Primera Vez

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¿Cómo y cuándo me enamoré perdidamente de Itzan Escamilla?

La historia comenzó diez años atrás, acababa de cumplir diecinueve, mi novio me había dejado, o tal vez ¿yo lo había dejado a él? No lo sé, no estoy segura, la cuestión es que, hablando con mis amigas una noche, les confesé que aún no había tenido relaciones sexuales y se burlaron deliberadamente de mí hasta el punto de haberme hecho sentir muy mal, pues yo, Ester Expósito, la única de todas ellas que había llegado a la industria del cine, la única que había logrado todo lo que quería y la única que llegó más lejos que ellas, permanecía virgen.

¿Rabia? Sí, mucha. ¿Miedo a mi primera vez? También y demasiado, pero ahora más que nunca deseaba dejar de ser virgen y taparles la boca a las que se habían reído de mí.

Pero, ¿cómo? O sea, el cómo era una respuesta muy obvia, yo me refiero es al ¿con quién? Así que para no aguantarlas más, decidí que no me iba a quedar en la pijamada.

Salgo de la casa de mi amiga y me dirijo a mi casa pero misteriosamente empezó a llover. Comencé a empaparme, no tenía a donde ir y tampoco volvería a la reunión por mero y simple orgullo.

Casi quise besarme cuando recordé que la casa de Itzan queda a media cuadra y sé que él no tendría problema alguno en recibirme, además, solo serían unos minutos hasta que la lluvia se detenga.

Corro lo más rápido que puedo teniendo en cuenta la magnitud del aguacero que me impedía ver con claridad, hasta que llego a casa de Itzan, toco la puerta y me atiende casi de inmediato.

Al verlo me ruborizo inmediatamente ya que tenía ese hermoso torso tallado por los dioses, al descubierto.

-Ester, ¡mira nada más como vienes de mojada! Pasa, siéntate, te traeré algo para que te seques –da media vuelta y me quedo embobada más tiempo del debido apreciando su muy perfecta y tonificada espalda y su trasero, sin poder evitarlo, me muerdo el labio inferior, ¡qué bueno está joder!

-Gracias por haberme dejado entrar –alzo el tono de voz para que pueda escucharme y se voltea para hablarme.

-¿Cómo no te voy a dejar pasar? Siéntate y ponte cómoda, en seguida regreso con una toalla –vuelve a girarse y desaparece entre los tantos pasillos que tiene su casa. Suelto un suspiro, el calor se me ha subido a la cabeza y ha descendido por otras partes de mi cuerpo de una forma que debería estar prohibida, necesito aliviar esto que estoy sintiendo de una maldita vez.

Me siento para intentar alejar todos los pensamientos que se me vienen a la cabeza al ver así a Itzan, pero es imposible, desde que era una niña de catorce años, él ha despertado en mí un sentimiento muy extraño y una gran atracción. No puedo evitar pensar miles de cosas pervertidas cuando lo tengo cerca y justo ahora me estaban jugando en contra todos los sentimientos que por tantos años he intentado olvidar, aunque pensándolo bien, no tan en contra, si de verdad quiero dejar de ser virgen, ¿qué mejor momento que ahora? Y sobre todo, ¿con qué mejor hombre?

Mi instinto me asegura de que Itzan se va a negar, después de todo, para él soy solo una niña, ¿y qué hombre en su sano juicio tendría sexo con una chica cinco años menor a la cual ve como a una "hermanita"?

Mejor no me ilusiono y descarto esa loca idea de mi cabeza.

Itzan regresa a los minutos con una toalla en sus manos y me la ofrece, la tomo y me quito el abrigo sin acordarme de que que llevo puesto el vestido morado que mi mamá me había regalado hace un par de meses atrás. Un traje demasiado corto al estilo pin-up, con un escote que deja poco a la imaginación ya que captura la atención de más de un hombre y al parecer, Itzan no es la excepción porque cuando levanto la vista para mirarlo lo encuentro escrutándome detenidamente en medio de mis senos, por el que a propósito, paso la toalla para provocarlo un poco más.

One Shots - Carmuel/ITZER Donde viven las historias. Descúbrelo ahora