8. Negro como el carbón

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-¿No vas a saludar a tu hermano?

La estancia permaneció en silencio mientras ambos se sostenían la mirada. Lena observó al hombre que se erguía frente a ella, atlético, esbelto y ancho de hombros, no podía negar que había cambiado mucho desde la última vez que lo había visto.

Recordaba a Alexander como un chico más bien flaco y algo desgarbado que aunque notablemente inteligente destacaba por su torpeza, pero ahora sus movimientos eran felinos y sus facciones se habían afilado, no cabía duda de que era él, pero viéndolo tan cambiado no hubiera estado del todo segura de no ser por los ojos, tenían la misma expresión inquietante aunque serena que hacía años.

Lena asió el sobre con fuerza notando el grabado del lacre contra la palma de su mano y lo levantó para que lo viera sin apartar la mirada.

- "Sangre, Familia y Lealtad"... Veo que no has perdido tu toque melodramático Alexander.

El hombre frente a ella rió por lo bajo.

-Y tú no has perdido tu carácter desde luego- sacudió la cabeza - Quizás no haya sido el sello más apropiado dadas las circunstancias, pero si me das la oportunidad te demostrare que mis intenciones son honorables- Se inclinó levemente abriendo los brazos- Únicamente busco hablar, lo prometo.

-Cuidado con las promesas que haces Alexander, no siempre se te ha dado bien cumplirlas... -Lena hizo una pausa evaluando la situación - ¿Y a hablar de que si puede saberse?

- Hermanita, me temo que nos hemos visto envueltos en una circunstancia inevitablemente abocada a la desdicha, pero si me lo permitieras... creo que discutir en qué términos nos encontramos podría hacer de este funesto acontecimiento algo lucrativo para ambos.

Ahora fue el turno de Lena de sonreír irónicamente.

-Por qué no me sorprende que lo que te muevan sean tus intereses ¿De verdad quieres discutir en qué términos estamos? Está bien -su expresión se tornó calculadora y su voz grave -Fui exiliada de Éreber, trono que otrora me pertenecía, cuando los que un día consideré mis padres me desheredaron y dieron a sus enemigos, y mi "hermano" única persona a la que hubiera dado el beneficio de la duda confirmó ayer sus intenciones cuando trató de envenenarme.

-Como sabes que...

-Solo alguien de fuera del reino hubiera podido tener acceso a átrope -le interrumpió- se sumar dos más dos Alexander... Así que explícame porque debería dejarte pronunciar una sola palabra más.

El hombre frente ella se mantuvo serio antes de estallar en una escandalosa risotada.

-Lena por favor, te comportas como una niña caprichosa, -dijo mientras fingía enjuagarse lágrimas de la risa- tu marcha puso fin a una guerra, no había más opción que esa y lo sabes. Y en cuanto a mi notable talento en la preparación y administración de brebajes alquímicos poco saludables... Estás bien ¿no? y también tu amiguita, asique deja de sermonearme. -Lena lo miraba incrédula- Tanto rencor no es bueno Lena, te hace predecible y desesperantemente cargante... Quizás, si fueras la mitad de reina de lo que te creían nuestros padres, habrías pasado página a estas alturas.

La expresión de la ojiverde se ensombreció y se acercó con paso firme a su hermano. El filo del cuchillo que guardaba bajo el vestido parecía más frío que de costumbre.

-Siempre tuviste un don especial para escupir veneno Lex- le sonrió- ambos sabemos cuánto te dolió que aún siendo el primogénito me escogieran a mí como heredera pero sabes perfectamente cuáles fueron los motivos que les hicieron tomar esa decisión y son los mismos por los que no quieres verme enfadada- Le sostuvo la mirada hasta que éste la bajó de mala gana - Asique ni se te ocurra tratar de aleccionarme con tu moralina de tres al cuarto.

Ella quien ha de reinar (Supercorp AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora