SooBin, YeonJun y ella se amaban.
Era un hecho.
Algunas personas decían que era enfermizo lo que ellos hacían, pero simplemente pasaban de cualquiera que opinara de esa manera y seguían demostrándose su amor.
Las miradas de repulsión y desaprobac...
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Todo estaba arreglado.
Ella tomaría unas tutorías con aquel maestro.
Se vistió lo más rápido que pudo y con lo más sencillo que encontró, para salir de casa.
Los chicos no estaban ahí, SooBin tuvo que salir y YeonJun estaba en su empresa.
Aun quedaba una hora para que él llegara, así que salió de su hogar para dirigirse a la universidad.
Caminando llegaría con el tiempo justo.
Al estar en la entrada de la universidad, suspiró profundamente.
A veces odiaba estar ahí, cuando Sabrina no le acompañaba.
Cada vez que estaba sola en el campus, era prácticamente acosada por sus compañeros.
Recibía cada clase de insultos totalmente obsenos y alguna que otra vez, una chica la empujaba o le lanzaban cosas.
Trató de ir lo más rápido posible, especialmente por esos días y esa hora.
Estaba a punto de llegar al edificio acordado, cuando sintió que alguien tomaba su cabello y lo halaba, obligándole a retroceder.
—Hola perrita.
Cayó al suelo y estando ahí logró ver los rostros de aquellas personas.
—¿Qué quieren imbéciles?
—Queremos que tú y tus asquerosos novios se vayan de nuestra ciudad.
—Pues sigue soñando, mi ciela, porque no me iré. — se levantó del suelo— Creo que los que se deberían de ir son ustedes, no creo que pasen del primer semestre, solo quitan los cupos a los que de verdad tienen cerebro, solo porque sus papis tienen dinero y los pudieron meter aquí, no significa que tengan inmunidad en todo.
Los rostros de aquellos chicos estaban que ardían de la furia contenida, les había afectado demasiado en su ego.
—Eres una... — uno de los chicos presentes, encaró a la menor y alzó el puño, a punto de golpearle.
Los demás presentes, la tomaron por sorpresa y la inmobilizaron.
Cerró los ojos, dispuesta a recibir el golpe.
Pero no llegó.
—Creo que golpear a una dama en esta situación, no es de un caballero.
Abrió rápidamente los ojos, para encontrase con un hombre deteniendo el brazo del contrario.
Los rostros de aquella “pandilla”, quedaron completamente pálidos.
