No sé cómo ni cuando pero me convenciste de salir a la calle a recibir un poco de sol. Dijiste que estaba muy pálida y que tú necesitabas estirarte un poco. Probablemente tenías razón, pero yo odiaba salir.
—¿Por qué acepté salir a la calle?—me pregunté y tú reíste levemente.
— Probablemente por que casi te obligo y por que me amas.— dijiste y tomaste mi mano mientras caminábamos por el parque.
— Si, probablemente sea eso. Siempre te aprovechas de mi. Ten un poco de piedad.— reproché y tú negaste.
— Si tengo este gran poder voy a explotarlo al máximo, Lou. — te excusaste.
Amaba estar contigo.
Seguimos caminando y vimos un puesto de helados. Ambos queríamos uno por lo que rápidamente nos dirigimos a él y compramos dos helados de chocolate.
— Esto es lo único bueno de salir contigo.— bromeé y jadeaste.
— Yo sé que te mueres por mi.— alardeaste y no pude contradecirte.
De la nada, llegó un niño pequeño de más o menos seis años con los ojos rojos y las mejillas empapadas de lágrimas.
— Ayuda.— sollozó y cubrió su cara con ambas manos.
Te pusiste a su altura con gran velocidad y acariciaste el cabello del pequeño con tranquilidad.
— ¿Qué sucede, pequeño?— le preguntaste con voz serena.
Aquel chiquillo tardó unos segundos en responder pero finalmente lo hizo.
— No encuentro a mí mamá por ninguna parte.— sollozó y le sonreíste.
Sabía lo que estabas tramando. Y probablemente sacarías tu buena acción del día de hoy en varias de nuestras conversaciones durante un par de semanas.
Iba a ser duro para mí pero claro que no iba a detenerte de ayudar a un niño.
— Te ayudaremos, ¿De acuerdo?— tomaste la mano del niño y comenzaste a caminar.
Me puse a tu lado y el llanto del niño aún no cesaba.
— Hey, hey, pequeño.— lo llamaste y él volteó a verte.— si te doy este helado de chocolate, que por cierto, está delicioso— me acababa de dar cuenta de que no habías probado bocado de tu helado.—, ¿Prometes que dejarás de llorar? Es una gran oferta.— trataste de negociar con el pequeño y éste no dudó ni un segundo en aceptar tu propuesta.
Comenzamos a buscar a la mamá del niño por todos lados en base a la descripción que él nos había brindado.
En el proceso los tres gritamos el nombre de su madre, Nao. Y también había terminado mi helado.
— Disculpen, jovencitos.— un anciano con los ojos cerrados nos llamó.
Estaba sentado en una esquina sobre un cartón y tenía una cartulina con una frase que me estrujó el corazón.
"Hoy es un hermoso día y yo no puedo verlo."
Me hizo reflexionar un poco. Quizá no estaba siendo alguien agradecida al no querer salir de mi casa tan seguido a pesar de tener tal bendición.
— ¿Qué se le ofrece, señor?— pregunté.
— ¿Tendrá algo que pueda darme? Cualquier cosa me sirve.— pidió un poco apenado.
Soltaste la mano del pequeño durante un momento y comenzaste a buscar en los bolsillos de tu pantalón para ver si aún te quedaba dinero y al parecer si.
Sacaste un billete de un valor elevado y se lo entregaste.
— Espero que lo use para bien, señor, que tenga un buen día.— sonreíste y tomaste la mano del niño de nuevo.
— Muchas gracias, claro que lo haré, igualmente.— agradeció y se inclinó varias veces de manera exagerada.
El niño te miró cuando nos alejamos del vagabundo.
— Eres una buena persona.— dijo y tú reíste.
— Si tengo la oportunidad de ayudar a alguien, la tomo, tú también deberías hacer lo mismo, pequeño.— pellizcaste sus mejillas y él río.
Seguimos buscando a su mamá pero no la encontramos por ningún lado.
— ¡WonHo!— el grito de una mujer detuvo nuestra búsqueda.
El niño se soltó de tu agarre y salió corriendo en dirección a la mujer.
—¡Mamá! — gritó el niño.
Ambos se abrazaron y sollozaron un poco. Era un momento realmente emotivo. Habíamos encontrado a la mamá del pequeño. O más bien ella nos había encontrado a nosotros.
La mujer se acercó a nosotros con su hijo en brazos.
— Muchas gracias por haber cuidado a mí pequeño WonHo, no se cómo agradecerles.— nos dijo.
— No se preocupe, señora, no es nada. En realidad nos divertimos mucho con el pequeño y eso es más que suficiente. Tenga un poco más de cuidado esta vez. — contestaste y tomaste mi mano.
— Claro, en serio, muchas gracias y siento mucho las molestias.— volvió a agradecer y sonreíste.
La señora se inclinó y se fue en la dirección contraria.
Nosotros seguimos caminando y nos sentamos en una banca bajo un árbol.
Puse mi cabeza en tu hombro y acariciaste mi mano.
¿Yo realmente te merecía? ¿Merecía a un ser tan grande como lo eras tú, Taehyung?
— Soy genial, ¿Sabes?— dijiste y reí.
— Eres extraño, Taehyung. A veces eres demasiado humilde y derrites mi corazón de ternura, pero otras veces eres demasiado egocéntrico y me haces querer golpearte.— admito y sigo riéndo.
— Sabes que solo lo digo para hacerte reír, Lou.— dices y yo asiento.
—Si, si, como digas.— digo y tomas mi cara entre tus grandes manos.
— Es en serio, cariño.— reíste.
— Eres una gran persona, Taehyung, por favor, nunca cambies.— cerré mis ojos luego de decirte eso.— Te amo tanto.
Me besaste y después besaste mi frente.
¿Cómo me iba a imaginar que eso tendría un trágico final, Taehyung? La historia que ambos nos encargamos de construir.
— Eres realmente hermosa.— sonreíste y volviste a besarme.
Te amo por que eres demasiado humilde. Te amo por que a pesar de tener una gran vida tienes un corazón aún más grande. Esa es la octava razón.
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Reasons.|Kim Taehyung
Fanfictionreasons | "¿𝐀𝐥𝐠𝐮𝐧𝐚 𝐯𝐞𝐳 𝐭𝐞 𝐡𝐚𝐬 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐝𝐨?" Realmente me costó mucho trabajo ponerle fin a nuestros recuerdos. Esto es lo que me hubiera gustado decirte, todas las razones por las cuales mi corazón siempre te perteneció. No men...