Demonio

✡ Desaparecido ✡

Narrador Omnisciente

Lunes 23 de Marzo de 2018

11.07 am

Tuer Brouillard

Desaparecer.

Sinónimo de no estar, de dejar de estar y de existir. Un acción y palabra temerosa pero al mismo tiempo brinda libertad, respiración y tranquilidad en la vida de Darenn, pero aun así, el fosco muchacho no deja de pensar en el paradero de Cristian Roosevelt y de su misterioso hijo, a su vez removiendose en el asiento, observando a cada peculiar alumno o profesor y sacando esas vascas insinuones sobre su desorbitado paradero, que al parecer a nadie le importa, contando con el descuidado director.

Los buscó por cada habitación, patio y pasillo de la escuela, pero tristemente el resultado siempre fue nulo, y aun así no se atrevió a preguntarle a algún mayor por ellos, ya que su creencia lo abominaba hasta llevarlo a pensar que se rebajaria así mismo. Dejó de buscar cuando se dio cuenta que no los necesitaba en absolutamente nada, y que, ciertamente son unas personas básicas más. Sin embargo, aún creyendo todo eso, su mente no podía dejar de pensarlos, y de preguntarse así misma lo que los llevó a su momentánea huida, produciendo que pierda momentos y prácticas con sus añejos pero nuevos amigos, pero no era una distorsión de sus ideas y planes para  el tiempo de la cacería, que por cierto ya se acercaba. Sabía exactamente que hacer y cómo moverse, por ello dos desapariciones de personas que fueron y son totalmente misteriosas no son ninguna distracción para él como para detener sus jugadas.

Gracias a su despertar, la amistad que conservaba con Esteban se vió obligada a ser olvidaba, por lo menos por un tiempo, llevándose a cabo su regresar al grupo que tenían de mando a la incomprensible Lilim. Al igual, las discusiones con su madre eran concurrentes, obviamente ella se sintió decepcionada de su hijo, ya que a él, al parecer no le importó lo que Mine y el doctor Hart tuvieron que hacer para que se recuperase de esos deneznables momentos que tuvieron que vivir. A la mujer le causa rabia, ya que tuvo que dejar tantas cosas atrás, creyéndose que su hijo realmente la necesitaba, por ello tuvo que ocultar el dolor que dejó la muerte de su difunto esposo, sólo para que Darenn pudiera estar bien y pudiera salir de esos ajetreados momentos, inclusive, lastimosamente la llevó a creer que todo fue un vil engaño que le jugó su mismísimo hijo.

La densa y magnifica lluvia pasa desapercibida por algunos alumnos de la Escuela Secundaria Brouillard, tanto así que en ese cupo de gente se encuentra Darenn; permanece sentado en una de las duras bancas alrededor de la cancha de juegos, su vista esta perdida en la ancha puerta opaca de salida, al parecer esperando a que alguien salga de adentro y al mismo tiempo mordiendo sus pequeñas uñas, trayendo consigo un extraño, pero a la vez nuevo comportamiento, que es ya acostumbrado por los integrantes del grupo, aun así Lilim jamás perdió el tiempo en preguntarle qué le sucedía, pero como era ya de esperarse, el inquietante muchacho le dijo que nada.

Las débiles discusiones de aquel grotesco y popular grupo se vieron finalizadas por el sonido de la campana, que obviamente avisaba el regreso a clases, ocasionando que cada alumno se dirija a los cursos. Pero, Darenn se quedó petrificado en el asiento, observando una esbelta figura que atraviesa de forma opuesta a los estudiantes, al parecer sabiendo con exactitud a donde se dirige, el muchacho sin pensarlo lo siguió, ignorando su ego por completo gritó su nombre, hasta que cuya persona se giró, y en esos precisos momentos Darenn se dio cuenta lo ridículo que se veía frente a él, pero poco a poco se repuso con la idea de que al final de todo las cartas cambiarían.

- Oh Darenn, ¿Cómo estás? - preguntó sonriendo y caminando hacia el muchacho, que en su caso, padecía inmóvil pensando en que hacer como para salir de ese tedioso e incómodo momento que él mismo causó.