El Detective Clow.

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-¿Qué?-dije desconcertado- Helen cálmate- intenté relajar la sin mucho éxito- Quizá te tropecé sin querer ¡Cálmate, por favor!.

- No, no ¡William me tocaron!- decía aún notablemente intranquila y asustada- Fue... Ella- dejó salir por fin, desprendiendo lágrimas.

La miré con desconcierto, aun sin saber si creerle o no, sin saber que pensar al respecto.

***

Luego de aquel pequeño incidente Helen permanecía en pánico, estaba aterrada, por lo que decidimos sensato pasar la noche en casa de nuestros vecinos, los Adams, una pareja de casados muy joven y agradable.

- Sr. Wiliam- dijo Adams una vez mi Helen estuvo recostada- su esposa la veo muy alterada; ¿Será, que aún ve a la niña?.

- No, no es eso, ella ya se ah dado cuenta de la realidad- aclaré- En estos momentos Helen está consiente- hice una breve pausa meditado si sería apropiado mencionar lo ocurrido- ...Sin embargo, hemos tenido un incidente durante la cena.

-Me alegro que al fin lo haya reconocido, - alegó de manera sincera- es lógico que se encuentre triste por ello, yo oraré por su bienestar y porque aparezca la niña. Pero, ¿Qué les paso en la cena?- preguntó con evidente curiosidad.

-Estábamos cenando de manera muy amena cuando la velas se apagaron repentinamente, aunque tuviésemos las ventanas cerradas -medité - el problema es que ella dice haber sentido que alguien la tomó de la pierna.

-¡Dios, salve! -exclamó un tanto alarmado -Vecino, discúlpeme si le ofendo, pero esa casa se puso muy sombría luego de la desaparición de su niña.

-No me ofende -alegué -tienes razón, también lo he percibido, la siento pesada. Me angustia, la alegría de mi casa se la a llevado mi niña Sophia- susurré con un deje de melancolía.

-Eso es muy grave -sentenció -Deben saber que pasó con su hija ¿No has pensado buscar un detective privado, un profesional para que investigue éste caso? -sugirió -Porque a decir verdad yo no creo que ella halla fallecido -añadió logrando devolverme algo de fe.

-No lo había pensado- respondí levemente entusiasta -mañana mismo me encargaré de ello, yo tampoco creo que ella haya fallecido- concluí esperanzado.

Mi amigo se acercó y depositó unas suaves palmadas en mi espalda como señal de apoyo antes de dirigirse a su alcoba.

-Buenas noches -se despidió mientras andaba.

En seguida me retiré y me dirigí a la habitación de invitados de la residencia Adams donde Helen ya había conciliado el sueño, la observé por escasos segundos deleitándo me con su belleza que aun lograba conservar a pesar de los años, me enternesí un poco por su rostro pacífico al dormir y deposité un beso en su frente con sumo cuidado tumbando me a su lado para acompañarla en su sueño.

***

En la tarde Helen y yo ya habíamos regresado a nuestro hogar, ya con mi esposa mas calmada y relajada estábamos mas tranquilos, por lo que se dedicó a regar algunas de las plantas de la cocina mientras yo me encargaba de unos papeles cuando el sonido del timbre llamó nuestra atención.

-¿Quién es?- preguntó extrañada.

-¡Es él quien resolverá todos nuestros problemas!.

Sin embargo, en mi camino a la puerta pude sentir como el ambiente se tornó mas pesado que antes y mi dientes chillaron involuntariamente, se lo atribuía a los nervios y lo ignoré.

En mi entusiasmo abrí la puerta con velocidad, pero lo que encontré me desconcertó un poco, al otro lado se encontraba un hombre delgado, casi anémico, que a pesar de estar bien afeitado sus pómulos lucían caídos, sus ojos saltones y amarillentos como paraulata candil, sinceramente daba la impresión de estar enfermo.

-Buenas tardes -saludó, su voz iba a la par con su apariencia débil y enfermiza -Familia Green, soy el Detective Clow, Clow Jhonson.

Lo admiré de pies a cabeza, lo único que lo distinguía como detective era su traje acorde, y recién me había dado cuenta de que mis dientes seguían temblando.

-¿Qué tiene Sr. Green? ¿Por qué tiembla?.

-No es nada- le resté importancia, avergonzado porque lo hubiese notado -son solo los nervios por saber la verdad.

Luego de aquello el detective Clow se adentró en la casa de manera muy cortes y sin perder el tiempo solicitó todos los papeles y documentos relacionados con Sophia y el accidente. Pasaban los minutos y pude notar como Helen también lucía incomoda y su cuerpo temblaba levemente, la atmósfera se sentía cada vez mas pesada.

-Entonces asegura que la última vez que la vio fue esa mañana ¿No es así?

-Si, justo antes de dejarla en el autobús -respondí, sin embargo no esperé lo que ocurrió a continuación.

Todo se sintió increíblemente frío, y desde algún punto de la casa se escuchó claramente como alguien gritó:

-¡Fuera!

Miré a Helen con los ojos tan abiertos como platos y me sorprendí al ver que ella mantenía la misma expresión, el detective Clow permanecía como si nada hubiese ocurrido, aun con su aspecto enfermizo pero sereno, Helen y yo nos vimos nuevamente acordando mentalmente que aquello había sido producto de nuestras transtornadas mentes.

-Bien, Sr. William -dijo el detective en total calma -. Por lo que he leído llevan al rededor de año y medio en búsquedas sin respuestas. No se preocupe, yo le doy mi palabra, haré todo lo que tenga que hacer para encontrarla. -concluyó dejando esperanzas en nosotros aunque aun nos encontrábamos en shock.

Luego de aquello el detective se marchó, llevándose con él, el pesado aura. Justo en el instante en el que este cerró la puerta escuchamos el llanto de una niña que pudimos reconocer de inmediato como el de Sophia. Helen a quien le carcomía los nervios, ya sin poder soportarlo mas comenzó a llorar, por lo que me acerqué a ella y la envolví en un abrazo.

-No puedo más, Willian.

No podía decir nada, porque me encontraba en la misma situación, pero intentado ser fuerte por los dos, apreté mas el abrazo, ella se cubría los oídos para opacar aquel ruido que nos hacia enloquecer, cuando la vi.

En el pasillo, vi la imagen de Sophia desaparecer en la penumbra del lugar.

Los Lirios de la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora