente de aquella chica de cabello rosa al darse cuenta de que la habían robado, pobre chiquilla extranjera que no sabía en los líos que podía acabar metida en este país, había sido sumamente adorable la forma en que contempló de lleno mi cuerpo mientras creía que no me daba cuenta; sabía que era algo que ver para las chicas y me gustaba regodearme en ello, era la estampa de lo que las niñas buenas como aquella  argentina querían: un chico malo.

-Al fin ha llegado el que faltaba –Dijo Kendrick al verme llegar al terreno baldío donde siempre nos reuníamos.

Bajé de la moto y fui hacia ellos.
-Este se ha quedado estupefacto con la argentina del aeropuerto –Dijo José sacándose la gorra y haciendo una venia hacia mí –Tu gusto por las chicas no hace más sino mejorar.

Le guiñé un ojo a mi compañero en aprobación, ambos sabíamos que aquella chiquilla tenía un muy buen ver.
-A mí me han dejado solo –Dijo Simón –Kendrick no seguiré si Anthony continua llevando a Susana con él.

Anthony le hizo un gesto con el dedo y Susana le sacó la lengua a Simón apenas este terminó de hablar, todos reímos.
-Te comportas como un niño, Simón  -Dijo Kendrick.
-Se supone que todos trabajamos en equipo –Dijo Simón –Dominic y José, Michael y tú, Anthony y yo… hoy casi me atrapan por su descuido, la próxima vez puedo no tener suerte.
-Anthony –Llamó Kendrick -¿Qué estabas haciendo?
-Sussy no se sintió bien –Dijo Anthony en su defensa –Esas cosas pasan en su estado.
Todos nos volvimos a mirar el pequeño bulto en el vientre de Susana.
-¡No deberías llevarla contigo! –Se quejó Simón.
Michael asintió de acuerdo con Simón.
-Estoy de acuerdo con él, ¿Qué pasa por tu cabeza, Anthony? La estás poniendo en peligro al igual que a todos nosotros.
-Eso es la envidia de ustedes –Se burló Susana –Anthony no puede dejarme sola…
Me volví en medio de la discusión de vuelta a la moto cuando Kendrick me llamó.
-Hey, Dominic ¿A dónde vas?
-Llámenme cuando se hayan resuelto sus problemas maritales –Dije señalando a la pareja –Yo no vengo a perder mi tiempo.
-¡Que sentimental! –Se burló una vez más Susana.
-¡Cállate! –Se quejó Simón –Tú no deberías estar aquí.
-Hey, Bro… respeto –Dijo Anthony.
-Quédate –Me dijo Kendrick –Repartiremos las cosas ahora.
-Tengo más cosas que hacer –Le dije a Kendrick –Hoy no tengo ganas de ser muy ambicioso.
-¿Qué quieres? –Preguntó Kendrick.

Me detuve un momento a pensar, ¿Qué quería? Del motín de hoy no había cosas muy interesantes, algo de dinero, ropa, joyas, cosas para cambiar luego en casas de empeño, no necesitaba nada de eso, excepto… recordé el rostro confiado de la extranjera al darle su móvil a José y la sorpresa cuando se dio cuenta de que se lo habían robado, esa era la cosa más extraña que me había ocurrido en todo el día y no podía sacarlo de mi cabeza.

-Quiero el móvil que obtuvo José hoy.
-¡Oh! –La cara de José era de sorpresa –Eso es ambicionar mucho, bro…
-Ustedes verán –Encendí la moto –Es eso o nada.
-Ese móvil… yo lo vi –Dijo Susana –Vale mucha plata, Dominic.
-Eso no es tu problema, Susana –Dijo Simón haciendo que esta una vez más le sacara la lengua.
-¿Es eso lo que quieres? –Preguntó Kendrick.
-De algo debe vivir Mía –Lo dejé caer para observar su expresión.

Kendrick asintió y le echó un vistazo al rostro de nuestros colegas quienes en su mayoría estuvieron de acuerdo.

-Está bien, Dominic. Sacaremos cuentas y si se ajusta al presupuesto el móvil será tuyo.
Asentí y arranqué la moto cuando escuchaba a José detrás de mí quejarse con la frase que siempre usaba.
-Dominic siempre se lleva lo mejor.

Finding Me #ADOO3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora