A veces extrañaba los viejos tiempos, cuando apenas tenía diez años y mi familia y yo viajábamos a la casa del campo en Mason Hill. Adoraba esa pequeña casa o cabaña si así se le podía decir, donde pasábamos fines de semana lejos de la ciudad. Nuestra vida era monótona, demasiado tranquila y con el paso del tiempo dejamos de ir a la casa de la carretera ya que mi padre consiguió un mejor puesto en su trabajo y con eso menos tiempo libre. En cierto punto era bueno, así mis padres no se metían en mis cosas, pero igual los extrañaba.
Mi familia tiene dinero, puede que no sea suficiente para vivir en casas lujosas y autos caros, pero si el suficiente para vivir en una buena zona. Dicha riqueza es como una bendición y una maldición, mi padre se la pasa en el trabajo y mi madre pretende que no estoy o simplemente no existo.
Mi nombre es Gerard, Gerard Way, tengo veintitrés años y estudio en la Escuela de Artes Visuales de Nueva York. Vivo con mis padres y mi hermano menor, Mikey en una pequeña casa blanca de dos pisos en una calle que parece nunca dormir, lo único que se puede esperar de Jersey.
[...]
Un día, en las noticias mundiales se empezaron a oír rumores de pacientes en hospitales que se volvían locos y atacaban a la gente, una supuesta gran "gripe mortal" se empezó a difundir entre las personas de la ciudad, mi madre despidió a nuestro poco personal y parecía que siempre se la pasaba alterada o nerviosa por algo que aún no llegaba a Jersey.
Cuando se difundió que la gripa había llegado a nuestra zona todo se descontroló, el pequeño barrio que nunca dormía en cuestión de días murió. Muchos vecinos empezaron a huir, empacaban cosas y simplemente conducían, nunca supe hacia donde planeaban ir. Otros simplemente se encerraron en su casa, seguían las medidas de seguridad de protección y civil y vivían encerrados por el miedo en sus propias casas.
Con el paso de las semanas se volvió una contingencia casi global, mi madre por primera vez se preocupaba por cuidar de mí y Mikey, ella personalmente iba en el auto a recogernos de la escuela y básicamente dejarnos en cuarentena el resto del día en casa.
[...]
Un día de abril saliendo de clases, llegó mi madre a recogerme como todos los días lo hacía, pero esta vez fue diferente, desde el momento en que la vi, juro que nunca olvidaré su expresión. Para empezar había cambiado sus formales vestuarios por una simple ropa deportiva.
- Gee, entra al auto, hoy nos iremos a Mason Hill. – Dijo con la voz un poco temblorosa, yo simplemente asentí entrando al auto, tomando asiento atrás.
- Mamá, ¿Qué pasa? ¿En dónde está papá y Mikey? – Pregunté al no verlos y que mi madre aún no los mencionara.
- No te preocupes, ellos ya están en camino, tú padre tomó la camioneta, nos encontraremos con ellos lo más pronto posible. – Dijo haciendo contacto visual conmigo por el retrovisor. – No te preocupes por tus cosas, sé que allá tienes muchos de tus materiales de arte y cómics, ¿Recuerdas las mochilas para emergencias?
- Sí...
- Vienen en la cajuela, la gris es la tuya.
- Mamá, ¿Qué está pasando?
- Tú padre me dijo que tenemos que salir de la ciudad, algo muy malo pasará hoy. - No podía dejar de ver sus huesudos dedos temblar sobre el volante, de verdad cosas malas iban a suceder hoy.
A medio camino mi madre dijo que tendríamos que pasar por el abuelo Steve, quien se encontraba en el hospital. Para ese entonces el atardecer ya era más que presente.
Apenas llegando a la zona el caos empezó a expandirse. Gente corría desenfrenada, sin cuidado alguno atravesaban por el tránsito como si carecieran de sentido común. Una vez estando frente al hospital un calor abrazador entró por mi ventana, el hospital estaba en llamas, personas en llamas suplicaban por ayuda a los autos que pasaban.
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Asintomático
Fiksi PenggemarDespués de perder a su madre y desconocer totalmente la localización de su padre y hermano, Gerard emprende un viaje en medio de una catástrofe global para encontrar a su familia y al mismo tiempo entender su propósito e importancia en el Apocalip...