Capítulo 1: Sentimientos fragmentados.

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Está cabaña siempre me trae gratos momentos a mi memoria. Todos los fines de semana veníamos en familia, nos gustaba mucho jugar al dominó y serpientes escaleras mientras papá prendía la parrilla y nos cocinaba una rica carne en su punto de cocción indicado.
Casi todas las partidas de dominó las ganaba mi hermana, era muy astuta para ese juego, en cambio yo; tenía la suerte de mi lado al lanzar el dado y llegar al punto final del otro juego.
Cuando comencé a crecer y dejé de ser una niña mi padre me comenzaba a preguntar frecuentemente si algún "chavillo" (como él los llamaba) se había enamorado de mí, le contestaba que había adolescentes que me mandaban cartas o venían personas a decirme que me mandaban saludos pero rara la vez aceptaba salir con alguno de ellos pues sabría o tenía el miedo de salir lastimada.
- No dudes de tu belleza especial que cargas. Tal vez aún eres pequeña para entender muchas cosas pero no hay persona ideal, sino acertada en el momento perfecto de tu vida- no se cansaba de repetírmelo y acariciaba mi mejilla.
Sé que me lo decía con toda sinceridad pero yo terminaba por no creeme linda como él me lo decía.
- Te amo papá - lo abrazaba muy fuerte para luego acostarme en su regazo. Allí me daba cuenta que sí existen lugares que te hacen sentir segura.
Sabía lo que me iba pedir después: bailar. Amaba verme haciendo pirouettes, decía que era una pluma en medio del espacio.
Nunca dudé que su apoyo era totalmente incondicional hasta que los días se tornaron grises.
Todos esos fines de semana se fueron reduciendo con su muerte, el golpe más duro que pudo tener nuestra familia.
Si la vida te pone a las personas correctas en el momento ideal, ¿también sabe cuándo quitártelas?
En este preciso momento me hace tanta falta, y solo queda ver todos los alrededores de la cabaña para revivir los acontecimientos que pasaron dentro de ella.
La fotografía que nos tomamos cuando fuimos a Venecia está cubierta de polvo. ¿Cuánto tiempo tenemos sin visitarla?
Cada paso que doy se escucha lo desgastada que está la madera. Son pasos de dolor, desilusión, llevo cargada mil y un emociones que terminan por destrozarme, siento un vacío que no le deseo a nadie.
Cómo puedo me sostengo de la pared, mis manos se ensucian pero ahora es lo menos importante, mi mente no de deja de reproducir las estúpidas imàgenes que ví en persona hace 2 horas.
Volteo mi cabeza y veo que ya he tirado cosas de vidrio que estaban en la mesa por el vestido tan pesado que traigo, al fin y cabo los objetos se reparan, las personas ya no.
Camino dolorosamente al final del pasillo y doy vuelta a la manija y abro con brutal fuerza la puerta de mi cuarto que por un momento rebota y se regresa un poco.
Me arranco el velo y tocado que traigo puesto, tirándolos al suelo. El peinado que se habían tardado en hacerlo se encuentra sin forma. Busco el botón para encender la luz e iluminar un poco este sitio.
Por un instante siento que me falta el aire así que decido aflojarme el corsé, cuando lo consigo doy un grito hasta sin quedarme con aire en los pulmones.
Me tiro a la cama, el llanto se multiplica, parece no tener fin mi dolor.
Me arde la garganta, tengo miles de palabras que quiero decir, no pude articular ni una sola al ver esas escenas, me quedé sin voz. Las imágenes se apoderan de mi cerebro y se reproducen una y otra vez.
Hubiera querido reaccionar de otra manera, dónde no hubiera dolor, llanto, frustración, sin delirios pero, ¿que ser humano en su sano juicio reaccionaría con una sonrisa en cara?
Te necesito papá, necesito tus palabras, tus abrazos de protección. Sé que ya no soy una niña pero aunque yo crezca tu apoyo siempre lo hubiera querido tener.
Ahora no estás y solo me encuentro sola en esta maldita habitación, tirada en la cama donde te dormías cuando te lo pedía.
Aprieto fuertemente las sábanas, hoy ví muchas traiciones justo antes de mi boda.
Ahorita ya tendría que estar en camino al salón para hacer la entrada triunfal de amor junto con mi esposo pero todo se ha ido a la mierda, al maldito caño.
Días anteriores de todo esto lo sentía muy raro conmigo, pero a todos nos pasa antes de que vayas caminando por el pasillo de la iglesia y estés viviendo ese gran momento, pero no hice caso, dejé que las cosas fluyeran.
Antes de subirme al taxi y dirigirme a este sitio apagué el celular, no quiero ver cuántas llamadas, mensajes, buzones de voz iba a recibir cuando vieron que no llegué a la iglesia, sé que deben de estar buscándome pero espero que no me encuentren ni tengan la menor idea a donde me haya ido, aunque la cabaña será una de las opciones a donde vengan a rastrearme; este fue el primer lugar que se me vino a la mente, un lugar donde pasé inimaginables momentos.
Froto mi sien, trato de inhalar y exhalar lo más profundo para tratar de calmarme aunque las lágrimas siguen disparándose una tras otra.
Mi vista empieza a perderse mirando el techo, y me doy cuenta que mis ojos poco a poco se van cerrando, en el instante caigo en un profundo sueño esperando que cuando despierte la realidad haya retrocedido unas horas donde me encontraba emocionada sin saber las mentiras que hubiera querido no descubrir.

Para: Ti ¿Podemos conocernos? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora