Por un sueño

La realidad de mi sueño [Cuento #04]

Desde hace tres años me estaba preparando para algo grande, y llegó. Parecía algo imposible, como una fantasía o una ilusión, casi como si un anhelo fuese otorgado para los que verdaderamente sueñan despiertos.

Las noticias lo describieron detalladamente, solo tres ganadores; solo tres y nadie más. Y ahora me encuentro en la recta final luego de un descarte masivo. Ahora mis vecinos y compañeros intentan ser mis amigos... ya estando a punto de finalizar todo este trayecto me estiman como nunca lo hicieron. Alguien diferente que camina por sus calles, alguien admirable que pasa por sus ventanas, alguien que era un completo desconocido y, mientras ahora ellos se sienten con la confianza suficiente para que me estrechen sus manos.

Aun ahora no pienso cambiar. ¿Y por qué debería hacerlo? Esto es apenas un puente para cumplir mis sueños. Aunque algo egoísta implantar tres barreras para luego continuar con dos exámenes que descubran tu verdadera naturaleza. El de inteligencia no era como lo que se decía en los noticieros; creía ser incapaz de poder demostrar algunas ideas pero, aquellos señores con altos cargos te otorgaban la libertad de plasmar todo lo que se te venía a la mente con cualquier material. Te daban la oportunidad de combinar el arte con ciencia, la tecnología con los sentimientos... y la oportunidad única de ser contraproducente y directo en chocar ideas con ellos.

Al final respondí su última pregunta con una pregunta. Pues el silencio ya me había consumido, y apenas concluí cuestionándoles. La satisfacción al ver sus miradas y el silencio absoluto por dos minutos, fue suficiente para saber qué pasaría y estaría a solo una puerta más, tan solo una más.

Son las nueve, sábado por la mañana. Estoy solo, esperando solamente mi último examen, el de psicología obvio. Era el único del colegio que iba a dar este examen así que los organizadores no tuvieron problemas en ubicar esta última prueba en un ambiente más tranquilo y cerrado. Mientras los minutos de la espera continuaban, yo no me impacientaba. Estuve hablando con la secretaria al respecto del examen, y no saqué mucha información que digamos. Ella también se rehusaba a decirme unas cuantas cosas, hasta que cuando llegó mi tiempo...

—Esto es solo una simple conversación Todd —me dijo, y luego—. Ya es hora que entres —se levanta, me acompaña a la puerta, la abre y por ultimo me dice—. Buena suerte...

Apenas abre la puerta ya podía apreciar al psicólogo. Él me mira y me hace una venía muy corta. Me invita a pasar y luego ordena, muy calmado, a la chica que cierre la puerta; ella lo hace. Me siento y rápidamente, con voz firme y mirada directa, pero sin intimidar me dice:

—Buenos días Todd —suelta una sonrisa muy diminuta—. Felicitaciones, has llegado a esta última prueba en la que simplemente pasaremos a conversar —termina de anotar unas cuantas cosas en un pequeño cuaderno que cargaba entre sus piernas y me mira esperando una respuesta.

No era tan viejo como creía. Ni tampoco tan joven. Parecía refinado pero la manera en como inició el habla y sus gestos al saludarme mantenían una carisma algo engañosa. Después de todo, ¿no deja de ser una prueba para saber si soy merecedor de la beca no? Llevaba unos lentes circulares, aparentando quizás más edad, o seguramente conocimiento. No me detenía en examinarlo y también el lugar. Apenas una ventana grande, un escritorio pequeño y sin asiento, y al frente, en dos cómodos sillones, sentados ambos. Luego de unos segundo más accedo a su compañía y le respondo.

—Buenos días señor —suelto también una sonrisa diminuta—. Pues, si no iniciamos con una pregunta, esto seguramente será interminable —intento amenizar el ambiente.

—Exacto, tienes toda la razón —responde rápido—. Solo déjame guardar esto —cierra el cuaderno y guarda su bolígrafo, pone el cuaderno sobre su escritorio y me pregunta—. ¿Te has puesto a pensar en porqué eres el único del colegio en llegar a esta prueba? —me mira detenidamente y se dispone a analizar mi respuesta.