Remember me

Cuatro.

"Por ahora soy un camarero hasta que llegué algo mejor..."

Reprodujo un fragmento de la grabación de ayer para que su hermana lo escuchara.

—¿Quién es? —elevó ambas cejas.

—Un chico, un amigo con el voy a salir mañana, porque al parecer tuve una cita con él ayer y nos fue muy bien —sonrió—. Y no sé cómo explicarlo... pero creo que obvio y él me gusta mucho —otra vez esa sonrisa de bobo enamorada se posaba en el castaño.

Pepper se quedó en completo silencio y palmeó la pierna de su hermano.

—Tienes que vestirte porque tenemos cita con el médico —fue lo único que dijo antes de dejarlo solo en la habitación.

[•••]

La luz de la lamparilla sobre su ojo le calaba un poco, pero por lo que sabía eso era parte del chequeo.

Hace unos cuantos minutos que habían llegado al consultorio del Doctor y tan pronto como llegaron los atendieron.

—Entiende que el aneurisma destruyo su hipocampo, ¿cierto? —pasó la lamparilla varias veces por sus ojos antes de retirarla.

—Ahm, si... Mis viejas memorias y lo que estaba antes del aneurisma siguen ahí, pero disculpe, sé que tal vez lo he preguntado muchas veces, ¿qué pasa con mis nuevas memorias? —dijo jugando con sus dedos para tranquilizar sus nervios.

—Pues los cerebros saludables al dormir consolidan los recuerdos a largo plazo, para usted es lo opuesto, al dormir los elimina y en un intrincado cúmulo de neuronas es difícil ubicar con exactitud cuál es la que se destruyó. ¿Dolor de cabeza? —interrogó.

—Mis notas dicen que dos veces al día o algo así, mi hermana inventó un sistema para mí —volteó a verla y le tomó la mano.

—Bien, el sistema funciona —sonrió—. ¿Quiere que hagamos la siguiente cita de una vez?

—No quiero vivir así —habló entre dientes—. Quiero mi mente de vuelta, necesitó mi mente —Pepper acariciaba la mano de su hermano para calmarlo, venir al doctor siempre le ponía bastante mal.

—Esa es la idea, Tony —le sonrió tratando de darle un poco de esperanza—. Ya iniciamos pruebas prometedoras, tal vez en un año o...

—¡No soportaré un año! ¡No lo soportaré! —interrumpió al especialista—. ¡Soy un genio! ¿Cómo se supone que lo sea sino puedo recordar lo que hice ayer? —su voz empezaba a quebrarse y sus ojos estaban acuosos.

—Tony —lo cogió del brazo.

—¡No! Tú no entiendes, no entiendes que horrible es enterarte todos los días que nunca en tu maldita vida podrás recordar algo —las lágrimas ya salían de sus ojos sin control—. Pensaste en un gran sistema y en verdad lo aprecio, pero siento que no avanzo, que no logro conectar con las personas y necesito conectar con ellas—limpió sus ojos y recordó a James eso hizo que el llanto volviera.

—No quiero olvidar a las personas cada maldito día —sorbio su nariz—. No puedo hacer algo nuevo porque al día siguiente no lo recordaré, no lo haré. No podré ser de nuevo el gran genio que era, porque ni siquiera recuerdo dónde vivo cada mañana al despertar —pasó sus manos por toda la cara hasta la cabeza y jaló sus cabellos—. Por favor, por favor, ¿puede... puede hacer que mi mente vuelva otra vez? —suplicó al doctor.

—Tony, no puede —hablo Pepper.
Ella no quería darle esperanzas.

—Aún, no nos rendiremos —Tony agachó la mirada.

—Arrégleme, por favor —suplicó de nuevo con los ojos llorosos y la voz en un hilo.

[•••]

El viaje a casa había sido demasiado silencioso, pero por fin llegaron a su edificio.

—Tranquilo que vendré pronto —dijo Pepper con una voz muy dulce.

Tony no contestó, simplemente bajo del auto y azotó la puerta.

—¿Seguro que estás bien? —cuestionó.

—Por supuesto ¿por qué no lo estaría? —dijo viéndola desde el otro lado de la ventana.

Virginia sintió un nudo en el pecho, Tony estaba resignado, lo sabía.

—Tony, sobre ese chico. Si quieres que sea una relación, si quieres que funcione, debes decirle la verdad. No es justo —suspiró.

—Te amo, hermanita —se despidió sin decir otra cosa.

El camino a su apartamento lo sintió como el más largo de toda su vida, ya quería llegar a casa para echarse a llorar como bebé.

Apenas entró, se aventó al sofá y las lágrimas brotaron como fuente.
Tenía todas las emociones a flor de piel, sentía una gran impotencia y desesperación.

Lo tenía todo, era dueño de dos grandes empresas, tenía dinero, fama, una pareja con la cual tenía grandes planes. Recordar a Strange sí que lo ponía peor, ellos se iban a casar, iban a adoptar, se mudarían a un lugar más tranquilo.

Pero tan pronto todo el drama del aneurisma apareció, Stephen Strange desapareció, desapareció y le rompió el corazón.
La persona que consideraba el amor de su vida lo dejó cuando más lo necesitaba.

Tony se levantó del sofá para ir a su cuarto y al entrar y ver todos esos post-it pegados por la anotación, su ira surgió y comenzó a tirar todo en ese lugar, odiaba no poder recordar nada, odiaba que todos le tuvieran lástima, odiaba su vida y se odiaba a sí mismo.

Toda su habitación era un completo caos después del arranque de ira.
Ahora se hallaba en su cama en posición fetal con los ojos rojos y un dolor de cabeza inmenso por tanto llorar.

—No puedo vivir así —susurró antes de perder la consciencia y hundirse en el mundo de los sueños.