Trente

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Hyunjin no pudo quedarse toda la noche con Seungmin, porque la madre del chico le dijo que fuera a descansar a casa y volviera a la mañana siguiente.

El castaño así lo hizo, pero en cuanto llegó a su hogar, fue hasta el cuarto de su madre y se quedó con ella toda la noche porque en verdad necesitaba sus palabras de ánimo.

Cuando amaneció, tomo sus cosas luego de una ducha rápida y fue al hospital otra vez.

Iba llegando la habitación del pequeño, algo desganado, hasta que escucho una risa contagiosa al otro lado de la puerta.

La risa de Seungmin.

Seungmin estaba bien.

Corrió adentro y vio la sonrisa del menor en cuanto él noto su presencia. Fue hasta Seungmin con rapidez y lo abrazo, seguido beso sus labios y casi llora de felicidad.

No advirtió que la madre de Seungmin estaba en la habitación también. La señora miraba la escena con clara sorpresa pero no con desagrado.

Hyunjin-Hyung... — Seungmin le hizo reaccionar y apunto al lugar donde se encontraba la mujer.

L-lo siento, señora Kim.

Oh, ¿Así que ustedes...?

Umh, sí. — El menor estaba más que sonrojado por la manera en que habían sucedido los hechos. La madre de Seungmin rio.

Ok, hablaremos de esto luego. Los dejaré para que hablen tranquilos.

La palabra "hablen" la dijo haciendo comillas con sus manos. Hyunjin sonrió, sintiendo calor en sus mejillas, debía estar igual que Seungmin.

¿Cómo te sientes? ¿Estás mejor?

Sip, ya no tengo que estar aquí. El doctor dijo que puedo irme en una hora, después del chequeo.

Eso es bueno, no me gusta verte aquí. Debí acompañarte...

No te preocupes, Hyung. No puedes estar conmigo todo el tiempo, tengo que aprender a llevar las cosas.

Lo sé, pero me habría gustado cuidarte más.

Está bien, ya estoy mejor y podemos ir juntos a mi próxima clase.

¿En serio? — Seungmin noto la emoción en la voz de Hyunjin. El mayor nunca lo había visto bailar.
















Pasitos de pingüino [hyunmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora