Por Un Sueño [Cuento #01]

47 3 8
                                    

Mis ojos se abrieron, sentía todos mis músculos adormecidos, estaba notablemente cansado, y las ganas por mantener la visión se perdían. Me di cuenta que estaba echado en una camilla, cubierto con sábanas blancas y una almohada también blanca debajo de mi espalda; el cuarto también era blanco, y la puerta de color crema, cerrada. Tenía ganas de levantarme, así que saqué la sabana de mi cuerpo y me di cuenta que en mi brazo izquierdo tenía una intravenosa, y colgado en ese mismo lado estaba el suero.

—¿Por qué estoy acá? —hablo, preocupado y angustiado por no saber de qué manera o forma llegué.

Una enfermera entra despacio al cuarto, de cabellos castaño y ojos claro, me mira y me sonríe.

—¡Por fin despertaste! —me dijo, toda entusiasmada.

Deja la puerta juntada, y se dirige rápidamente a las ventanas, las abre, y de estas se nota el intenso sol de la mañana, amarillo y brilloso; la luz era hermosa, aunque sabía que más tarde el ambiente se ponía caluroso. Que por cierto, nunca me llegó a gustar cómo el calor se apoderaba de mi cuerpo, no soporté nunca el hecho de estar sudando, y peor aún con el sol encima.

—¿Puedes prender el televisor por favor? —le pregunto.

Lo prende y se retira rápidamente, al parecer alguien le estaba llamando y a juzgar por los gritos lejanos que se escuchaban, parecía alguna clase de emergencia. Mis ojos se acostumbran lentamente a la luz... en eso comienza el noticiero de las mañanas, y de los parlantes se escucha:

—Continuando con las noticias... El día viernes, veintiséis de noviembre del presente año, un grupo de grandes empresas, junto con las universidades más destacadas del mundo, se reunieron para debatir un concurso que nunca antes el planeta ha visto —la voz pasó al compañero de conducción—. Los países como: Canadá, Estonia, Japón, Corea del Sur y Finlandia, intervinieron en este concurso; hoy, exactamente a las doce en punto de la madrugada se dio a todos los países del globo, la noticia que revolucionará absolutamente todo, adelante señor director —las imágenes cambian y pasan a un anuncio, parecía ser un video del concurso—. Llamamos a todos los niños y/o adolescentes, menores de dieciocho años a participar de este concurso. Se realizará el dieciocho de diciembre del año entrante, absolutamente todos los colegios del mundo participarán. Este será un concurso que constará de cinco pruebas. Las tres primeras pruebas serán escritas, el lunes diecisiete se tomará la prueba de ciencias, el miércoles diecinueve se tomará la prueba de matemáticas, y por último, el viernes veintiuno, se rendirá la prueba de letras. Los resultados se darán al atardecer del mismo día en todos los medios. Los que pasen las tres pruebas con un promedio mayor a noventa y cinco por ciento pasarán al segundo nivel; estos tendrán que rendir dos pruebas más: la primera, llamada "prueba de inteligencia", que se tomará el día martes veinticinco, y la segunda de psicología, que se tomará el sábado veintinueve. Los resultados se darán el día lunes treinta y uno al mediodía... A los ganadores se les otorgará una beca que incluye una recompensa con un fondo monetario casi inagotable, para hacer realidad lo que sus corazones y cerebros deseen, y estarán bajo la supervisión del científico Sejus Overne, ganador de los premio Nobel de física y química —la pantalla se puso de color negro, y con letras blancas, muy definidas, se escribe, junto al sonido de esas máquinas antiguas para escribir—. "Solo otorgaremos tres becas, solo tres becas. Estudien".

La noticia me dejó pensativo. Mi concentración hacía que no escuchase el sonido del televisor; era como una rara sordera. Luego, examinando la habitación y tras intentar ver por la ventana, empecé a sentir frío. Miré mis piernas, miré mis brazos y mis manos, toqué mi cabeza, y tras presionar cada parte de mi cráneo sentí un dolor en la parte de atrás, un fuerte dolor... Pasaron más de una hora en la que poco a poco perdía la sordera. La puerta se abre lentamente, logro escuchar la voz de un señor y una señora conversando con alguien más, los minutos pasaban y seguía sin saber quiénes eran los que iban a entrar. Finalmente pasan y logro ver a mis padres; apenas me ven, sonríen. Estaban muy alegres, supongo porque he despertado.

Por un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora