Mi nombre es Frank Iero, tengo veintiún años y soy hijo único de una pareja de neoyorquinos. Vivíamos en Queens ya que era una zona más tranquila que New York.
Solía tocar la guitarra eléctrica con un par de amigos en una pequeña banda en un bar los fines de semana y nunca quise terminar la universidad. Por lo menos tenía trabajo y no me aprovechaba de mis padres como otros idiotas lo hacían a mi edad. Al igual que no era de muchos amigos tampoco lo era de parejas, sólo le declaré mi amor a una chica en la secundaria y después de que me rechazara dejé de intentarlo.
Era febrero cuando todo este desastre comenzó. Las cosas cada vez se alteraban más; toques de queda, cuarentena, desalojamiento inmediato, todo sobre una peligrosa gripe que se provocaba por el contacto directo con la sangre de un "infectado". Todos tenían miedo, muchos sin siquiera pensarlo abandonaron sus casas huyendo en la dirección contraria a la que avanzaba la infección. Lo único que se veía en las noticias era la alerta de una evacuación inmediata de la zona e ir a Chicago, el cual se rumoreaba era una zona segura para los sobrevivientes.
- Prepárense, parece que tendremos un viaje largo. - Dije a mis padres.
Bajé las escaleras, abrí la puerta del armario y saqué la mochila de campamento de papá, hace años que no era usada, pero no teníamos otra cosa así que la tomé y la limpié un poco.
En ella metí casi de todo; medicinas, comida, una fotografía de nosotros e incluso el arma de papá, la cual estaba un poco empolvada, la escondí en la parte trasera de mis pantalones y seguí empacando. Finalmente me fui a cambiar de ropa, me puse una playera de cuadros verdes y negros, unas botas de campo y un pantalón bastante cómodo de color negro junto con mi chaqueta. Ya era de madrugada pero no podíamos detenernos, ellos ya estaban totalmente listos esperándome en la entrada de la casa.
- Frankie, ¿Estás seguro de que a donde llegaremos estaremos bien?
- Madre... - Dije tomando su mano. - Todo estará bien, iremos en el auto, procuraré dejarnos a la altura del refugio y después caminaremos un poco hacia el bosque.
- Está bien... confiamos en ti. - Dijo acariciando el dorso de mi mano.
Mis padres ya eran algo mayores, no podrían cargar mucho o caminar largas distancias. Por consecuente yo tuve que conducir las 10 horas desde Queens hasta Chicago.
"Diez kilómetros después del letrero de Chicago y una desviación a la derecha, encontrarán un letrero que indique la dirección hacia la base, de ahí dos kilómetros hacia lo profundo del bosque y habrán llegado". Esas habían sido las instrucciones para llegar a la base que la radio había mencionado.
Llegamos al atardecer, soldados salieron corriendo cuando llegamos y me sentí feliz, por un momento creí que estaríamos seguros y a salvo. Yo era quien iba enfrente y mis padres venían tras de mí, pero cuando ellos intentaron seguirme un corpulento sujeto detuvo a mis padres, confundido intenté acercarme a ellos pero igual fui detenido.
- Lo siento chico, en esta base solo tú podrás entrar. - Me dijo.
- Pero... en la radio dijeron que todos podrían venir. – Repliqué.
- Hubo una confusión, lo siento. - Y cuando terminó de decirme eso me jaló del brazo hacia dentro.
- ¡No, espere! - Exclamé mientras tiraba de mi brazo con fuerza. - ¡Mamá! ¡Por favor déjenlos entrar! - Gritaba como un niño, mis padres eran lo más valioso que me quedaba.
- Tranquilo chico, todo estará bien. - Dijo intentando calmarme, no soportaba la idea de que mientras yo me acercaba a la seguridad ellos morirían ahí fuera. Así que con mi mano libre saqué el arma de mis pantalones y apunté al soldado que me sujetaba.
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Asintomático
FanfictionDespués de perder a su madre y desconocer totalmente la localización de su padre y hermano, Gerard emprende un viaje en medio de una catástrofe global para encontrar a su familia y al mismo tiempo entender su propósito e importancia en el Apocalip...