Nuestro pequeño infinito (Adaptado)

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-Papi, ¿Estás despierto? —escuché su suave voz. Levanté la cabeza y la miré.

-Sí, princesita —le dije sin poder evitar la sonrisa cada que mi niña se acerca a mí.

Ella entró con cuidado y cerró la puerta para luego acercarse hasta la cama. Se sentó a mi lado.

-Solo quería venir a despedirme, me voy al cole —dijo y una sonrisa, con falta de algunos dientes, recientemente caídos, iluminó su pequeño rostro.

Levanté mi mano y acaricié su mejilla. Acomodé un poco el pequeño flequillo que caía sobre su frente y que tapaba un poco aquellos enormes ojos verdes heredados por su madre,

-Vas a pasarla muy bien, cielo —le dije.

-Mami dice que estás de vacaciones, ¿es cierto? —pregunta e inmediatamente de sus ojitos salen chispas de ilusión.

-Sí, es cierto, mi vida. Cuando vuelvan en la tarde tú y tus hermanos iremos con mamá a tomar un rico helado, lo prometo —mi pequeña aplaude y me siento el ser más feliz de este planeta.

Sonrió y se acercó a mí para abrazarme y luego besar mi mejilla. Aún no comprendo cómo algo tan pequeño puede llenarte tanto de amor. Pensé lo mismo el día que la vi por primera vez. Se veía tan frágil, tan inocente y dulce, mientras Ester la sostenía en brazos y yo solo podía sentirme el hombre más afortunado y completo del jodido planeta. Amo con locura a mis gemelos, pero, con Angélica es muy diferente. Tenemos una conexión tan grande, es mi princesa, mi debilidad. Amo todo de ella, incluso cuando me toca sentarme a probar los "postres" que prepara en su hornito de juguete. Coño, por ella soy capaz de comer hasta tierra si eso la hace feliz. Todo por ella. Mi luz, mi Ángelica. Es todo lo que cualquier padre podría soñar y más.

-Te amo, papi —besó mi mejilla de nuevo.

-Y yo a ti mucho más, mi princesa —besé su pequeña nariz— Ahora ve, que mami te debe estar esperando.

-¡Angélica, mi cielo, el autobús ya está aquí! —ambos escuchamos el llamado de Ester.

-Te lo dije —ella rió divertida y se bajó de la cama.

-Adiós, papi —se acercó a la puerta y antes de salir se giró a verme. Sonreí ante la imagen de aquella pequeñaja con una mochila en la espalda, más grande que ella y dos pequeñas trenzas adornadas con lazos, que apenas caían sobre sus hombros.

-Dale muchos besos a mamá y mira, que yo ya le he dicho que te dijera que le des una de esas semillitas para hermanitos, porque quiero una hermanita para jugar a las muñecas. Con Matt y Nick no puedo porque no les gusta —su expresión de tristeza me desarma y si es necesario que intentemos mil veces más hasta que llegue otra niña, estoy dispuesto. Tampoco es que sea un gran sacrificio hacerle el amor a mi esposa, al contrario, la práctica es lo que más nos gusta.

Sonreí divertido y negué con la cabeza.

-Hablaré con mamá sobre ello cielo, ve tranquila —le dije y me lanzó un beso que atrapé y me lo llevé al corazón, haciéndola reír.

Ella asintió y salió de la habitación complacida.

Suspiro.

Ya veo que no mentían cuando dicen que las niñas son la debilidad de los papás, porque mi hermosa Angélica, me tiene en sus manos.

-¡Adiós Papá! —escuché que Matt y Nick decían a la vez.

-¡Adiós campeones, se portan bien! ¡Y cuiden a su hermana! —les respondí.

-¡Claro que sí! —aseguró Nicolás.

-¡Tenlo por seguro! —dijo Matteo.

Reí por lo bajo, mis hijos son igual de celosos que yo con su hermana, y como no, si es la niña más hermosa del mundo, además es igualita a Ester y ya tengo un plan a futuro. A ella la voy a inscribir a karate, solo por precaución y yo empezaré a tomar clases de disparo, uno nunca sabe.

One Shots - Carmuel/ITZER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora