Prólogo.

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—¿Es todo lo que necesitare? —exclamó el joven con desespero mirando al señor Cha. El viejo hombre resopló, y negó con levedad.

—No del todo, pero te mantendrá seguro hasta mañana, corre a casa, enciérrate en el círculo de arena y mañana, en cuanto el primer rayo de sol aparezca entre las nubes, busca un lugar más seguro.

El hombre en la silla de ruedas movió su control para acercarse hasta la ventana —Vete ahora antes de que sea más peligroso, la noche cae con rapidez.

Asintiendo, el hombre pequeño y de cabello rubio metió las cosas a su bolso, caminando con cuidado hasta la puerta.

—Jimin.

El aludido se dio media vuelta para observar al hombre al final del pasillo.

—No leas sus mensajes.

Sonrío, sin saber realmente si mañana iba a poder verlo, esperaba que sí, se aferró a su bolso y bajó los escalones con sumo cuidado, tenía un embarazo muy avanzado a estas alturas, todo era demasiado arriesgado.

Mañana correría donde Namjoon, se quedaría con el alto y no iba a salir de su casa por nada del mundo, necesitaba la calidez y seguridad que sólo el pelinegro podía brindarle.

De pronto, caminando por la soledad de la calle se dio cuenta de lo silencioso que estaba el vecindario, los niños que vio jugar al llegar ya no estaban, y las nubes grises se habían vuelto más oscuras, un pesado presentimiento se instaló en su pecho y caminó más rápido, cruzó la calle con prisa, no había carros pasando tampoco y todo aquello sólo lograba ponerlo ansioso.

Fue entonces cuando la lluvia comenzó a caer de la nada, fuerte y voraz, haciéndole soltar una leve maldición, y entonces, las miró... las sombras oscuras, acercándose con rapidez, decididas en su dirección. Gritó fuerte, pero nadie salió, no había un alma solidaría que pudiera ayudarlo, asustado cambió su dirección y tomó otro atajo, provocando que su corazón latiera tan rápido que comenzaba a doler.

Corriendo, la espesa neblina que había en el lugar le provocaba más nervios, pero él sabía que necesitaba llegar a casa, tenía las cosas en sus manos, y trataba de apresurar el paso tan pronto como su enorme estomago se lo permitía.

Ahogo un sollozó cuando los susurros alcanzaron su mente, cuando su visión comenzó a llenarse con una lentitud tortuosa de puntos negros, gritó cuando sintió un peso en su espalda, pero aun así logró llegar a la puerta y abrirla. Se resguardó dentro, cayendo al suelo de rodillas y tratando de regular su respiración al mismo tiempo que abría su bolso, las cosas cayeron al suelo, y el frasco con la arena rodó por el piso de madera, chilló tratando de alcanzarlo.

Pero entonces lo miró chocar y detenerse, un par de botas militares negras habían sido la causa, levantó su mirada y se encontró con el par de ojos negros vacíos.

Jimin chilló y con una valentía que no sabía que tenía se lanzó por el frasco, sin embargo, aquel ser pisó su mano y ahogó un lastimero grito, no le daría el placer de verlo sufrir, intentó pararse, pero fue bruscamente empujado, cayendo de espaldas mientras su cabeza golpeó con fuerza el suelo.

Un lastimero sollozo logró salir de sus labios y se sintió indefenso, débil y, sobre todo, asustado.

Su visión comenzó a llenarse de puntos negros, y gritó cuando un fuerte dolor punzante atravesó su vientre bajo, recorrió su espalda baja y sus caderas y gritó, gritó tan fuerte que temió que su voz se rompiera y que su alma huyera.

Se estaba ahogando en medio del dolor, sin poder parar de gritar, sin poder parar de toser, su vista se volvió completamente borrosa.

Ahí en el suelo, siendo torturado por un dolor indescriptible, sintió que cerraría y ya no abriría los ojos.

Hasta que escuchó el llanto de un bebé.

Un llanto fuerte y potente, lleno de vida y salvación. Jimin intentó abrir sus ojos, pero estaba cansado, muy cansado y adolorido.

—Shh... estás con papá ahora, papá va a cuidar de ti —escuchó que la ronca y avernal voz de aquella criatura susurraba, y su temor más grande revivió con pesar al imaginar a su dulce e inocente hijo en manos del mismo rey infernal.

Quiso gritar, pero el agotamiento y el martirio sobrepasaba cualquier fe y esperanza de querer sobrevivir.

Él ya no quería abrir sus ojos.

No iba a hacerlo.  








llevemos esto muy lento, sin preguntar, despacio, a su tiempo, con una historia nueva y algo que me guste escribir (yoonmin),  ¡gracias por leer! 

-susy

Unread [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora