Nuestra Distancia

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La emoción, no abandona mi cuerpo, él realmente me hace feliz, mirarlo, besarlo, mis ojos se pierden al mirar los de el. Sonrío observando como me hablaba emocionado sobre su último año estudiando Inglés.

De momento su sonrisa desaparece y conecta su mirada con la mía. Toma mi mano bajando su mirada a la misma.

—¿Recuerdas que te dije que teníamos que hablar sobre algo?

Yo asentí, y espere a que él prosiguiera. Estaba nervioso tal vez temiendo a mi reacción, y presentía que lo que fuera que me dijera, no me iba a gustar. Su mirada, su expresión, su evasión. Todo indicaba que no era una buena noticia.

Él guardo silencio, yo comenzaba a desesperarme.

—Ey —tome su rostro en mis manos — puedes decirme lo que quieras.

Él suspiro mirándome — Pasaré un año en Italia. Es por la universidad ya sabes, estudiare el idioma allá, es... Necesario.

Me levante del sillón dándole la espalda tratando de analizar la información. Un año en Italia, sin vernos, es decir...

—¿Tendremos una relación a distancia? — le pregunte acercándome a la ventana con vista al jardín.

—Si, solo sera un año, tranquila, no sera fácil pero tampoco imposible — intentó acercarse a mí, pero yo me aleje. Repitiéndome que no armara un drama, la duda, la desconfianza se sembró en mi mente.

—No creo en las relaciones a distancia. — le dije observando sus orbes. Me sentí triste, mi interior me decía que todo se iba a arruinar y tan solo la idea me destrozaba.

Otra vez me enamoré y otra vez estoy perdiendo.

—Todo se va a arruinar Eduardo — mis ojos se llenaron de lágrimas. Y sin siquiera mirarlo salí de su casa, llorando.

Otras de las tantas cualidades que tenía Eduardo era esa. Entendía mis silencios y mis espacios, él no fue tras de mi, y esa era lo que menos quería, necesitaba estar sola, pensar. Y que Eduardo respetara eso me hacía amarlo más de lo que me permitía.

Volví a mi casa, dejando mi auto en el estacionamiento, la casa estaba sola, mamá estaba viajando con su novio, y Fernanda en California.

Me duche y me cambie vistiendome con un short de pijama y una camisa. Mi ánimo se fue al retrete, baje a la sala y encendí el televisor puse el canal de música y me quede ahí con la mirada fija en la pantalla.

Es su carrera, es lo que le gusta hacer, eso debería de estar bien para mí, no puedo ser tan egoísta, él me ha apoyado tanto desde que estamos juntos, me ha entendido y escuchado.

Pero ¿por qué no puedo estar feliz?

Porque eres una maldita egoísta.

Callé a mi odioso subconsciente, creo que lo mejor sera que termine con esto ahora, que estoy a tiempo. Su mirada invadió mi mente, su sonrisa, y el brillo en sus ojos que tanto me gusta.

Apague el televisor de mala gana.

¿Como me voy a auto-destruir de esa manera?

Otra vez estás pensando en ti.

No, no solo estoy pensando en mí, porque si yo termino nuestra relación, a él también le va a doler.

Yo no quiero lastimarlo de ninguna forma, no me importa si tendré que soportar tenerlo a miles de millas.

Es mi turno de apoyarlo ¿no? ¡Dios! ¿Por qué me pones en estas situaciones?

Obviamente no obtuve respuesta. Me prepare un sándwich de jamón, le di un mordisco sintiéndome más tranquila. Pero mis ojos se llenaron de lágrimas de nuevo.

¡Que drama el tuyo! Si estas tan tranquila ¿por qué no tienes ganas de verlo?

—¿Que tal si mejor cierras la boca? — me respondí a mi misma, hablando sola. Una de las sirvientas que pasaba me miro, frunciendo el ceño.

—¿Qué?

—No, nada señorita disculpe.

Comí mi sándwich en silencio, secándome algunas lágrimas. No quería estar lejos de él.

Me haces falta Maddie, tu me aconsejarías qué hacer. Saqué al chico castaño y de ojos marrones de mi mente gracias a que me dispuse a leer una historia en Wattpad.

Subí a mi habitación con el móvil en la mano. Me acoste en el sofá junto a la ventana y me dormí.

[...]

Mi móvil sonaba, escuchaba lejana la música de Justin Bieber No Brainer que tenía de tono de llamada.

Abrí mis ojos, en mi abdomen sonaba y vibraba mi celular, aun media dormida conteste la llamada. Su voz se escucho al otro lado de la línea, mi corazón como siempre se aceleró.

Efecto Edu.

—¿Estoy en la entrada de tu casa podrías abrirme?

Me levante del sofá como loca, me mire en el espejo, mi aspecto no me convencía, mi pelo negro estaba en un moño mal atado, con mechones saliéndose, más la ropa de estar en la casa, mi rostro sin compacto.

—¿Amor estas ahí? — volvió a preguntar.

Mire mi reflejo, y decida salí de la habitación colgando la llamada. Baje las escaleras como flash y me aproxime a abrir la puerta. Y entonces él estaba ahí parado, con una media ladeada. Su perfume invadió mis fosas nasales, en sus manos sujetaba unas bolsas.

Me hice aun lado y lo deje pasar, para luego cerrar la puerta.

Caminamos en silencio a la cocina, el dejo las bolsas en la península. Se volvió acercándose a mí. Puse mis manos en su pecho y él con sus brazos rodeo mi cintura.

Subí mi mirada oscura al marrón de sus ojos.

—No quiero estar lejos de ti — confesé.

Él acaricio mi rostro con su mano.

—Yo tampoco quiero estar lejos de ti...

La indecisión en sus ojos parecía un tormento, y odie que me mirara de esa forma.

—Un año ¿Y si la distancia lo arruina?

—La distancia no va a arruinar nada. No dejaremos que eso pase ¿vale?

Me mostró tanta seguridad, tanta honestidad que mi corazón enamorado no tuvo otra opción mas que albergar esperanza y creer en él.

—Vale — lo abrace, disfrutando de su cercanía. Él me alejo un poco, quedando nuestro rostros a escasos centímetros. Lo besé sin querer esperar más, sentir sus cálidos labios contra los míos es como estar en un oasis en medio del desierto, era una beso tierno y lleno de amor, pero con el poder de dejarme sin aliento.

—Traje comida china — habló contra mi labios, mientras sentía sus manos adentrarse por mi camisa para acariciar mi espalda. 

—Uuhm, que rico — masculle al sentir sus caricias y pensar en la comida. Cumplió doble función.

Que creativa.

Él soltó una risita. Sin separarse de mí. La tensión entre nosotros era muy palpable.

Controlate Katina.

Ese brillo en sus ojos no es el mismo, reflejaba el deseo en ellos. ¿Los míos lo verán igual?

Mi miraba bajo a sus labios, carnosos y rojos por el beso. Él bajo su mano derecha lentamente, a una de mis nalgas y la apretó, jadee antes de que sus labios se volvieran a encontrar con los míos. Caminaba conmigo entre besos, hasta que me acorralo entre él y la pared con la que chocaba mi espalda. Sus besos bajaron a mi cuello, mi respiración acelerada al sentir los escalofríos placenteros que sus besos me enviaban por todo el cuerpo. Lo apreté contra mí...

—Amor — musitó, su voz sonó tan desesperada, que sentí mis piernas flaquear...

[...]

Espero les haya gustado, y espero Eduardo que a ti también te haya gustado. Les agradecería mucho si se dieran una vuelta por mis otras historias que publiqué recientemente. Muchas gracias por leer.




Besame Sin Sentir [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora